"Síndrome del nido vacío": ¿cómo aprender a gestionar las emociones?

"Síndrome del nido vacío": ¿cómo aprender a gestionar las emociones?

Cuando los hijos toman la decisión de independizarse los padres pueden experimentar sentimientos encontrados. Especialistas explican cómo afrontar esta situación.

 NIDO VACÍO. Una oportunidad para los padres de resignificar los vínculos. NIDO VACÍO. Una oportunidad para los padres de resignificar los vínculos. Foto tomada de: mundodeportivo.com

Cuando los hijos toman la decisión de abandonar la casa familiar -un proceso que en los últimos años se ha visto retrasado por cuestiones de índole económico y social- para emprender su vida de forma independiente, puede provocar en algunos padres sentimientos de tristeza, pérdida o angustia que no pueden gestionar.

Los especialistas denominan a esta situación como el "Síndrome del nido vacío". Se trata de una conducta muy común a la que recomiendan prestar atención.

"Es el período de transición vital que involucra tanto a hombres como mujeres, siendo estas últimas las más afectadas, en tanto históricamente se les ha asignado la labor exclusiva del cuidado del hogar y crianza de los hijos. El síndrome hace referencia a una pérdida del rol paternal y maternal, dando lugar a un proceso, a un duelo", explica la psicóloga, Cecilia Belén Benito.

La licenciada aclara que no se trata de un cuadro clínico. También emplaza a quienes lo padecen a no minimizar los sentimientos que afloran durante el proceso de emancipación de los hijos.

"Es importante destacar que en esta etapa del ciclo vital lo que se pierde no son los hijos, ni la relación entre ellos, sucede que es un proceso de transformación, de modificación de la relación entre padres/hijos", agrega.

La psicóloga Verónica Montenegro señala que en estos casos es habitual hablar de "duelo" debido a las modificaciones profundas que significa la independencia de los hijos a la estructura familiar. "Muchos padres, sobre todo en generaciones anteriores, han vivido prácticamente para sus hijos dejando de lado sus propios intereses. Por este motivo la partida requiere una adaptación emocional importante", detalla.

"Los síntomas pueden variar dependiendo cada caso. Puede desencadenar en algunas personas ansiedad, irritabilidad, angustia e incluso culpa", sostiene.

En caso de extenderse en el tiempo estas manifestaciones se debe acudir a un profesional. "No recibir puede traer como consecuencia el desenlace de un trastorno de depresión que presenta una sintomatología más nociva para el psiquismo del sujeto. Con una marcada pérdida de interés en las actividades cotidianas y de importancia para la persona, comprometiendo de esa manera las distintas áreas de su vida (laboral, social, personal), llevando al sujeto a la ruptura total de la unión con el mundo exterior", advierte Benito.

Más allá del "nido vacío"...

Existen -indica Benito- otros síndromes como el "nido sobrepoblado" que hace referencia al malestar que puede derivar el hecho de que los hijos no son capaces de independizarse. "Otra posibilidad es la crisis de emancipación que hace alusión a los procesos donde los jóvenes fracasan en sus intentos de abandonar el hogar", añade.

"Hay situaciones como el "nido acogedor" que se produce cuando los hijos no abandonan el hogar de sus padres, pero ello no implica un malestar para estos, lográndose una convivencia equilibrada", completa.

Foto tomada de: prensalibre.com Foto tomada de: prensalibre.com

Nuevas oportunidades

La decisión de los hijos de emprender una vida autónoma debe ser vista por los progenitores como una oportunidad para resignificar los vínculos y emprender o finalizar proyectos pendientes. "La posibilidad de reinventarse,  plantearse nuevas metas y objetivos de manera constante, es beneficioso para la salud mental", opina Benito.

"Al nivel de la pareja, puede ser útil para revitalizar la pasión que alguna vez unió a las personas, y que muchas veces la mortífera rutina termina por apagar parcial o plenamente".

Por último, Benito recomienda  un pasaje desde la adaptación (posición pasiva) hacia el ajuste (posición activa y transformadora) de la persona respecto a la situación. "Un individuo que se adapta es alguien que solo pretende sobrevivir, mientras que quienes son capaces de lograr ajustes en su realidad tienen una actitud transformadora sobre la misma, facilitando ello la posibilidad de reinventarse,  plantearse nuevas metas y objetivos de manera constante, es beneficioso para la salud mental. Se debe estimular y propiciar la independencia de los hijos, mantener la comunicación entre los hijos y miembros de la familia y evitar el aislamiento social", cerró.

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