PARIS, Francia.- La victoria de Emmanuel Macron en el balotaje, sobre la derechista Marine Le Pen, lo convierte en el primer presidente de Francia que revalida en el cargo en los últimos 20 años. La noticia, difundida a primera hora de la tarde, fue recibida con un suspiro de alivio por sus aliados de la Unión Europea, bloque del que Francia es uno de los miembros fundadores.
Es que los líderes del bloque de 27 países no dan abasto para capear tormentas políticas y controlar los efectos de terremotos económicos en los últimos años.
La salida de Reino Unido de la Unión Europea, la elección en 2016 de Donald Trump, la oleada migratoria desde África por el Mediterráneo, el ascenso de una nueva generación de líderes nacionalistas, la pandemia de coronavirus y la consiguiente debacle económica que provocó, el retiro de Angela Merkel y ahora la guerra en Ucrania y la disparada del costo de vida son sólo algunas de esas sacudidas.
“Una victoria de Le Pen, sería peor que el Brexit y peor que Trump”, confesó un diplomático alemán, en una declaración anónima que da la medida de la preocupación ante un posible “Frexit” si hubiese ganado la ultraderecha.
La posibilidad de tener a una política abiertamente eurófoba sentada en el Palacio del Elíseo tenía inquieta a la mayoría del bloque, de Berlín a La Haya, sea en Roma, Madrid o Copenhague. “La elección presidencial también es un referéndum sobre Europa”, advirtió el propio Macron en Estrasburgo.
El primer mandato se caracterizó por una política que, en equipo junto a la formidable figura de Merkel, defendió la moneda europea y la respuesta continental a cuestiones como la inmigración o el terrorismo.
Esta postura, en las antípodas de la de su rival, es la que muchos franceses le señalan como falta de atención a la política doméstica, el precio de los combustibles, el debate sobre la educación o las jubilaciones y pensiones.
Con el telón de fondo de la invasión rusa de Ucrania y las consiguientes sanciones occidentales que aceleraron la subida de los precios del combustible, la campaña de Le Pen se centró en el aumento del costo de la vida, un punto débil de Macron.
Le Pen prometía recortes en el impuesto a los carburantes, un impuesto sobre las ventas del 0% en artículos esenciales, exenciones de ingresos para los trabajadores jóvenes y una postura de “Francia primero” en materia de empleo y bienestar. Su postura frente a la Unión Europea era
Macron contraatacó con la admiración de su rival por Vladimir Putin, como una demostración de que ella no es confiable en la escena mundial. Lo que más preocupaba a los líderes europeos era la convicción de que Le Pen mantenía sus planes para sacar a Francia de la UE.
La candidata de Reunión Nacional (RU), reconoció la victoria de Macron, pero no se siente derrotada. El candidato de La República en Marcha (LREM) obtuvo 8,2% de votos, una victoria más ajustada que en 2017 cuando derrotó a su rival de la Agrupación Nacional (RN) con un 66,1% de votos contra 33,9 %.
El estrecho margen a favor del presidente subraya que muchos franceses siguen sin estar impresionados con él ni su historial en casa. La desilusión se reflejó en las cifras de participación. Los principales institutos de encuestas de Francia dijeron que la tasa de abstención rondó el 28%, la más alta desde 1969.
Los resultados no le permiten a Le Pen llegar a la presidencia, pero sí tener esperanzas acerca de lo que llamó “vientos de cambio” para Francia y para Europa.
Ella y su partido se centrarán ahora en las elecciones parlamentarias de junio. (Especial)