El pájaro que preanunció la muerte de Gabriel García Márquez

El pájaro que preanunció la muerte de Gabriel García Márquez

Se cumplen ocho años del fallecimiento de Gabo en México, rodeado de coincidencias con lo que escribió en “Cien años de soledad”. Una vida de 87 intensos años, que dejó un legado inmortal.

REFERENCIA LATINOAMERICANA. Gabriel García Márquez, inigualable. REFERENCIA LATINOAMERICANA. Gabriel García Márquez, inigualable.

Hay una anécdota muy recordada entre los familiares de Gabriel García Márquez. Ocurrió en la casa de la calle Fuego 144, en el sur de la ciudad de México, donde el Nobel de Literatura vivía sus últimas horas.

En la mañana del día en que murió Gabo, apareció un pájaro muerto en un área que antes había sido una terraza, pero que luego se cerró con paredes de vidrio transparente para convertirla en una suerte de sala comedor hacia el jardín. Era evidente que el pájaro quiso entrar, se desorientó, chocó en el panel de vidrio y cayó muerto en el sofá, justo donde solía sentarse García Márquez.

En aquel momento, los amigos, los familiares y los empleados que estaban en la casa dividieron sus opiniones: esto es un buen augurio; esto es un mal augurio... Lo cierto es que no sabían qué hacer con el pájaro, si tirarlo a la basura o enterrarlo en el jardín. “Fue todo un tema de discusión”, recuerda Rodrigo García Barcha, el hijo mayor del escritor colombiano.

En el libro de despedida a sus padres, Rodrigo, que además es cineasta, agregó más detalles de aquella anécdota. “En horas de la tarde, muere Gabo y una amiga de Mónica, la asistente de mi papá que no sabía nada del pájaro, le escribe para decirle a ella que si nos estamos dando cuenta de que Gabo está muriendo un jueves Santo, que es también el día de la muerte de Úrsula Iguarán y como ejemplo nos manda la página de ‘Cien años de soledad’, que cuenta ese deceso. Al releer el email con esa cita, dice que cuando Úrsula murió era un día de calor y los pájaros desorientados entraban a las casas, chocaban contra las paredes o las ventanas y caían muertos al piso. Entonces fue una casualidad -resalta Rodrigo-, no se me ocurre una mejor palabra, pero fue una casualidad un poquito alucinante, como digo en el libro, y Mónica me mira cómo diciendo: cómo lo explicas y lo que pensé fue: no lo explico, pero lo voy a contar”.

Ocho años han pasado de aquel momento en la casa de México. García Márquez murió el 17 de abril de 2014, a la edad de 87 años. La noticia recorrió el mundo por haber sido uno de los más grandes escritores de la literatura universal, el autor de obras clásicas como “El amor en los tiempos del cólera”, “El coronel no tiene quien le escriba”, “Crónica de una muerte anunciada”, entre otras, el ganador del Premio Nobel de Literatura...

García Márquez fue un periodista que amaba el oficio, pero odiaba tener que dar entrevistas; una persona que adoraba los silencios, y con un encanto especial cautivó a intelectuales y a políticos, y hechizó a millones de lectores en todo el mundo. En 1961 se instaló en México, país al que convirtió en su segunda casa. En aquellos años, su amigo y compadre Plinio Apuleyo Mendoza, le preguntó si había sido su abuela quien le ayudó a descubrir que iba a ser escritor. “No, fue Kafka, que, en alemán, contaba las cosas de la misma manera que mi abuela –respondió Gabo-. Cuando yo leí a los 17 años ‘La metamorfosis’, descubrí que iba a ser escritor. Al ver que Gregorio Samsa podía despertarse una mañana convertido en un gigantesco escarabajo, me dije: ‘Yo no sabía que esto era posible hacerlo. Pero si es así, escribir me interesa’”.

El pájaro que preanunció la muerte de Gabriel García Márquez

De Aracataca al mundo: Gabriel José de la Concordia García Márquez nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, un pueblo de la costa atlántica de Colombia. Fue escritor, novelista, cuentista, periodista y guionista de cine. Era hijo de Luisa Santiaga Márquez y Gabriel Eligio García y el mayor de 12 hermanos. En su pueblo natal, el niño Gabriel vivió hasta los ocho años, siempre acompañado y cuidado por sus abuelos, Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán, quienes con sus infinitas historias, fábulas y leyendas familiares, nutrieron para siempre la vida y obra del futuro escritor y le dieron alas a una imaginación que no tuvo límites.

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