Cristina Fernández tiene un refrán de cabecera que todo el mundo en su entorno sabe que le gusta y aplica: “hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño”. Es decir, el famoso tiro por elevación del que hablaba Juan Perón que en primera instancia parecía apuntar a Martín Guzmán, ahora está más que claro que está dirigido como misil hacia Alberto Fernández, a quien la vicepresidenta le quiere aplicar las jinetas para que se cuadre nuevamente. Ahora, depende sólo de él si se rinde o resiste.
Fue todo un proceso de desgaste, a partir de una escalada de declaraciones destinadas a minar en primera instancia al ministro de Economía y también a sus colegas Matías Kulfas (Desarrollo Productivo) y Claudio Moroni (Trabajo), todos alineados con el Presidente. Hasta que uno de los acólitos camporistas del cristinismo, Andrés Larroque, quien venía pegándole a Guzmán a diario, finalmente desnudó el verdadero destino de sus críticas: “si un sector que tiene una mirada más moderada pretende adueñarse de todo el espacio político es un problema”, dijo. La finalidad del discurso está en marcar que el espacio ya tiene dueña y que la moderación no es parte de su juego político.
Puntualmente sobre Guzmán había asegurado que “no lo eligió nadie” como si los ministros integraran las listas, situación que le cabe a él mismo, pero ese desliz luego lo suplió al señalar que “no puede toda la coalición ser rehén (de alguien) que objetivamente no tiene representatividad”. El pecado es haber firmado el Acuerdo con el FMI, pero todos saben que fue el Presidente quien lo avaló y defendió bajo la premisa de la “responsabilidad institucional”.
En su momento, La Cámpora había acusado a Guzmán de llevar "una estrategia equivocada" de "amabilidad, secretismo, hermetismo, confusión y desinformación en las negociaciones" y como se supone que un ministro sigue instrucciones, desde el principio ya se sabía que los palazos eran para el Presidente. Igualmente, la pelota está del lado del Presidente, quien deberá evaluar si sigue haciendo la plancha para aguantar en soledad sin darle ningún vuelo a su gobierno o bien si se acerca de verdad a los gobernadores o aún a la oposición, para que lo ayuden a gobernar hasta el final del mandato, ya con el kirchnerismo en la oposición formal.
Otro refrán que tiene vigencia política, pero para encuadrar al costado opositor, es el que sentencia que “quien se acuesta con niños amanece mojado”. Esto es lo que Mauricio Macri le endilgó a Gerardo Morales, después de haberse publicado una supuesta alianza del jujeño con Sergio Massa para nombrar a la diputada radical Roxana Reyes en el Consejo de la Magistratura y para asegurarle los votos de diputados que le responden si se logra tratar la media sanción del Senado que plantea la reforma del organismo. “Eso te pasa por ser amigo de Massa” le dijo el ex presidente, también un tiro por elevación hacia Horacio Rodríguez Larreta, quien cultiva cierta cercanía con el jefe de los Diputados: “te quiere enredar como una telaraña”, graficó.
En esa misma reunión se decidió no hacerle lugar a Javier Milei en la coalición, a quien se acusó de "intentar quebrar nuestra unidad siendo funcional al oficialismo”. La excusa que se esgrimió fue que las incorporaciones al espacio deben ser aceptadas por unanimidad y evidentemente Elisa Carrió y Patricia Bullrich no piensan igual al respecto sobre el diputado libertario y crítico de la “casta”.
El Frente de Todos y Juntos por el Cambio hoy tienen el mismo problema, ya que los dos espacios están perdiendo votos por izquierda y por derecha, simpatías que se lleva el trotskismo y la derecha liberal, respectivamente. El centro de la cuestión está en el apego internista que se observa en cada uno de ellos. En general, esa factura es hacia ambos conglomerados ya que la ciudadanía advierte que viven mirándose el ombligo y que dejan de lado los graves problemas que sufre la sociedad, desde la inflación o la inseguridad al deterioro educativo y el avance del narcotráfico.
Igualmente, estas responsabilidades siempre le caben más a quienes gobiernan que a los opositores porque la gente supone que todo ese tiempo perdido, una especialidad del gobierno nacional, más allá de la pandemia y de la invasión de Rusia a Ucrania, es lo que explica buena parte del actual deterioro y del que seguramente llegará. Y si de citas populares se habla, para desmerecer el rol del ombligo habrá de recordarse que es allí donde más pelusa se suele acumular.