La tercera generación musical de los Sosa se abre camino. Araceli Matus es la nieta de Mercedes Sosa y con semejante ascendente (y su colección de parientes cantores), el camino de los sonidos se le presentaba como natural. Luego de muchas experiencias previas, se lanza como solista con su primer disco, “Matuseándose”, integrado por 11 composiciones entre temas de su autoría, una canción de su abuelo Oscar Matus (“Mi canto es distancia”) y de Hugo Fattoruso, Eduardo Mateo y Rubén Blades.
“Hace un tiempo sentí la necesidad de hacer un disco en el que estuviera sólo mi nombre, una manera de poder hacerme cargo de mi vivencia musical”, anticipa acerca de la producción que tuvo a Norberto Córdoba y a Rafael Franceschelli como respaldos, y que fue grabado en los estudios Del Parral entre junio y agosto del año pasado (León Gieco, Luis Gurevich, Javier Lozano y Nora Sarmoria participaron como invitados). Hoy será presentado en La Tangente de la Capital Federal, con un show con banda completa.
Hija de Fabián Matus (el único descendiente que tuvo Mercedes), estudió música desde niña, y a los 14 años ya formaba parte de grupos musicales desde los teclados y el coro. Su debut en el escenario fue a los 17 años, junto a la Negra, en el Teatro Ópera. Es musicoterapeuta y docente en la Universidad Abierta Interamericana, y orgullosamente lleva adelante la Fundación que tiene el nombre de su abuela, sobre quien habló con LA GACETA.
- ¿Qué significó tener a Mercedes de abuela?
- Precisamente eso, tener una abuela como lo tiene todo el mundo. Una abuela es una abuela para todos. No tuve abuela materna, así que no tengo cómo compararla; ciertamente, la mía -además de tener un trabajo que no era común al ser cantora- era una persona pública. Conmigo era compinche, me mimaba hasta un poquito antes de morir. Fue la mejor abuela del mundo, seguro.
- ¿Cuál es el recuerdo más entrañable que tenés de ella?
- No lo sé, y si lo tuviera no te lo diría, porque es algo íntimo. Seguramente son los mismos recuerdos que todos los que tuvieron una abuela con la que se llevaron bien, de jugar muchísimo con ella en mi niñez porque siempre encontraba la forma de incluírme en esa vida a 1.000 que tenía; a medida en que fui creciendo se transformó en acompañarla, en estudiar, en mirar películas y jugar videojuegos juntas... Esas cosas cotidianas.
- ¿Cómo te caen los homenajes que le hacen?
- Me parece que está buenísimo que le hagan homenajes, sí me molesta cuando la gente hace plata con su nombre y la Fundación no recibe nada. Se usa su imagen y su audio, sin nuestro permiso. Pero me encantan los tributos porque significa que fue la cantora que fue.
- ¿Invocar su nombre se volvió un lugar común?
- No lo sé y no creo que se la invoque tanto, ése es uno de los trabajos que encaramos desde la Fundación: cuidar su legado y seguir difundiéndola. A lo mejor en el interior se observa más su referencia que en la capital; sé que es nombrada pero más entre los músicos que entre el público. No sé si se la valora lo suficiente en Tucumán porque no estoy allí, lo sabrán mejor mis primos y mis tíos.
- ¿Tiene herederos su canto?
- No. Por suerte, en nuestro país hay muchas mujeres cantoras increíbles. Pero Mercedes, además de su canto, tuvo una significación social muy fuerte. Por ahora, no hay otra mujer que tenga esa importancia simbólica.
- ¿Qué música escuchás?
- Escucho bastante música, pero también necesito mucho silencio al trabajar tanto con lo sonoro. Escucho cosas que no son de ahora: los uruguayos Fattoruso y Mateo, Chick Corea, Miles Davis, Charly García... Nada de ahora, salvo Jacob Collier.
- ¿Qué implica presidir la fundación?
- Implica muchas horas de trabajo; implica tener presente siempre a mi abuela ausente, y eso a veces es muy duro; implica tener que luchar muchísimo con todas las formalidades de este mundo, porque tenemos todas en contra. Las fundaciones que lavan dinero la tienen refácil, pero nosotros, como es cultural de alguien que no está vivo, la tenemos muy muy difícil. Seguiré hasta que pueda, porque mi abuela se lo merece y me lo pidió mi papá antes de morir, pero no voy a dejar mi vida en esto. Si en algún momento la fundación no existe más, seguiré difundiendo el legado de Mercedes de alguna otra forma. La pandemia nos hizo mucho mal, como al mundo entero, y de a poco estamos volviendo con muestras, talleres y shows. Queremos seguir cumpliendo con la misión del cuidado y difusión de lo que fue la labor de mi abuela y de la cultura latinoamericana.
- ¿Cuál es tu vínculo con Tucumán?
- Todavía tengo familia allí, pero desde que falleció mi bisabuela en 2000, no disfruto mucho de ir por allá. La última vez fui a la edición de los premios Mercedes Sosa, pero me duele Tucumán. Con el macrismo sufrimos bastante, porque en la Radio Nacional Mercedes Sosa se la dejó de nombrar. Es una provincia difícil, y basta con recordar que Antonio Bussi fue gobernador; con ese solo ejemplo, no tengo mucho más para decir.