Cuando un producto escasea, naturalmente el mercado lo encarece por la mayor demanda. La situación se complica aún más cuando el Estado aplica mayores restricciones para acceder a él. Los agentes salen desesperadamente a comprar frente al riesgo de que no lo encuentren por un largo tiempo. Un escenario como el descripto es lo que pasa con el dólar que, si bien ayer se tomó un respiro en la cotización informal, no resiste las presiones inflacionarias de un país que no encuentra el rumbo para su economía. En las últimas semanas, varios importadores han pegado el grito en el cielo por la imposibilidad de adquirir en el exterior insumos y productos. La última queja que se ha escuchado ha sido la de la industria automotriz que advirtió al Banco Central que “están en riesgo” los planes de producción, exportación e inversiones y que podría paralizarse el sector.
Empresas autopartistas comunicaron a las terminales que “a partir de los primeros días de mayo no podrán continuar abasteciendo a las empresas, al no haber sido aceptado por parte de sus proveedores del exterior los cambios en las condiciones comerciales que tenían previamente a la comunicación A 7466”. A través de esa normativa, la entidad que presiden Miguel Pesce asignó una cantidad determinada de dólares para importar insumos y otros productos. Además, desde esta semana, el Gobierno ha decidido reforzar el control de las operaciones de compra de dólares en la Bolsa, a través de la operatoria conocida como MEP. Los operadores tendrán que informar a la Unidad de Información Financiera (UIF) cuando se concreten negocios desde U$S 600.
Los operadores tratan de mirar más allá de las tensiones de corto plazo. Observan que la inflación es la que le puede poner más presión al mercado cambiario, mientras comienzan a mirar lo que puede suceder con la economía después de las elecciones de 2023. Según el economista Gustavo Ber, este proceso cobra fuerza debido a las especulaciones sobre múltiples escenarios políticos, en una clara muestra de que la campaña del año próximo podría ir adelantándose demasiado ya que al final se convierte en el “driver” más relevante para los agentes económicos. La atención de los operadores sigue direccionada hacia el nivel de compras del Banco Central (BCRA), toda vez que resulta crucial profundizar esa dinámica en busca de cumplir con las metas de acumulación de reservas consensuadas con el FMI. Más allá de efímeros respiros en camino, continúa la tónica de dólares financieros sostenidos ante una mayor demanda por cobertura de operadores, activada a raíz de la cautela externa y también los ruidos locales, todo lo cual ya viene desafiando la vigencia del “carry-trade” en el actual contexto, puntualiza Ber.
Ante la consulta de LA GACETA, el analista ha considerado que, debido a las condiciones externas e internas actuales, puede esperarse un desplazamiento al alza de los tipos de cambio, “aún cuando pudiera ser -en el mejor de los casos- por debajo de la elevada nominalidad de la economía”. Ber agrega que la inflación empuja todo para arriba, y en momentos de incertidumbre y cautela global y local, el “carry-trade” está dando un paso al costado, y prevalece entre los operadores la búsqueda de cobertura.
Desde 2019 el tipo de cambio real se apreció 21% por intervención del Central. “Lo preocupante es que esta apreciación es artificial ya que surge de las intervenciones discrecionales del Central en el mercado. La autoridad monetaria endureció el cepo cambiario y utilizó las reservas internacionales para mantener un tipo de cambio artificialmente bajo”, explica la Fundación Libertad y Progreso. Como resultado, las reservas internacionales propias del BCRA cayeron desde U$S 13.259 millones en diciembre del 2019 a U$S 76 millones en marzo de este año (tras lo cual fueron reforzadas por los desembolsos del FMI). Diego Piccardo, economista de la Fundación, indica que, además de la acumulación de problemas económicos, la cuestión política tampoco ayuda. “El ministro de Economía Martín Guzmán no tiene apoyo político de su partido para encarar un ajuste fiscal con credibilidad. Esto se ve claramente con el tema tarifario en donde los funcionarios que responde a Cristina Kirchner le ponen palos en la rueda a su superior”, expresa.
La cotización futura del dólar depende de muchas variables, sintetizando quizás en un cociente que presenta los pasivos monetarios del BCRA en el numerador y las reservas netas líquidas del BCRA en el denominador, remarca, por su parte, el economista Adrián Ravier. El ratio hoy es muy alto y eso indica que tarde o temprano las distintas cotizaciones del dólar presentarán presiones hacia arriba, acota en su contacto con LA GACETA. A su criterio, el gobierno equivoca el camino y los economistas observan críticamente que se ataque el problema a través de los “fijadores de precios” en lugar de buscar la solución en el Central.
La buena noticia -agrega- es que el déficit fiscal viene bajando y eso implica menos emisión futura. Un plan antiinflacionario vía regla monetaria sobre tasa de interés o agregados monetarios, convertibilidad o dolarización necesita ese equilibrio fiscal como punto de partida, manifiesta el docente de Teoría Monetaria. “El problema es que el gobierno recibirá en adelante y hasta las elecciones mucha presión sindical y gremial para recuperar salarios, y ahí el gasto y el déficit pueden volver a subir. Es importante entonces una regla fiscal para que el gasto no suba más que la recaudación”, argumenta. Por el lado de la reservas, el acuerdo con el FMI da cierto alivio, pero patea el problema para 2023, advierte Ravier. En ese sentido, juegan las expectativas. Hay desequilibrios, y el mercado los proyecta para fijar los nuevos precios y las cotizaciones. Hay incertidumbre en el plano político, y divisiones. Todo esto impactará en la economía y también en el dólar, resume. La estabilidad que pueda observarse en algunas ruedas durará poco tiempo, mientras el Gobierno no defina una política monetaria, no sólo para encarrilar el tipo de cambio, sino en general, la macroeconomía.
Agrodólares: la liquidación de divisas
Para este mes, se prevé una liquidación de divisas por parte del sector agroexportador que rozará los U$S 3.500 millones, ante un escenario favorable de precios internacionales. Para mayo se proyecta un ingreso de unos $ 3.000 millones, mientras que para junio estaría en el orden de los U$S 2.500 millones, según fuentes del sector. El aporte de esos agrodólares es fundamental para robustecer las reservas del Banco Central.
Agroindustria: el aporte que realizan
Siete de cada 10 dólares que ingresan al país por exportaciones provienen de las cadenas agroindustriales, al tiempo que la Argentina llega al 82% del planeta con los productos de ese sector, según un informe de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA). En 2021 ingresaron U$S 54.895 millones en concepto de exportaciones agroindustriales, que equivalen al 70% de las exportaciones argentinas.