Néstor Garnica: magia que se lleva en la sangre y también en el arco del violín

Néstor Garnica: magia que se lleva en la sangre y también en el arco del violín

Hay desembarco santiagueño en Tucumán.

Néstor Garnica Néstor Garnica

“Esto va a ser una ceremonia. Aquellos que dicen que 20 años no es nada, mienten -asegura entre risas Néstor Garnica-. Es un montón de tiempo, un tesoro de mi vida, y hay que festejarlo por haber llegado hasta aquí de la manera en que llegué; hay que celebrar tocando”.

El destacado violinista, cantante y compositor santiagueño sube hoy a las 21 con su banda al escenario del teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).

Garnica le cuenta a LA GACETA que ha planeado festejar su aniversario con la música en gira. “Empiezo por el Norte y Tucumán es el primer lugar donde tocamos. Se ha dado así, que empecemos en una ciudad tan importante para mi vida artística -explica-. Es un lugar que quiero mucho porque he tenido la posibilidad de vivir ahí, y guardo los mejores recuerdos. Quiero aprovechar festejando con todo”.

Son 20 años que están plasmados en seis discos, uno nominado a los premios Gardel, en una carrera imparable. Pero Garnica hace una cuenta que se extiende a 40 años, desde que empuñó su primer violín, cuando tenía nueve. Entonces sorprendió a su familia: cuando su padre le regaló el instrumento, él le sacó sonidos. Vendrían sus primeros estudios en su provincia y luego, en esta capital, fue alumno de los profesores Fernando Mattos y Carlos del Lungo.

“Todo empezó con don Sixto Palavecino, en el programa ‘El alero quichua santiagueño’, en Radio Nacional Santiago del Estero. Después he conocido maestros que me han llevado para Tucumán. He tenido la posibilidad de hacer mi carrera en la Escuela de Música de la UNT”, recuerda.

- De chico tenías intuición; ya eras violinero y violinista.

- Se llama violinero al autodidacto. Después uno se ha ido preocupando por aprender cada vez más, por enriquecerse musical y violinísticamente. Pero al violinero yo lo llevo en el alma; no me lo van a poder sacar jamás, está dentro de mí. Amo esos viejos por quienes yo toco el violín: don Sixto, don Pedro Cáceres, Tomás Avendaño... Los he conocido en mi niñez y mi adolescencia. Después he conocido otros maestros que me han dado la posibilidad de aprender otras técnicas.

- El violín te ha llevado por el mundo. En Europa hubieras podido quedarte en la música académica, pero te ganó la creación musical de raíz, y desde este lado del mundo.

- Tucumán, Buenos Aires, Europa, y la vuelta. No hay límites en la música. Lo que pasa es que todo lo que uno aprende lo atesora de por vida. He vivido 10 años en Europa. Estaba planeando mi disco como solista de folclore, con mis propias composiciones y arreglos, con música que en Europa no iba a tener tantas posibilidades; había que batallar muchísimo. En cambio aquí fue un descubrimiento para el folclore argentino, por mi forma de tocar el violín.

A las 21, Garnica presenta “20 años solista” en el teatro Mercedes Sosa

- Desde entonces recorrés escenarios.

- Me abrió las puertas del folclore en los festivales todo el país, y después de 20 años seguimos integrando las grillas, lo que no es fácil de conseguir. Ese mantenerse en el tiempo tiene que ver con el trabajo que uno hace, con lo que va proponiendo año a año, disco a disco; las composiciones; la forma de ofrecerlas a la gente, y de tratar de brindar siempre un show diferente.

- Te llaman “violinero del Apocalipsis” por tu entrega en vivo, ¿qué te da el público?

- El público me responde con cariño. La verdad es que no me puedo quejar; la gente siempre nos trata de 10. Es un permanente ida y vuelta: uno entrega música y recibe mucho a cambio.

- Música que se prolonga en el violín de tu hija Malena.

- ¡Sí! Ella creció entre guitarras y violines, no le quedaba otra opción. Lo lleva en la sangre, pero además se ha preocupado; estudia y hace mucho esfuerzo para poder tocar conmigo porque el repertorio que abordamos no es nada fácil, si bien es folclórico. Ahora ella ya está preparada para el escenario. Hasta antes de la pandemia, por una cuestión de edad no se daba, pero ahora ya tiene 16 años y me puede acompañar. Así lo estamos haciendo desde principios de año.

- ¿Cómo se forma tu banda?

- Somos Carlos Duarte en bombo y voz; Alfredo Lugones en guitarra y segunda voz; Hugo Mazzeo en contrabajo; Rodolfo Boeta en batería; Malena Garnica en primer violín y yo. Son tres violines, guitarra, bombo y contrabajo, casi como una orquesta típica folclórica santiagueña. Es una formación bien criolla, como la de mis maestros, Los Violineros Santiagueños, de La Banda, en cuyo contrabajo estaba don Enrique Carabajal, el padre de Musha y de Kali.

- Acreditás buenas fuentes.

- Uno tiene que sentirse satisfecho porque viene de esa escuela y porque también lo lleva en la sangre. Es una magia que brota, y lo que gusta es eso: lo genuino.

- ¿Qué traés para el show?

- Hemos preparado un paseo por mis seis discos, con los temas más destacados de todos ellos. Traemos también muchas canciones nuevas y una suerte de música clásica llevada a lo popular, por aquello de que en la música no hay límites: tocamos Vivaldi en ritmo de chacarera y Paganini en ritmo de huayno, entre otros. Hace mucho que nosotros teníamos ganas de hacerlo. Y ahora, como vamos a un teatro, nada menos que al Mercedes Sosa y en la capital tucumana, hemos invitado a músicos de la Sinfónica de la UNT para que nos acompañen a tocar varios temas clásicos ideales para el violín, escritos por compositores que me han influenciado para hacer folclore y abordar la chacarera de la manera en que lo hago.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios