25 Abril 2022
Argentina, después de un largo y apretado abrazo que mantuvo encerrados a sus hijos por dos largos años, los abrió repentinamente y puso a los hijos en la calle. Muchos no supieron que hacer con esa libertad que de pronto les fue regalada, como aquel que estuvo encarcelado por años y lo deslumbra la luz del sol. Salieron de golpe como pájaros que les abren las puertas de sus jaulas. Algunos volvieron al campo de sus amores. Otros pasean por los parques olvidados de antaño. Regresaron las costumbres de las visitas entre amigos y familiares que habían caído en el olvido. También los viajes postergados y el reencuentro de padres con sus hijos lejanos e inaccesibles. Pero ya nada es igual, casi todo ha cambiado, es nuevo, distinto. Familiares que nos dejaron, vecinos que se mudaron, comercios antiquísimos que cerraron sus puertas y otros nuevos, desconocidos, que las abrieron con ilusión. La vida -con todas las limitaciones y muy lentamente- va retomando su curso. Muchos quedaron en el camino del dolor, su recuerdo huele a nostalgia y hay preguntas que quedarán sin respuesta. ¿Por qué? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Se repetirá? El mundo entero se puso de pie y estuvo en estado de alerta. Se ha escrito una página dolorosa de la historia y va a costar mucho esfuerzo repechar la cuesta con firmeza. Para lograrlo hace falta renacer a la esperanza y mantener cautivo al temor. Ya sabemos a qué atenernos y ojalá la vida nos permita escribir una mejor página de nuestra historia.
Slivia Neme de Mejail
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