La mascota de San Martín no quiere despertar del sueño

La mascota de San Martín no quiere despertar del sueño

“El Pipa”, socio activo e hincha, ahora también es la mascota del equipo.

PRESTADO. A González, ya felizmente empapado, le acercaron un paraguas.  la gaceta / fotos de diego aráoz PRESTADO. A González, ya felizmente empapado, le acercaron un paraguas. la gaceta / fotos de diego aráoz

La pasión de Matías González viajó por la ciudad. Podría haberse quedado en la zona donde nació, Villa 9 de Julio, pero ninguna de las escalas lo cautivaron tanto como el destino final: La Ciudadela. Ni Sportivo Guzmán, quizás Argentinos del Norte, mucho menos Atlético, desviaron el sentimiento de “El Pipa” cuya presentación “futbolera”, desde hace un par de meses, tiene un nuevo status. Al socio activo e hincha, se le suma la condición de mascota de San Martín.

En la victoria del “Santo” ante Independiente Rivadavia por 2 a 0, González tuvo su salida a cancha número ocho. El récord quedó en cinco partidos ganados, dos perdidos y un empate. Al disfraz lo confeccionó él mismo con tela de acetato, le diseñó cuadros de colores rojo y blanco y un pantalón con bandas verticales. Anoche se mojó porque no iba a desequilibrar la combinación albirroja. “Tenía un paraguas rojo y blanco y me lo levantó no se quién”, explicó. La larga galera y la bandera terminan la personificación. La bandera de tres metros no estuvo en La Ciudadela, sí una más pequeña. La lluvia fue un enorme contratiempo para buscar su “trapo”, pero a él no lo frenaron las precipitaciones.

“Todo estaba inundado. Le pedí a alguien que pasaba en una cuatro por cuatro que me llevara. Se metió contramano por una calle. Me dejó en el centro”, relató. “Me tomé el 12, me bajé en la avenida y caminé”, resumió “El Pipa” que llegó para el entretiempo cuando las glorias de San Martín tuvieron un homenaje. “Desde la puerta del túnel, le aviso a los cuatro costados del estadio que ya se viene el equipo. Así comienza la fiesta roja y blanca”, explicó su misión la mascota.

“Con 33 años, no caigo. No puedo creer estar en el lugar que veía desde la tribuna, subido a los hombros de mi papá”, relató “El Pipa”. Don Ángel, su padre, es el responsable de la pasión de Matías. “Tenía apenas ocho años cuando me llevó. Tengo que estar tirado en la cama de un hospital para faltar a la cancha”, comparó González que es acompañado desde el cielo por su papá.

“El Pipa” derrocha devoción. Para él, miles de personas están en esa sintonía de grandilocuencia en la que funciona. “Seguro es el sueño de todo hincha ciruja. Sueño del que no quiero despertar”, rogó. Si bien tenía la idea desde hace años, recién encontró la cabida justa en la comisión directiva actual. “Soy un afortunado y bendecido. Formo parte de ese show hermoso e impagable que hace olvidar absolutamente todo tipo de problemas”, afirmó.

En la vida de González es prioritario estar presente cada vez que San Martín juega, así diluvie como pasó ayer. “Ir a la cancha nunca fue barato. Pero como digo yo, cada cual atiende su juego y tiene su escala de prioridades”, estableció. “Yo decido poner a San Martín sobre muchas otras cosas. La gente tiene hobbies o vicios. Para mí, San Martín es un verdadero estilo de vida. Puedo gozar de tener un trabajo que me permite poder estar en cada evento en mi amada Ciudadela”, remarcó el árbitro de fútbol que dirige en torneos de veteranos, infantiles y femeninos.

En la descripción del “universo mascotero” hay perfección. González aclaró que él no es el único responsable del ideal. “El sueño es posible gracias a mi familia y amigos que me bancan y aguantan esta locura interminable. Cada persona que trabaja en el club, ellos me brindan su confianza y gran cariño desde el comienzo. Y la gente. ¡Lo es todo! El amor, cariño y apoyo de ellos suma y mucho. Es un jugador más”, aseguró González, palabra autorizada cuando se habla de alentar.

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