Mientras el Gobierno intenta frenar las subas de precios, los analistas esperan que el dato de inflación de marzo, que mañana difundirá el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) sea uno de los valores más altos en décadas. El Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano analizó el proceso de aceleración de la inflación de nuestro país y, según sus proyecciones para marzo alcanzará un 6,1% de alza de precios al consumidor.
“Esta aceleración es atribuible, en primer lugar, al impacto de los aumentos en los combustibles, las tarifas, las prepagas y la educación, que estaban previstos. A ello se sumó el incremento en los precios de las commodities, por efecto de la guerra en Ucrania”, explica Víctor Beker, director del Centro de Estudios del CENE de la Universidad de Belgrano.
“Como si esto fuera poco, se agregó el anuncio por parte del presidente Alberto Fernández acerca de una ‘guerra contra la inflación’. Ello generó, inmediatamente, remarcaciones preventivas de precios, por temor a su congelamiento. Es decir que tuvimos una ‘tormenta perfecta’”, explica el economista.
De acuerdo con la visión de Beker, los intentos del Gobierno por atacar el alza de precios parten de un diagnóstico equivocado: “El Presidente adhiere a la explicación monocausal preferida por algunos sectores del oficialismo: la inflación sólo la generan los formadores de precios monopólicos. Incurre aquí en un error conceptual, confundiendo precios altos con alza de precios”, acota.
“La concentración de la oferta puede explicar precios elevados, pero no precios en alza continua. No se entiende por qué el monopolista no utilizaría su poder de mercado para fijar de una vez el mayor precio posible y no en cuotas, como parece sostener la teoría comentada”, subraya.
“Tampoco se comprende, si la causa fuera la concentración económica, por qué en 2004 la inflación fue de apenas un 4,4%. ¿Aumentó la concentración en los años posteriores? ¿O por qué países como Brasil, Uruguay o Chile, con niveles de concentración iguales o mayores que el de Argentina, tienen tasas de inflación notoriamente inferiores?”, continúa.
“Identificar la enfermedad es un primer paso. El segundo es tener un buen diagnóstico. Y el tercero, elegir la medicación correcta para combatirla. La inflación no tiene una sola causa y peor aún es atribuirla a una falsa causa”, amonesta Beker.
“Se trata de un fenómeno multicausal y, por ello, el éxito de cualquier estrategia antiinflacionaria que se encare requiere de un enfoque integral capaz de atacar el conjunto de los factores inflacionarios. La clave reside en enfrentar este flagelo con un conjunto coordinado de medidas monetarias, fiscales y cambiarias, y contar con la voluntad política de llevarlo a cabo”, señala.
No obstante, el director del Centro de Estudios de la Nueva Economía también opina que la inflación es la carta bajo la manga del Gobierno para seguir licuando el gasto y eventualmente cumplir con las metas fiscales acordadas con el FMI.
“Dado que los gastos dependen de la inflación pasada, mientras que los ingresos son función de la inflación presente, una mayor inflación es siempre un instrumento para reducir el déficit fiscal en términos reales”, finaliza Beker.