La semana más solemne del calendario litúrgico del catolicismo ha llegado. Y para los creyentes, este es un tiempo de reflexión y oración. Aunque todavía estamos muy lejos de volver a la normalidad, a diferencia de los años pasados en este 2022 será posible participar de las celebraciones presencialmente y sin restricciones de gente.
Jueves Santo. Se recuerda la Última Cena de Jesús con sus apóstoles, en la que él les lavó los pies en señal de amor y de servicio. Fue durante esta comida que Jesús estableció la Eucaristía, al bendecir el pan y el vino y al decirles que recibieran su cuerpo y su sangre. Además, dejó instituido el Sacerdocio Sacramental. Al terminar la cena, Jesús fue a rezar al Huerto de los Olivos. Allí lo arrestaron.
"Esta una noche muy especial. Se nos invita a permanecer en vigilia de oración; los templos quedan abiertos hasta tarde, algunos hasta el amanecer. Mucha gente se acerca a rezar el viacrucis, a hacer las visitas a las siete iglesias o, simplemente, a permanecer en silencio frente al sagrario", explica el padre Jesús Eduardo Fernández, párroco de la parroquia Nuestra Señora del Valle, en Yerba Buena.
El Viernes Santo. Jesús fue entregado por su discípulo, Judas, y crucificado. Una vez fallecido, lo bajaron de la cruz y lo sepultaron en una cueva. Para que nadie fuera a robarse el cuerpo, delante de la tumba se consignaron dos guardias. Además, la entrada fue cubierta con una piedra grande y pesada.
"Se contempla con dolor la muerte de Jesús. En esta fecha se recuerda la Pasión de Cristo, la coronación de espinas y la crucifixión. Esto se conmemora con el Vía Crucis, que en latín significa el camino de la cruz", enseña el sacerdote. Se trata de un conjunto de 14 cuadros o cruces que señalan diferentes momentos desde su captura hasta su sepultura, con el objetivo de recorrer espiritualmente el camino de Jesús hasta el monte Calvario.
"Es el mismo camino del dolor humano. Jesús decide transitarlo por nosotros. Y desde allí ilumina las diversas situaciones diarias de injusticias; caídas; traiciones; burlas; venganzas; indiferencias; soledad y abandono", razona.
Además y en palabras del párroco, en el contexto actual dónde el misterio de la muerte nos tocó cerca, por las partidas de personas queridas debido a la pandemia de coronavirus, se trata de un día para asociar nuestros dolores al misterio de la cruz y descubrir así una respuesta divina y por encima de la lógica humana.
Sábado Santo. Es la bisagra entre la muerte y la resurrección de Jesús. No se celebra misa y se mantiene el altar sin manteles. A la noche se realiza en las iglesias una vigilia pascual, para esperar el regreso de Jesús. "Es el día del silencio sagrado, de la incertidumbre, del desconcierto y de la esperanza por algo nuevo y distinto", grafica el padre Jesús.
Desde su mirada, esto produce un cambio y una nueva vida en el corazón de los hombres y se plasma en cada signo de la misa que se efectúa esa noche y que se expresa "maravillosamente" en la vela que encendemos.
Domingo de Pascua. En concreto, es la fiesta más importante de los cristianos. Se conmemora el momento en que Jesús resucitó. "Cada domingo es el día de la resurrección de Jesús. Pero muy especialmente el domingo de Pascuas, celebramos la alegría del resucitado y la esperanza de que también nosotros estamos llamados a resucitar", asegura.
Pero finalmente, ¿por qué la Pascua es tan importante para los cristianos? "Hay que decir que esta celebración anual nos abre una oportunidad de cambio y de conversión para dejar que el anuncio evangélico de los primeros testigos de ese gran milagro hoy siga resonando con la misma fuerza y gozo", exclama.
"Necesitamos buenas noticias, que nos saquen de las penas, las tristezas, las amarguras y las desesperanzas. Así que felices Pascuas para todos", concluye el sacerdote.