WASHINGTON, Estados Unidos/LEÓPOLIS, Ucrania.- El alto el fuego humanitario entre las fuerzas ucranianas y rusas en Ucrania no está en el horizonte inmediato, pero podría ser posible en un par de semanas, dijo el jefe de ayuda de Naciones Unidas. Martin Griffiths comentó, en una sesión informativa en la sede de la ONU en Nueva York, sobre los intentos de organizar un alto el fuego local en Ucrania, para llevar ayuda y procurar que civiles desesperados puedan ser evacuados de las zonas asediadas.
La invasión rusa, el mayor ataque a un estado europeo desde 1945, ha causado miles de muertos y heridos. Se calcula que más de siete millones de personas están desplazadas internamente en Ucrania y necesitan ayuda urgente, según el Comité Internacional de Rescate. La cantidad total de personas que tuvieron que dejar sus hogares supera los 10 millones, si se cuenta quienes lograron salir hacia otros países.
Griffiths se reunió este mes con altos funcionarios en Moscú y Kiev para intentar mejorar un sistema para notificar a los bandos los movimientos de evacuación y suministro humanitario.
“Todavía no tenemos un alto el fuego humanitario en el lado ruso -dijo-. Entré en muchos detalles y ellos siguieron prometiendo que me responderían sobre esas propuestas”. Por ahora, un alto el fuego local no está en lo más alto de la agenda rusa, señaló.
Griffiths dijo que viajaría a Turquía esta semana para discutir con el presidente Recep Tayyip Erdogan y otros funcionarios las perspectivas de albergar conversaciones humanitarias entre Ucrania y Rusia. “Turquía ha sido capaz de presentarse a ambas partes como un anfitrión realmente valioso y útil para esas conversaciones”, indicó.
Los funcionarios de la ONU planean enviar un convoy humanitario en los próximos días a la región oriental de Donetsk, donde separatistas respaldados por Rusia declararon una república, y desde allí los suministros irían a Lugansk, otra región separatista.
La región oriental está siendo asediada por tropas rusas, que concentran en la zona sus ataques. La ciudad de Mariúpol, al sudeste, resiste bombardeos y ataques por tierra desde hace semanas y -según denunció el alcalde- la deportación de 40.000 civiles a ciudades rusas o a regiones controladas por militares rusos.
“Están deportando a la fuerza” a los residentes, dijo Vadym Boichenko a la televisión ucraniana. “Lo hemos verificado a través del padrón municipal”, expresó.
El comandante de las fuerzas que resisten en la devastada ciudad portuaria de Mariúpol, el mayor Serhiy Volyna, pidió ayuda al Papa Francisco. “Es hora de ayudar no sólo con oraciones. Salven nuestras vidas de manos satánicas”, dice la carta.
En el otro extremo del país, en Leópolis, un ataque ruso con misiles causó la muerte de siete personas, las primeras víctimas civiles en la ciudad occidental.
Maksym Kozytskyy, gobernador de Leópolis, situada a 60 kilómetros de la frontera con Polonia, dijo que hubo cuatro ataques: tres sobre almacenes que no estaban en uso por los militares y otro sobre una estación de servicio. “Fue un ataque bárbaro contra una instalación completamente civil”, dijo Andriy Sadoviy, alcalde de Leópolis. Añadió que la explosión también causó 11 heridos y destrozó ventanas de un hotel para ucranianos evacuados de otros lugares del país. Un hombre y una mujer murieron en la ciudad de Járkov, cuando proyectiles impactaron cerca de un edificio.
El Ministerio de Defensa ruso informó que atacó cientos de objetivos militares en Ucrania durante la noche del domingo de Pascua. Misiles lanzados desde el aire destruyeron 16 instalaciones militares en las regiones de Járkov, Zaporiyia, Donetsk y Dnipropetrovsk y en el puerto de Mykolaiv, localidades al sur y este de Ucrania. Además, la aviación rusa lanzó ataques contra 108 zonas en las que se concentraban las fuerzas ucranianas y que la artillería golpeó 315 objetivos militares ucranianos.
Rusia intenta hacerse con el control total de la ciudad portuaria de Mariúpol, en el sureste del país, asediada desde hace semanas y que supondría un enorme premio estratégico, al unir el territorio en manos de los separatistas prorrusos en el este con la región de Crimea que Moscú se anexionó en 2014. (Reuters)