Luego de cocinar, más de la mitad de los argentinos que consumen frituras no reciclan el aceite que queda como residuo. ¿El mal hábito resultante? echarlo por el desagüe de la cocina.
Ese es uno de los datos que evidencia una encuesta realizada por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires a más de 3.000 personas de diferentes provincias.
Si pensamos que, anualmente, en el país se consumen per cápita 20,3 litros de aceite vegetal (de los cuales el 20 % corresponde a los hogares) la alerta por los daños al ambiente se vuelven evidentes.
Según el estudio, del total de individuos entrevistados apenas el 22 % afirma recuperar este residuo de manera regular después de elaborar comidas fritas. Ese dato se complementa con que el 25 % lo hace de manera ocasional y el 52 % nunca.
El resultado de unificar las vivencias es que en el país desechamos en la actualidad entre 60 y 90 millones de litros anuales.
Riesgos ecológicos
Tirar por la red cloacal el aceite vegetal usado sin ningún tratamiento afecta directamente nuestros recursos hídricos. Al llegar a los ríos o los mares, este residuo crea una capa en la superficie y afecta el intercambio de oxígeno de los seres vivos que viven bajo el agua.
También, de tirarlo en la tierra, existen daños irreversibles en la flora y se demostró su capacidad para desertificar suelos fértiles.
La última advertencia es el daño que hace este ingrediente en la vida útil de las cañerías y su papel en la aparición de roedores e insectos dentro de casa.
“Mientras que su gestión incorrecta tiene impactos muy negativos sobre el ambiente, separar el aceite en origen permite recuperarlo para la producción de biocombustibles”, asegura María Semmartin, una de las coordinadoras del sondeo y profesora de la cátedra de Ecología de la FAUBA.
Segunda vida
En Argentina el 14% de las emisiones de dióxido de carbono son producto de la quema de combustibles fósiles. Para revertir y mitigar las consecuencias de su manipulación, la producción de biodiésel posee un gran potencial.
Al sobreponer esta idea con el reciclaje del aceite vegetal usado, el futuro puede ser provechoso. A futuro pasaríamos de tener un desecho a convertirlo en un recurso.
Los biocombustibles son planteados como uno de los caminos hacia la descarbonización definitiva del transporte. “El punto de quiebre lo marca el hecho de que la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) que emiten los biocombustibles cuando son combustionados es la misma que capturarán luego al volver a crecer en las plantaciones, cerrando el ciclo de carbono”, explica Antonella Druetta, responsable de Ambiente de DH-SH: una empresa que desde hace 20 años se dedica al saneamiento y logística de la industria aceitera.
Paso a paso
La gestión domiciliaria del aceite vegetal ya empleado resulta sencilla. Para colaborar a su reciclaje solo necesitamos:
1). Buscar un recipiente plástico grande (en el mejor de los casos, un bidón); este debe estar limpio, seco y poseer tapa. Hay que guardarlo en algún espacio donde no le de luz natural directa ni calor.
2). Al acabar de cocinar, dejar enfriar el aceite usado. Una vez que adquirió la temperatura adecuada, traspasar al envase.
3). Continuar agregando el aceite hasta completar el envase. Se aconseja optar por un contenedor grande que nos permita dispensar allí al menos un mes de restos.
4). Acercar el aceite hasta alguno de los Puntos Verdes que hay en Tafí Viejo, Yerba Buena o San Miguel de Tucumán. En las páginas de cada municipalidad existe un registro de los lugares marcados para el encuentro y el tipo de materiales que se reciben.
El material que ellos recaudan es posteriormente traslado al Centro de Interpretación Ambiental y Tecnológico (CIAT), ubicado en Tafí Viejo.