A principios de la semana pasada, el Consejo de la Unión de Rugby de Tucumán renovó autoridades en asamblea extraordinaria. En reemplazo de Marcelo Corbalán Costilla (quien presentó su renuncia en marzo para asumir como vicepresidente segundo de la UAR), fue elegido en forma unánime Santiago Taboada, vice de la fórmula que tomó la conducción de la casa madre del rugby tucumano a fines de 2018. El ex segunda línea de Tucumán Rugby estará acompañado por Martín Alves, de Natación, antes vocal titular.
En una charla con LG Deportiva, la dupla que encabezará el Consejo hasta fin de año (para completar el segundo período de Corbalán Costilla) abordó diferentes cuestiones y desafíos que asoman en el corto y mediano plazo para la Unión y los clubes de Tucumán. Por caso, el de continuar la tarea de recuperación del rugby luego de los estragos de la pandemia y hacer frente a otros fenómenos, como el de la migración de jugadores al exterior o el avance de otras disciplinas que han tomado fuerza durante la cuarentena o que han sabido conjugar el factor deportivo con el social. La contención de jugadores acaso sea el desafío principal para estos tiempos post-aislamiento.
“Es un desafío al que estamos tratando de buscarle la vuelta. Siempre a prueba y error. Si no probás, no sabés si algo va a tener o no resultado. En 2021 apuntábamos a recuperar la competencia. Quizás no fue la ideal, pero en las condiciones del momento fue lo mejor que nos podía salir. Si a veces era jueves y no sabíamos si llegábamos a jugar el sábado, porque podía salir un decreto que te paraba todo”, abre Taboada.
“La pandemia decididamente colaboró para que se fuera mucha gente, pero también hay que aceptar que el rugby no ha logrado conservar su atractivo para esa gente. Y mirá que la pensamos, le buscamos la vuelta, tratando de hacer que el rugby vuelva a ser una fiesta, con los tercer tiempo extendidos, las finales en un solo club y demás, pero es difícil”, admite Alves.
“Por ejemplo, en juveniles la UAR te impone una lista de 23 jugadores por partido, pero nosotros reclamamos que hay equipos que tienen 35 jugadores, y a esos que se quedan sin jugar después los perdés. Después de un año de transición, ahora estamos en un proceso de recuperación, por eso subimos a 30 la lista de jugadores por fin de semana, para que se puedan hacer más cambios y todos jueguen. Después de esa nota que presentamos Tucumán y Mar del Plata, se sumaron otras uniones al reclamo”, retoma Taboada.
Otro gran tema es el cada vez más acentuado éxodo de jugadores a ligas europeas como las de Portugal y España, especialmente receptivas al talento tucumano. “Hoy a un chico de 20 años le ofrecen algunos euros y se va a jugar a la liga de Portugal, que no tiene más nivel que el torneo de acá. Pero es que hay una realidad social, laboral y económica que es innegable. Muchos otros no se van porque acá tienen el futuro asegurado, no porque el rugby los incentive. Menos ante la inminencia de un rugby profesional, aunque sea de tercer nivel. En mi club se nota mucho, se nos fue la mitad del plantel”, lamenta el de Natación.
“A fines de los 80, principios de los 90, ya había jugadores de otras provincias que se iban, pero a los de Tucumán nos costaba pensar en eso. Uno aspiraba a jugar en la primera de su club y en los Naranjas. Aunque te ofrecieran plata, vos aspirabas a eso “, aporta Santiago.
“Cuando Omar Hasán se fue a jugar a Francia, la primera vez que vino de visita se juntó todo el club para escucharlo contar su experiencia. Ahora los tenés que agarrar para que no se te vayan. Y con cada uno que se va, no solo perdés un jugador: perdés también un socio, un potencial entrenador, un potencial árbitro, un potencial dirigente, un futuro padre que lleve a sus hijos al club. Por eso es tan importante trabajar en la contención de jugadores. Si hay clubes a los que ya les está costando formar su comisión directiva. Insisto, la pandemia también jugó su papel, porque mucha gente tiene que trabajar más para recomponer su situación y ya no tiene tanto tiempo libre para dedicarle al club, pero tampoco podemos echarle toda la culpa a la pandemia. Hay toda una serie de causas, y es el desafío de la Unión y de los clubes abordar esa problemática. Por ejemplo, en los clubes se debe cambiar la cabeza y enfatizar que en juveniles los hagan jugar a todos los chicos, sin importar si se gana o si se pierde”, enfatiza Alves.
El cambio en la URT coincide con la renovación de autoridades de la UAR, cuya presidencia vuelve a manos de Buenos Aires (luego de tres presidencias sucesivas del Interior) en la figura del ex Puma Gabriel Travaglini. Con la llegada de Corbalán Costilla a la vicepresidencia, Tucumán ha recuperado su lugar en la mesa chica de la UAR, con lo que las conversaciones entre la URT y la entidad madre del rugby argentino deberían ser más fluidas que en los últimos (y tensos) cuatro años. “Pero no hay que dormirse en los laureles. Hay que capitalizarlo. Tucumán siempre ha sido muy analítico con los cambios y reclamado sobre aquello que no le parecía correcto o justo. Por ejemplo, después de examinar el nuevo Reglamento de Competencias de la UAR, objetamos algunos artículos que nos parece son mejorables”, advierte Taboada, refiriéndose más que nada a la principal chispa de discordia entre Tucumán y la UAR: el Comité Regional, en virtud del cual se compele a la URT a ceder la conducción y administración que desde siempre ha tenido sobre el Torneo Regional del NOA. La llegada de la pandemia dejó la cuestión en suspenso, pero algún día tendrá que resolverse.
“Este año nos vinieron a presionar por ese tema antes del Regional, pero nosotros sostuvimos nuestra posición. Y tenemos entendido que hay otras uniones que se han comenzado a plantar con firmeza ante esta imposición de la UAR. Es un tema político, creo que la UAR debería aflojar un poco. Si me preguntás, a título personal te digo que no creo que se vaya a resolver este año”, opina Alves, quien participó de las negociaciones.
El mentado Comité Regional que contempla el nuevo Reglamento de Competencias es visto como un intento de la UAR por avanzar sobre la autonomía de las uniones, en especial de las más fuertes y refractarias, como la de Tucumán o la de Córdoba. “Se está intentando fagocitar a las uniones del interior, que no seamos ni siquiera un apéndice, simplemente ejecutores de lo que la UAR disponga. Te impone el torneo, las condiciones de los pases, el reglamento, todo, a cambio de darte la plata para jugar ese torneo. Tucumán criticó ese fagocitamiento y se opuso al Comité Regional, donde se nos hacía compartir la mesa con Uniones que no tienen ni un equipo”, grafica Alves.
En virtud de esa imposición de la UAR y de la cerrazón obligada por las restricciones epidemiológicas, se produjo un abroquelamiento de los clubes tucumanos (que en 2021 volvieron a jugar su propio Anual extendido, como era hasta 1998) y se reforzó la intención de darle mayor énfasis a la competencia interna como una antesala del Regional.
“Estamos convencidos de que primero debemos tener un torneo de clubes tucumanos, como mínimo de cuatro meses. El que hicimos en 2021, con sus dificultades, creemos que salió bastante bien. Luego del torneo interno, deberían venir tres meses de Regional y por últimos dos meses de Nacional. Así lo vemos nosotros. Se trata de fortalecer nuestro rugby”, argumenta Taboada.
Alves completa la idea: “tenemos que buscar la alternativa para que todos los clubes tucumanos se enfrenten al menos dos veces, visitándose el uno al otro. Hay que fortalecer no solo el juego, sino las relaciones personales. Han tocado años en los que mi club no se enfrentó con tal o cual otro. Creo que es indispensable hacer un torneo interno fuerte, y que los mejores de ese torneo vayan a competir al Regional. De esta manera, creo que también se estará jerarquizando el Regional”.