COMPILACIÓN
ESCUCHAR MALVINAS
VARIOS AUTORES
(Gourmet musical – Buenos Aires)
Cuando se habla de la música argentina en tiempos de la Guerra de Malvinas la referencia suele ser al rock nacional. El adiós de Serú Girán y el salto solista de Charly García, la consolidación de Luis Alberto Spinetta y la aparición de un boom de bandas con una calidad increíble. Ahí están, entonces, Los abuelos de la nada, Sumo, Soda Stereo, Virus, GIT, Los Twist, Suéter, Miguel Mateos-Zas, Los violadores y tantos otros grupos tan buenos que la lista se volvería por demás extensa. En esa línea, este libro es una originalidad entre tanto material publicado por los 40 años de la guerra.
En Escuchar Malvinas, con textos compilados por Esteban Buch y Abel Gilbert y escritos por Camila Juárez, Mariano del Mazo, Mercedes Liska, Norberto Cambiasso, Sergio Pujol, Ricardo Dubatti, Martín Liut y Julián Delgado, el tema es la música pero desde una visión amplia. Nos permite, en ese sentido, pensar a la Argentina de esos años. Gilbert, por ejemplo, a través de su texto “Los sonidos de la guerra” nos cuenta qué canciones escuchaban los jóvenes soldados argentinos. “El soldado Rubén Gaetán recuerda a un grupo de conscriptos que se ponían a cantar temas de León Giecco”, escribe. Son tiempos de “Sólo le pido a Dios”, “Era en abril” y “Catalina bahía”. También se alude a la incidencia del cubano Silvio Rodríguez con “En estos días”.
Esteban Buch y Camila Juárez recuerdan un hecho eternamente polémico en “Los conciertos para el fondo patriótico y la música en la cultura de la guerra”. Nos cuentan sobre las publicidades que arengaban al patriotismo, el papel de los medios, los $500.000 millones recaudados a través del Fondo Patriótico - Malvinas Argentinas. Donaciones. Y sobre todo el Festival de la solidaridad americana a beneficio.
Mariano del Mazo nos recuerda la violencia de aquella Argentina en su “La vuelta de Mercedes Sosa”. Describe cómo se produjo el exilio de la cantante tucumana y su regreso al país de la mano del empresario Daniel Grinbank. Tensión alrededor del teatro Ópera por posibles ataques o represión. De dos funciones en el Coliseo se pasó a 11 en el Ópera.
Mercedes Liska nos cuenta una gran historia en “Puerto Pollensa y Puerto argentino”. En esos tiempos, escribe, el ranking de las canciones más escuchadas lo encabezaban la Marcha de Malvinas y “Puerto Pollensa”. Desmenuza el trabajo artístico de su autora, Marilina Ross, y la aparición de Sandra Mihanovich para aportar voz al dúo. Que además era una pareja en tiempos en que la homosexualidad era condenada. Ellas se animaron a enfrentar eso. Contar lo que generó esa canción es un mérito de Liska.
“Una historia de la anglofilia musical: de los grillos a campo minado”, de Gilbert, es asomarse a la historia anterior de la guerra. Recordar qué se escuchaba y cuál era la influencia de la música en inglés en Argentina. Se recuerda la influencia de las transmisiones radiales. Silvia Fernández Barrios se hacía llamar Miss Liberty. Y según un despacho de la agencia EFE citado por Gilbert, “se dirigía a los ingleses con ‘deliberado tono erótico’”.
El texto de Norberto Cambiasso, “El pop británico y la guerra de Malvinas”, es el resultado de una mirada original: cuenta al rock inglés y analiza algunas de sus letras antes y después de Malvinas. De los resabios de la Segunda Guerra pasa a los de Malvinas, pero con la mirada británica. Músicos de los 70 y los 80. La oposición al tatcherismo y a un sistema de gobierno que creaba cada vez más desocupados y violencia. Malvinas fue, en ese sentido, un salvataje al decadente clima social que se vivía.
Imposible no viajar en el tiempo cuando Sergio Pujol analiza el emblemático show de Charly en la cancha de Ferro. Su texto “En torno a ‘No bombardeen Buenos Aires’ de Charly García” es revivir aquella noche histórica, cuando el mejor Charly solista iniciaba su serie de discazos de los 80. Pujol da cuenta de detalles, como la llegada de los músicos al estadio de Caballito. Y de cómo la dictadura ya empezaba a retirarse.
Escuchar Malvinas tiene otra mirada original en “El señor Brecht en el salón dorado de Abelardo Castillo”, de Ricardo Dubatti, quien analiza el “teatro y la música como territorios de desafíos al poder”. Historiador teatral y músico, Dubatti parte de la obra de teatro escrita por Castillo para presentarse en el Colón en 1982, poco después de terminada la guerra. Fue, desde la cultura, otro desafío a la dictadura. Y Martín Liut refiere en “Apuntes sobre las representaciones musicales y generacionales de la Guerra de Malvinas” al papel de tres personas ligadas a la música. Darío Volonté como sobreviviente del ataque al Crucero General Belgrano; Fito Páez en su iniciación musical mientras parte de su generación, la del 63, luchaba en Malvinas; y el musicólogo y ensayista -además de compilador en este libro- Esteban Buch. “Haber nacido en ese año supone integrar un grupo etario que fue, o pudo ir a combatir, sobrevivir o morir en Malvinas”, se lee.
El último texto -“La guerra de Malvinas y la nacionalización del rock argentino”- lleva la firma de Julián Delgado, quien nos invita a pensar y recrear cómo fue que la música se malvinizó. O el rock nacional explotó en radios como Del Plata y Rivadavia, entre las más escuchadas. “De modo repentino, la prohibición tácita de transmitir música en inglés por las radios abrió grandísimas posibilidades mediáticas primero y discográficas muy pronto para los músicos de rock locales”, escribe Delgado.
300 páginas para pensar, descubrir y recordar. Eso es lo que tiene Escuchar Malvinas. Por eso está bueno leerlo.
© LA GACETA
ALEJANDRO DUCHINI