En medio del trámite de normalización del sistema educativo a la presencialidad tras los duros dos años de la pandemia, el Gobierno nacional anunció que se prevé añadir una hora más por día a las clases en la escuela primaria en todo el país. La medida ha tomado por sorpresa a docentes, padres y sindicalistas, y hasta que se discuta mañana en el Consejo Federal de Educación generará intenso debate en todos los ámbitos.
Nadie puede discutir la necesidad de que se estimule la presencia de los niños en la escuela y mucho menos los argumentos de mejorar la comprensión de textos, lengua y matemáticas. Pero lo que se debe debatir es cómo llegar a aumentar esa presencia y con qué objetivos. En febrero pasado, Guillermo Jaim Etcheverry, autor de “La tragedia educativa” (1999) puso en contexto la actual situación educativa en nuestro país. En palabras suyas, “los padres deberían extender ese compromiso para lograr una mayor calidad de la educación, deben pedir una enseñanza de calidad. La escuela debe centrarse en la enseñanza de las cosas fundamentales. Hoy en la escuela se hacen muchas cosas y no lo que se debe hacer”. Paralelamente, los datos son contundentes: apenas el 16% de los alumnos termina el colegio con conocimientos suficientes de lengua y matemáticas, según un informe publicado en nuestro medio del Observatorio de Argentinos por la Educación. Esta información preocupa a quien la lee: “el 16% de los estudiantes que comienzan la primaria llega al final del secundario en el tiempo esperado con conocimientos suficientes de lengua y de matemática”. La fonoaudióloga especializada en lenguaje Verónica Maggio puntualizó en una nota en LA GACETA del año pasado: “el 20% de la población infantil, a nivel mundial, tiene retraso del lenguaje. Entre el 7% y el 8% de la población tiene problemas para entender o para hablar de manera crónica. Los chicos con problemas de lenguaje suelen acarrear esto y luego les cuesta aprender a leer y escribir porque ya tienen un trastorno de base. También son chicos a los que les cuesta socializar”.
Entonces, las razones son importantes: urge que se piense la forma en que nuestra escuela está educando a nuestros niños. Pero otra cosa es que se anuncie una medida de forma intempestiva para que se lleve a cabo dentro de pocas semanas. Los grupos de WhatsApp de padres, docentes y funcionarios ardieron. ¿Qué contenido se brindará? ¿Cómo será la logística? ¿Cómo organizaremos la planificación docente anual?, fueron algunas de las preguntas. A esto se agrega la necesidad de coordinación de horarios, de llegada y salida de docentes y padres de sus puestos de trabajo, de viajes en transporte público y de las complicaciones que se generan en un sistema que ya tuvo enormes dificultades para acomodar la entrada y salida de los niños a la escuela, así como el traslado desde y hacia su casa, asuntos estos que deberán rearmarse de apuro.
El ministro de Educación de Tucumán confirmó el apoyo de la Provincia a la intención de la Nación de sumar una hora de clases. No obstante, consideramos que este tipo de medidas debe surgir de un debate profundo y con la antelación suficiente como para que todo el sistema -autoridades, docentes, niños y padres, así como las actividades que se generan alrededor, como transportes escolares, comedores, etcétera- puedan acomodarse con tiempo. Organización y previsión deberían ser puntales en el sistema educativo. Es de esperar que esto se tenga en cuenta el momento de debatir esta medida mañana en el Consejo Federal de Educación.