Señal de alerta: "Tucumán no puede darse el lujo de tener árboles muy altos en sus calles"

Señal de alerta: "Tucumán no puede darse el lujo de tener árboles muy altos en sus calles"

El arbolado público es un servicio urbano y mantenerlo tiene un costo económico, explican especialistas.

LA GACETA/OSCAR FERRONATO LA GACETA/OSCAR FERRONATO

"Por ahora, la ciudad que más problemas tiene con su arbolado público urbano es San Miguel de Tucumán. En Yerba Buena, en cambio, el municipio afronta el mantenimiento; solo he recibido algunos llamados de particulares", dice Daniel Ferrari, propietario de una empresa dedicada a las extracciones. Las declaraciones del empresario se producen en vísperas de la época de poda en este hemisferio, fijada en otoño y en invierno, y luego de que en los meses de verano se registraran algunos incidentes en la vía pública con ejemplares de gran magnitud, como cuando en diciembre pasado un árbol cayó sobre cinco niños en el parque Avellaneda.

"Hoy, en la mayoría de las ciudades nos encontramos con árboles inadecuados". Pablo Quiroga, director de Medio Ambiente de Yerba Buena.

"El servicio para remover un árbol es caro. Primero, porque una persona tiene que subir en una barquilla, a veces hasta unos 40 metros de altura, para hacer los cortes de las primeras ramas. Además, debe haber otra grúa disponible, con un operador que se debe ocupar de enganchar con cables los troncos cortados para que no caigan libremente", explica Ferrari. En este sentido, el principal desafío que afrontan los gobiernos municipales es que se requieren grúas con una extensión importante.

El ingeniero agrónomo Alfredo Grau, uno de los editores de la Guía de Arbolado de Tucumán, cuya segunda edición fue publicada por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) en 2017, sostiene que es razonable que ante el peligro potencial, las administraciones decidan extraer algunos ejemplares, pero advierte que eso no significa "salir a tirar todos los árboles indiscriminadamente". Tampoco es razonable conservar los que puedan implicar un peligro, aclara. "Esto exige un análisis técnico que no cualquiera puede realizar. Afortunadamente, en los últimos años las distintas municipalidades del Gran Tucumán han desarrollado buenas capacidades", valora. En esa línea, Grau enfatiza que el arbolado exige un balance entre sus costos, sus riesgos y sus numerosas funciones ecológicas, estéticas y emocionales.

"La ciudad que más problemas tiene con su arbolado público urbano es San Miguel". Daniel Ferrari, empresario.

"En las calles no se deben instalar árboles demasiado altos. Tucumán no puede darse ese lujo. Tenemos una herencia de eucaliptos, plantados en la primera mitad del siglo XX, que son un riesgo enorme. Se trata de árboles forestales. Eventualmente, podrían tener un lugar en los parques, pero aún allí pueden ser peligrosos. El costo de manejar o podar los eucaliptos de gran tamaño es grande", explica.

Desde la mirada de Grau, es necesario elegir los árboles más adecuados para cada sitio. Además, hay que tener presente que los beneficios del arbolado vienen con un costo: primero, hay que invertir en establecer el arbolado; después, en mantenerlo, y tercero, en extraerlos si fuese necesario. Por ello debe haber un presupuesto para tal fin, reitera.

"Hace falta una gestión del arbolado urbano". Francisco Toro, ingeniero.

Francisco Toro -ingeniero agrónomo y profesor de la cátedra de Silvicultura de la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la Universidad Nacional de Tucumán- plantea que el mantenimiento de los árboles representa un problema tan grande como su tamaño. "Los municipios asumen con mucho ruido y pocas nueces el tratamiento de los árboles situados en las veredas, parques y plazas. A esta cuestión habría que darle igual tenor y seriedad que a cualquier obra de infraestructura, como reparación de desagües pluviales, puentes o caminos", evalúa.

"Hace falta una gestión del arbolado urbano. Los árboles, como cualquier ser vivo, tienen un ciclo de vida. Por ello, es necesario que se implementen planes de erradicación y de reemplazo. Los tarcos viejos, por ejemplo, pueden causar desastres. Un plan de reforestación para las principales ciudades del Gran Tucumán es una necesidad inmediata", insta.

"Tenemos una herencia de eucaliptos, plantados en la primera mitad del siglo XX, que son un riesgo enorme". Alfredo Grau, ingeniero agrónomo.

Entre las especies recomendadas, Toro elabora el siguiente listado: fresno; lapacho; guarán amarillo y rojo; arrayán; mato; chal chal; brea; chañar; garabato y aguaribay, entre otros. "Se trata de flora autóctona que cumpliría muy bien su función", aclara. En cambio, los árboles desaconsejados para las zonas urbanas son aquellos de gran porte. "Los eucaliptos no pueden convivir con una población. Habría que sacarlos a todos, incluso de las plazas. Nunca deberían estar en las ciudades", afirma, en consonancia con lo vertido por Grau. Enseguida, el ingeniero explica que estas especies crecen muy rápido y son verdaderos reservorios de agua. Entonces, adquieren un peso extra. No hace falta que caiga un árbol entero para que sea una tragedia; basta con que se desprenda una rama, razona.

Seis años atrás, a fines de 2016, la municipalidad de Yerba Buena había implementado una campaña de poda de esas variedades, luego de que un niño de cinco años muriera cuando el transporte escolar en el que viajaba a su jardín de infantes fue aplastado.

LA GACETA/OSCAR FERRONATO LA GACETA/OSCAR FERRONATO

El director de Medio Ambiente de Yerba Buena, Pablo Quiroga, reconoce que, en la Argentina, el poder de policía del arbolado urbano lo tienen los municipios. En ese sentido, afirma que desde aquella tragedia se realiza un monitoreo preventivo. En segundo lugar, remarca que la mayoría de las localidades del Norte ha heredado árboles plantados 70 años atrás. "El contexto urbano era distinto al actual", resalta.

"Hoy, nos encontramos con árboles totalmente inadecuados, ya sea por sus características biológicas, por su desarrollo o porque interfieren permanentemente con los otros servicios que se han ido incorporando", evalúa.

El último censo del arbolado urbano yerbabuense se hizo en 2013. Por aquel entonces, únicamente en el área con mayor consolidación del tejido urbano se habían contabilizado 17.024 árboles. Aunque no ha habido otro censo formal (justamente actualmente se está realizando una actualización del mismo, cuenta Quiroga), se sabe que aproximadamente un 20 % debería ser reemplazado.

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