Yerba Buena es una de las mejores 10 ciudades de la Argentina para vivir. Así lo ha determinado el Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en base a variables socioeconómicas y ambientales, como educación; vivienda; salud; tipos de relieves; presencia de espacios verdes y de recursos de agua; edificaciones de centros culturales, deportivos y de esparcimiento; cercanías de industrias contaminantes; cantidad de villas miserias; índice delictivo y posibilidad de sufrir inundaciones, tornados y movimientos sísmicos, entre otros aspectos.
En 2013 y tras cinco años de trabajo, este grupo había dado a conocer su primer ranking, que al cabo se ha convertido en el único índice nacional, puesto que confronta datos de más de 500 localidades, entre departamentos y partidos. Por aquel entonces, el departamento piedemontano era ya el mejor posicionado de Tucumán e incluso había quedado entre los mejores puestos del país. A ese informe le siguieron varios hasta que en 2019 desarrollaron un mapa interactivo que permite conocer el nivel de calidad de vida en los más de 52.000 radios censales en lo que se divide la Argentina. En ese mapa -que se mantiene actualizado- los yerbabuenenses ocupan ahora la séptima ubicación.
Pero, ¿para qué sirve un ranking como este? “Para poner en evidencia cuáles son los lugares que están mejor, a fin de que sus habitantes mantengan esa posición privilegiada. Y para que los residentes de las peores zonas solucionen los problemas y doten a sus paisajes de recursos recreativos”, explica Guillermo Velázquez, el investigador principal de este ranking.
De hecho, los mejores ambientes son aquellos que, además de no tener problemas, ofrecen atractivos a sus ciudadanos, como bibliotecas, polideportivos o centros comerciales. “Hay pueblos que no tienen problemas ambientales pero tampoco cuentan con recursos. Se producen, entonces, los éxodos migratorios”, grafica el especialista.
Cuando se le pregunta si la gente que vive en las ciudades bien posicionadas es más feliz, contesta que tiene más posibilidades de serlo. “Las relaciones de las personas con su entorno son insoslayables. A veces, las grandes urbes quedan mal paradas porque producen alineación. Además, dificultan las pausas y obligan a efectuar largos traslados. Los entornos naturales, en cambio, generan bienestar”, añade.
Actualmente, la ecuación que utilizan los investigadores para calcular el índice de calidad de vida en diferentes puntos del país atribuye un 60% del peso a los diversos componentes socioeconómicos y un 40% a los ambientales. No obstante, la importancia otorgada al entorno natural ha crecido: otrora, pesaba sólo un 20%.
Sucede que la calidad de vida es un concepto relacionado con el bienestar de las personas, enseña Pablo Paolasso, geógrafo, investigador, docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y director del Instituto de Investigaciones Territoriales y Tecnológicas para la Producción del Hábitat (INTEPH). Junto a su colega Fernando Longhi, viene efectuando desde hace años el trabajo local, que luego ponen a disposición de Velázquez.
“Estas mediciones se hacen desde 1980 y siempre las ciudades del Norte argentino han ocupado los puestos inferiores. En contrapartida, Yerba Buena es uno de los municipios del país que más ha crecido en términos demográficos en las últimas décadas. En San Miguel de Tucumán no ha ocurrido eso. Si bien hubo una expansión urbana, la mayoría de los migrantes provienen del campo y se trata de desempleados”, razona Paolasso.
- ¿Cuál es su análisis de los resultados de esta medición?
- Resulta altamente positivo que un departamento tucumano se encuentre entre los mejores lugares del país para vivir. Pero llama la atención el contraste en relación a otros. La capital tucumana, que es el que le sigue inmediatamente, ocupa el puesto 135; está muy lejos. La Cocha es otro caso preocupante. Se sitúa en una de las últimas posiciones. Esto nos invita a reflexionar. Nuestra sociedad está separada por un abismo. Tanta desigualdad y tanta fragmentación representan un llamado de atención.
- ¿Por qué Yerba Buena es una de las ciudades con mejor calidad de vida del país?
- El índice cuenta con una dimensión socioeconómica y otra ambiental. La primera se compone de tres grandes ejes, que son la educación, la salud y la vivienda. La segunda está compuesta por los recursos recreativos naturales, los recursos recreativos construidos y los problemas ambientales. En líneas generales, los yerbabuenenses alcanzan buenas puntuaciones en todos esos ejes. Sus habitantes cuentan con los tres niveles educativos, la tasa de mortalidad infantil es baja, poseen obra social y tienen casa propia.
- ¿Qué aspectos debería cuidar Yerba Buena para mantener la conciliación de todas estas dimensiones relevadas?
- Geográficamente, Yerba Buena se encuentra en un área de contacto entre la montaña y la llanura. Justamente, la disponibilidad de espacios verdes es el gran fuerte de este departamento. Y es, también, el gran desafío. Desde 2010 hasta aquí, el área urbanizada ha crecido y se ha expandido hacia zonas altamente vulnerables. Recientemente, hemos visto que entre el Concejo Deliberante y la Municipalidad se han entablado discusiones sobre qué se puede permitir y qué no. Lo que se decida definirá si la calidad de vida mejorará o empeorará.
- Como geógrafo, ¿qué recomienda?
- Se debe ser muy cuidadoso en la gestión de la expansión urbana. Tanto el Estado como el sector privado deben procurar la sostenibilidad. Hoy, se está modificando de manera radical el ecosistema. Cuando la gente se pregunta ‘porqué antes no me inundaba y ahora sí’, la respuesta subyace en la urbanización. Han cambiado las escorrentías y eso generará problemas terribles.
- ¿Confort y accesibilidad son dos valores prioritarios desde el punto de vista de la gente?
- Efectivamente, se trata de dos cuestiones que impulsan la calidad de vida. Eso, en buena medida, lo ha conseguido Yerba Buena. Sin embargo, en los últimos años se está viendo que la accesibilidad vehicular y el tráfico se están tornando caóticos. Y esto impacta en el confort.
Finalmente, Paolasso destaca que índice de calidad de vida describe, en parte, lo que se conoce como condiciones de vida. “En Argentina, utilizamos las mismas variables para medir todos los sitios censados. Y se utiliza una metodología muy rigurosa”, concluye. Los científicos confrontaron datos de 511 unidades, entre departamentos y comunas. El primer puesto lo obtuvo la capital de Mendoza. La lista continúa con Vicente López, Ushuaia, San Isidro, Lago Argentino, San Juan Capital, Ciudad de Buenos Aires, Los Lagos, General Pueyrredón (Mar del Plata) y Bariloche, entre otros sitios.
Para confeccionar el mapa, los investigadores desarrollaron un software. “En tiempo real, se transfieren una cantidad de datos y se realiza, a su vez, un tipo de operaciones con alto grado de precisión”, indica Alejandro Zunino, investigador del Instituto Superior de Ingeniería de Software de Tandil, cuyo equipo estuvo a cargo de esta tarea. Además, los investigadores publicaron el primer tomo del Atlas Histórico y Geográfico de la Argentina, donde se estudian las desigualdades en la calidad de vida de la población argentina a lo largo de su extenso y complejo territorio. Este análisis comienza en 1789 y llega a nuestros días.
Los distritos tucumanos y su puesto en el índice nacional
YERBA BUENA, 7
CAPITAL, 135
TAFÍ DEL VALLE, 192
TAFÍ VIEJO, 205
CRUZ ALTA, 264
MONTEROS, 266
LEALES, 320
FAMAILLÁ, 322
CHICLIGASTA, 323
RÍO CHICO, 339
TRANCAS, 341
LULES, 370
JUAN BAUTISTA ALBERDI, 410
GRANEROS, 418
SIMOCA, 436
BURRUYACU, 440
LA COCHA, 443