Según estimaciones de la Organización Mundial para la Salud (OMS), 340 millones de personas en el mundo tienen asma, enfermedad crónica que afecta a niños y adultos. Las vías que conducen el aire a los pulmones se estrechan debido a la inflamación y la compresión de los músculos que rodean las vías respiratorias finas, lo que causa los síntomas de la enfermedad: tos, sibilancias (silbidos al respirar), disnea y opresión torácica. Estos son intermitentes, y suelen agravarse durante la noche o al hacer ejercicio. Es más habitual en niños.
“Entre los factores desencadenantes figuran las infecciones víricas (resfriados), el polvo, el humo, los gases, los cambios meteorológicos, los pólenes de gramíneas y árboles, el pelaje y las plumas de animales, los jabones fuertes y los perfumes”, explica la doctora Valeria El Haj, directora nédica nacional de la obra social de entidades deportivas y civiles (Ospedyc).
“Las personas que no reciben un tratamiento adecuado pueden sufrir trastornos del sueño, cansancio durante el día y problemas de concentración. Esto suele incrementar el ausentismo escolar y laboral”, menciona la profesional.
Si bien el asma no tiene cura, un tratamiento adecuado con medicamentos inhalados puede ayudar a controlar la enfermedad y facilitar que las personas asmáticas lleven una vida normal y activa. Existen dos tipos principales de inhaladores: los broncodilatadores y los esteroides.
“Las personas asmáticas pueden tener que utilizar un inhalador a diario. Su tratamiento dependerá de la frecuencia de los síntomas y de los distintos tipos de inhaladores disponibles”, subraya la doctora El Haj.