“Nos muestras todo lo que tienes”. Así empieza la canción “Rock and Roll all Nite” con la cual la banda Kiss cerró su recital en la noche del sábado en Palermo, no muy lejos del estadio Monumental.
Eso es lo que hizo Atlético ante River 24 horas después. Mostró todo lo que tenía esta nueva versión de Lucas Pusineri para complicarle la vida a su colega y amigo Marcelo Gallardo.
El cerrojo del “Decano” en Núñez se probó más que eficaz en una etapa inicial extrañamente aburrida comparada a lo que suele ofrecer el equipo VIP de la “Banda Roja”. Después de todo, el “Muñeco” decidió poner toda la carne al asador, solo faltó Nicolás De la Cruz.
Ensayo general antes de la visita a Colo Colo por Copa Libertadores e intento por revertir la pobrísima actuación del River muletto en Córdoba ante Talleres, eso quiso Gallardo.
Para quienes creían que el destino de Atlético en la “primaveral” tardecita porteña dependía enteramente de lo que hiciera o dejara hacer el anfitrión, Pusineri les demostró que estaban equivocados. Porque el entrenador armó un equipo combativo, compacto, sin complejos.
La misma formación denotaba buen pie (con Guillermo Acosta como único “5” y Ciro Rius y Federico Andrada en cancha, tres aciertos) y la intención de no refugiarse demasiado atrás.
Atlético hizo bien los deberes durante casi toda la etapa inicial, cerró espacios y esperó agazapado alguna oportunidad.
Es verdad que no inquietó a Franco Armani, pero tampoco había sufrido Nicolás Campisi hasta que Manual Capasso, imprudente, bajó a Matías Suárez en el área cuando parecía que el arquero se aprestaba a abortar el peligro.
Hasta el gol de penal de Enzo Fernández fue medio de “chiripa”, porque pegó en las costillas de Campisi y se metió. Un empate en esa primera etapa le hubiera hecho honor al inteligente planteo de “Pusi” y a un equipo tucumano que había hecho bien los deberes.
Paradojas del fútbol: cuando River había empezado a justificar la ventaja en el inicio del complemento, Atlético sacudió al Monumental con ese gol de goleador de Ramiro Ruiz Rodríguez.
Un empate inesperado, pero con méritos compartidos: Andrada y su preciso cambio de frente, y la fe de Rius para ganarle la cuerda a Milton Casco, patear y generar el rebote indebido de Armani, en la previa del cabezazo de “triple R” hacia la red para sellar el 1-1.
Otra virtud de Atlético: al menos por un rato, siguió voraz, casi tan inconforme con el empate como el propio Gallardo, que no festejó la apertura del marcador ni sonrió durante todo el partido.
El partido del miércoles en Chile tenía prioridad en la agenda del “Muñeco”, lo ratificaron sus cambios (hasta Cristian Ferreira ingresó). Pusineri hizo modificaciones lógicas, apostó al pulmón de Renzo Tesuri, a la altura de Cristian Menéndez, a la frescura de Leonardo Heredia.
No alcanzó para ganar, pero el empate, claro, deja un buen sabor de boca. Por los kilates del rival y el escenario. Y por las legítimas formas en que Atlético construyó una buena actuación en un momento difícil.
Como pasó cuando le ganó en la B Nacional o lo dejó fuera de la Copa de la Superliga 2019 aun cayendo por goleada, Atlético volvió a convertirse en una piedra en el zapato de River y la clasificación a cuartos, ahora, está en peligro para el “Millonario”.
Mostrando lo que tiene como lo hizo en Núñez, el Atlético de Pusineri puede llegar a sonar tan bien en un futuro no tan remoto como la legendaria banda Kiss.