Julio Paz, un hombre que dejó una huella imborrable

Julio Paz, un hombre que dejó una huella imborrable

El mundo de la ovalada se desayunó ayer con la triste noticia del fallecimiento de Julio Paz, a los 81 años. Fue un emblema de Tucumán Rugby, que además jugó en los seleccionados local y nacional.

LEYENDA. Julio Paz será recordado por todo el mundo del rugby.
23 Abril 2022

“Es triste que el rugby pierda a un hombre así. Tuvo una trayectoria enorme, no sólo en el rugby sino también en Tucumán, porque tuvo una participación muy activa, en otros lugares, en LA GACETA”. Emocionado se dejó ver Miguel Reginato, ex rugbista, al recordar a Julio Paz, fallecido ayer.

JURA. Paz, además de cargos deportivos, ocupó otros oficiales en su extensa y ejemplar vida pública.

Paz fue de esas personas que uno nunca pensó que se fueran de este mundo. Al que se lo creía eterno. El que irradiaba un aura distinto. Con su amable sonrisa hacía amigos en cualquier rincón que pisaba, sea en Tucumán o en el país. Un hombre, que vivía por y para el rugby. Pasaron varias generaciones a las cuales les brindó sus desinteresados y sanos consejos. Se lo va a extrañar.

“Fue una gran persona, siempre marcando un camino a seguir”, amplió conceptos Reginato, que junto a los Old Virgins le entregaron una placa, en el último Seven de Tafí, a la memoria de su hijo, Salustiano, que falleció el año pasado por la covid-19.

HONOR. Julio Paz, invitado por LA GACETA para ser jurado del premio al Deportista del año.

Por su parte Carlos “Cacho” Valdez recordó que, hace algunos años, “un grupo de muchachos de rugby armaron un grupo de Whatsapp, en el que nos incluyeron a Julio y a mí. Siempre nos distinguían, por ser los dos más viejos. Participamos en reuniones muy alegres y festivas, en el que nos brindaron muchas muestras de cariño. En esas reuniones, con Julio a veces nos íbamos a un lado para conversar sobre cosas del pasado, no sólo de rugby, sino de cosas de la vida. Eso nos sirvió para consolidar nuestra relación, que ya se remontaba a esos primeros tiempos de rugby, cuando fuimos compañeros en el seleccionado tucumano”.

Los grandes amigos se hacen en las diversas giras, y así lo recuerda “Cacho”: “recuerdo un viaje que hicimos en 1959 a Buenos Aires, para jugar contra Capital. Nos quedamos toda la semana, ya que el viaje en tren era muy largo, y nos alojábamos debajo de la tribuna del Club Atlético San Isidro. Julio era un wing forward de ese equipo. Ahí comenzó a forjarse una gran amistad con él y otros muchachos. Con los años, a ambos nos tocó ser presidentes de nuestros clubes y participar de reuniones importantes de la UAR. Nos veíamos muy seguido. Que en paz descanses, querido e inolvidable adversario circunstancial, amigo de siempre, caballero del deporte. Nos vemos”, cerró muy emocionado Valdez.

JUGADOR”. Paz defendió los colores “verdinegros”.

Otro de los grandes referentes del rugby local, Ricardo Sauze, expresó su sentimiento ante Julio, que supo dirigirlo en la Primera del “Verdinegro”. “Él fue Tucumán Rugby, la historia misma del club, diría. Comencé a ir al club a los 14 años y Julio ya era toda una institución. Fue el padre de muchísimas generaciones. Siempre nos cuidó y nos dio buenos consejos. Una persona muy importante que nos inculcó el buen camino”, asegura Sauze, que comenta que llegó a sentir a Paz como un padre. “Hizo todo en el club: fue jugador, entrenador, dirigente y siempre estuvo peleando por los ideales de nuestras institución y de la vida. Una persona espectacular, del cual, sin dudas se sentirá su ausencia”, prosiguió Ricardo para cerrar con una anécdota, no con él, sino a través de él: “en cualquier lugar del país adonde fui me encontraba con alguien y se daba el tema del rugby y de Tucumán Rugby. Todos me preguntaban si conocía a Julio Paz. De ahí nomás hay que llevarse lo que representaba”.

Otro ex dirigido suyo en la época del resurgimiento de los de Marcos Paz fue Adalberto Páez Márquez, que lo recordó con mucha emoción: “Julio me formó en varios ámbitos, como jugador y como persona. Salimos dos años seguidos campeones (1977 y 1978). Era uno más del grupo, muy querido por todos. Lo que me marcó fue una frase que decía: ‘hay que apuntarle a las estrellas para pelearle al águila’. Entregó la vida a todo el rugby Tucumán, no sólo de Tucumán Rugby”, concluyó.

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