El césped de La Ciudadela ni se comparaba con el que recordaba Nancy Boyanovsky. “Era una alfombra”, rememoró la ex jugadora de San Martín. El que pisó anoche, también lo era, pero estaba mejor aún. La comparación se hace con el pasto de hace 25 años atrás. Un 20 de abril de 1997 en el mismo estadio donde anoche San Martín empató sin goles ante Instituto de Córdoba, se jugó el primer partido oficial de fútbol femenino en una cancha profesional de la provincia.
Así como pasaron tantos años, hubo muchos avances. La tecnología, entre otros factores, permitió que las pioneras, tal como las llamaron durante el homenaje que se les hizo en el entretiempo, sintieran que esa alfombra verde estaba perfecta. “Jugábamos en las canchas de césped pelado”, comentó Boyanovsky. Los campos de juego en los que jugaban o se entrenaban en aquellas épocas donde no habían torneos formales de damas, eran muy diferentes a las canchas que recibían a los varones.
Por eso era tanta la emoción en 1997 cuando el presidente de San Martín en ese entonces, Carlos Alderete, hizo lugar al pedido de que el equipo femenino de fútbol jugara frente a Atlético. El partido fue el preliminar del clásico tucumano por el Nacional de aquella temporada. La victoria fue para las “Decanas” por 2 a 1.
“Como varias, yo no tenía botines. Ese mismo fin de semana me compré y me acuerdo que caminaba en mi casa para acostumbrarme a la pisada”, comentó Verónica Ricci. Para ella, el homenaje fue una muestra más de lo que en ese día no había tomado consciencia. “Al principio, fue una movida que la empezamos con entusiasmo, pero no pensaba que iba a tener tanta trascendencia. Lo hacíamos porque nos gustaba y ahora vemos que tuvo muchos frutos”, contó orgullosa Ricci.
El pensamiento es similar en María de la Paz Gallego. En esa siesta dominguera la delantera fue la capitana “Santa” del equipo que dirigían Gustavo Palermo y César Rodríguez. “Jamás imaginé protagonizar el primer clásico femenino ¡y en la cancha del ‘Santo’! Una locura. No volví a pisarla, por eso el homenaje es como una caricia al alma para todas las que gustamos de este deporte y tuvimos que aguantar embates para poder jugar”, aseguró Gallego.
“Hubo detractores”, reconoció Boyanovsky. Pero también, entre tantas anécdotas que dejó aquel partido, los gestos taparon cualquier cuestionamiento hacia el fútbol femenino. Por ejemplo, el anecdotario tiene un capítulo previo al partido y fue protagonizado por el plantel masculino profesional. “El viernes anterior al partido nos dejaron practicar en el estadio. Llegaron los varones. Lejos de apurarnos para que ellos pudieran entrenarse, se armó como un picadito y sacamos alguna foto”, relató Boyanovsky el episodio que ya, tímidamente, empezaba a demostrar que la mujer también debía tener su lugar en el fútbol.
“Todo eso que vivimos fue porque teníamos la convicción. Éramos chicas de 18 a 20 años que estábamos convencidas que podíamos jugar fútbol y bien”, explicó Claudia Boyanovsky. La abogada dejó el fútbol un tiempo después de ese inolvidable partido por el estudio. Con el título en mano luego, volvió y sigue jugando en la liga de profesionales de ADPUT, con Abogadas A. “Seguí yendo a la cancha, pero hace mucho que no lo hacía por eso la emoción fue enorme al entrar otra vez”, reconoció.
Cuando la propuesta del homenaje en el que las pioneras recibieron dos camisetas (una con el número 25 y otra para cada una obsequiada por el grupo “Pioneras Argentinas” que trabaja para la visibilización de la mujer en el fútbol) llegó al club, no hubo duda en que era bien merecido. “Ellas dieron el primer paso y abrieron el camino a las futuras generaciones. Sabemos que falta bastante, pero hay un gran debate abierto en torno al deporte como inclusión, sus derechos y la posibilidad de igualdad. Un debate que vamos a darlo”, aseguró Carolina Peralta, a cargo del Departamento de Género del club.