Pese a cualquier grieta, hay tres verdades con las que no transamos. La primera es que los sánguches de mila representan un patrimonio cultural local. Lo cual nos conduce al segundo punto; no existe tucumano que no los haya probado alguna vez en su vida. Lo último ya pasa por una regla para medir la gula y el honor; mientras mayor sea su tamaño, mejor.
A lo largo de los años, logramos demostrar que crear platillos gigantes es nuestra especialidad. Para no perder la costumbre, ayer, en Lules, logramos cumplir con un nuevo desafío: armar un chegusan de más de 60 metros de largo y sin TACC.
La propuesta -organizada por la Fundación Casa del Celíaco (FU.CA.CE)- tuvo como objetivo concientizar a la población sobre esta condición y promover su visibilización. Ambas cosas en un clima en el cual la panza de la concurrencia quedó por demás satisfecha.
El inicio de la fama
Ni bien entramos al Club Atlético Almirante Brown (calle Primera Junta al 300), automáticamente la vista se dirige hacia la mesa larguísima que va desde la puerta de acceso hasta el fondo del galpón.
Sobre ella, descansa la versión XL de nuestro emblema. Para apreciar su belleza hay que servirnos de las matemáticas.
“El sánguche está hecho por alrededor de 1.000 milanesas, elaboradas con 100 kilos de nalga, dos trenzas de ajo, cinco atados de perejil y siete bandejas de huevos. Además, usamos condimentos sin gluten y acomodamos más de 105 panes de 60 centímetros cada uno”, comenta la chef Eliana Leguizamón, encargada de la cocina junto a 15 asistentes.
La logística de los panificados fue también impresionante. Silvana García afirma que las ojeras por pasar la noche sin dormir se le notan bastante, pero del resultado no se queja. “En total, pasamos 25 horas y 50 minutos amasando y dándole forma a los panes para lograr la meta”, detalla la emprendedora de “Tucumán Celíacos” y otra de las gestoras de la iniciativa.
En el proceso, emplearon al menos 165 kilos de premezcla, 20 paquetes de levadura de medio kilo y unas 12 botellas de aceite. “Una de nuestras mayores problemáticas es la falta de integración social porque somos erróneamente considerados una minoría. Gestar eventos así ayuda un montón porque queda demostrado que el celíaco no es tan solo el conocido de un conocido”, agrega.
En sus marcas...
A pocos minutos de iniciar la degustación, solo queda alinear los últimos ingredientes de este monstruo gourmet. Mientras la magia ocurre, Paola Salazar observa con deseo el proceso. Ella fue diagnosticada hace cinco años y, pese al tiempo transcurrido, todavía lamenta la típica escena de acudir a cumpleaños, casamientos o reuniones entre amigos con una vianda en la cartera.
“Tengo conocidos que me tildaron de exagerada en innumerables ocasiones al rechazar las bebidas que me ofrecían o pedirles ir a una cafetería distinta ante la falta de meriendas sin gluten. Esos hechos aíslan y hacen que transitemos la celiaquía con ansiedad o frustración”, indica.
A su mesa le siguen, salpicados en el espacio, decenas de tablones con sillas. La muestra de que la comida nos une es que no hay ninguna locación vacía.
Completito y gluten free
Por fin llegó el momento de consumar nuestro amor. Por cada 10 metros, unos pequeños banderines indican el tamaño alcanzado por el sánguche y las opciones entre las cuales elegir. Hay fracciones completas (con lechuga, tomate y cebolla caramelizada), simples o sin agregados.
Desde lejos, la secuencia de estampida recuerda a algún programa sobre fauna salvaje. La tranquila multitud que antes permanecía sentada se volvió una masa de cabezas guiadas por el apetito.
Interrumpir el éxtasis colectivo resulta difícil. Al principio, Fuastino Toledo (23) contesta con mímica. Un vaso de gaseosa después, la conversación fluye mejor. “Nosotros venimos acá para cumplir el capricho de mi abuela. Ella tiene celiaquía desde joven y siempre decía que quería sacar a sus nietos chicos (de 8 y 9 años) a comer algo que les guste por igual”, explica el estudiante, oriundo de Famaillá.
Para él, sumarse a esta reunión masiva implica un punto de contacto especial. “La experiencia de charlar y conocer gente que pasa por las mismas circunstancias funciona de apoyo. Sin alzar la voz y decir presente, el cambio sociocultural nunca va a llegar; sea que nos refiramos a la política, economía o gastronomía”, reflexiona.
Extras
Junto al mega empanizado, en el evento se vendieron pizzas, empanadas, panchuches y postres sin TACC. El plano médico se completó con una charla brindada por el gastroenterólogo Eduardo Cueto Rúa.