En el año 1976 se publicó un estudio sobre la sexualidad femenina que generó mucha controversia. Realizado por Shere Hite -de ahí que se conoce como el “Informe Hite”- contenía más de 3000 respuestas de mujeres que se expresaron con total honestidad acerca de su vida sexual y cuyas edades oscilaban de los 14 a los 78 años. La muestra fue tomada a escala nacional, en el territorio de Estados Unidos y el trabajo resultante fue recopilado en forma de libro. Traducido a varios idiomas y distribuido en muchísimos países (también prohibido en otros tantos), vendió 50 millones de ejemplares. Semejante éxito mostraba sin dudas la necesidad de información sobre sí mismas que sentían las mujeres, su gran interés en conocerse mejor.
¿Cuál fue el principal atractivo y la novedad de este estudio respecto de otros anteriores? A diferencia de, por ejemplo, las investigaciones de Kinsey o de Masters y Johnson, tanto la dirección como las respuestas brindadas en el Informe Hite fueron realizadas enteramente por mujeres. Esto le dio credibilidad y confianza en ese sector de la población (si bien no estuvo exento de críticas por parte de los núcleos más puritanos de la sociedad americana y de ciertos sectores científicos tradicionales).
En el prólogo, Hite declaraba: “A las mujeres nunca se les ha preguntado qué piensan y sienten acerca del sexo; las más de las veces se les ha terminado diciendo qué debían sentir”.
Quizás la conclusión más novedosa y polémica fue que el 70% de las encuestadas no llegaban al clímax durante el coito (de allí quedó la cifra de que sólo el 30% de las mujeres que tienen coito vaginal lo logran durante la penetración). Sin embargo, la gran mayoría era capaz de llegar al orgasmo mediante la autoestimulación. De hecho, la masturbación fue uno de los temas más importantes abordados: las respuestas confirmaron que es ésta la fuente más fácil de orgasmos para las mujeres (el 82% declaró que se autoestimulaba y podía “acabar” en unos pocos minutos). Estas revelaciones fueron un recordatorio para la población femenina de que no tenía que esperar pasivamente a que otro les diera placer: tenía derecho al orgasmo y podían procurárselo ellas mismas.
Las respuestas arrojadas también mostraron con nitidez que un prolongado “juego previo”, con especial énfasis en el estímulo clitorídeo, era condición para que ellas gozaran y, en especial, para que alcanzaran el orgasmo.
Otra premisa que quedó clara fue que, si bien los hombres trataban de tener en cuenta las necesidades femeninas, desconocían qué es lo que realmente necesitaban, querían, sentían y pensaban las mujeres. En conclusión, aunque lo intentaban -al decir de la mayoría de las respuestas- casi siempre duraban poco tanto en los juegos previos como en la penetración.
Para muchos, el verdadero avance que significó el trabajo de Hite fue que a partir de él las mujeres (hétero) empezaron a hacerles saber a los hombres qué era lo que realmente necesitaban desde un punto de vista sexual. Esto no quita que, casi 50 años después, muchos todavía no se hayan enterado o tomado en cuenta tan valiosa información.