Cuatro efectos de la pandemia en el tránsito

Cuatro efectos de la pandemia en el tránsito

La crisis sanitaria tuvo un impacto en la forma en que nos trasladamos y en la seguridad vial. Este es el análisis que hacen los expertos.

Cuatro efectos de la pandemia en el tránsito

La pandemia tuvo un enorme impacto en la movilidad. Al principio, se redujeron notablemente los desplazamientos. El transporte público quedó casi vacío. Las calles de la ciudad mostraban unos pocos autos y motos. Era una postal rara. Y muchos se animaron a soñar con un futuro más sustentable para la urbe: con más bicicletas y peatones y menos vehículos motorizados.

Pero ahora que pasaron dos años todo indica que los efectos de la crisis sanitaria no fueron los mejores para el tránsito: hay más congestión, más rodados en la vía pública, más agresividad y menos respeto a las normas, y aumentó la cantidad de usuarios vulnerables.

¿Cómo nos afectó la pandemia en el tránsito? Este es el análisis que hacen los expertos.

1- Hay más agresividad

“La pandemia ha agravado los problemas emocionales de los conductores. Son más agresivos, se distraen más al volante y padecen insomnio y ansiedad”. El diagnóstico pertenece a la Fundación para la Seguridad Vial (Fesvial). Después de realizar más de 1.000 encuestas para conocer los problemas experimentados por los conductores en la pandemia, explicaron que las consecuencias visibles del coronavirus son palpables: tenemos más problemas para descansar, sentimos más cansancio, nos distraemos más y han aumentado las infracciones.

UN PROBLEMA QUE SE AGRAVA. Antes de la pandemia ya había congestión en el centro; ahora que más personas salen a las calles con vehículos particulares (autos, motos y bicicletas) la situación empeoró. la gaceta / fotos de antonio ferroni UN PROBLEMA QUE SE AGRAVA. Antes de la pandemia ya había congestión en el centro; ahora que más personas salen a las calles con vehículos particulares (autos, motos y bicicletas) la situación empeoró. la gaceta / fotos de antonio ferroni

Otro estudio realizado por la Cámara de Empresas de Control y Administración de Infracciones de Tránsito de la República Argentina (Cecaitra) comparó la percepción de cerca de 3.000 encuestados -hombres y mujeres mayores de 16 años- sobre los hábitos de manejo previos y posteriores a la crisis sanitaria. El 65% consideró que el grado de violencia vial aumentó en los últimos meses al observar que los conductores exteriorizan conductas cada vez más agresivas.

Mirta Gallardo, la psicóloga y subdirectora de Licencia de Conducir y Educación Vial de la Municipalidad capitalina, explica que la pandemia ha provocado un giro de 180 grados en nuestras vidas y esto lógicamente también se nota en nuestra manera de conducir por la ciudad. “La crisis ha generado un desequilibrio emotivo y normativo en general. Muchas personas han vivido distintas pérdidas y malestares que muchas veces se canalizan en forma de agresividad al volante”, resalta la especialista, dejando en claro que en realidad una sociedad conduce como vive. “La gente está frustrada y enojada. Los patrones de conducción y comportamiento cambiaron significativamente”, sostiene.

Según explica, muchas personas reprimen emociones en la vida diaria y luego esto explota de alguna manera. “Pero lo que más nos preocupa es que se agravó la falta de respeto a las normas. Si bien los tucumanos nunca fuimos muy cumplidores, después de la pandemia la situación es cada vez peor. Esto se ha convertido en una anomia. La gente debe entender que las normas están para ayudarnos a convivir mejor, para facilitarnos las cosas no para hacerlas más difícil”, apunta.

2 - Más uso de sustancias

Eduardo Bertotti, director del Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), señala que hay una gran preocupación por las consecuencias de la pandemia, a partir del crecimiento de siniestros viales graves, lesionados y muertos en la vía pública. Y uno de los puntos que influye en esta realidad, según dijo, es el mayor consumo de sustancias psicoactivas (y policonsumo con alcohol) en las personas que manejan. “La proporción de conductores que dieron positivo por opioides casi se duplicó después de mediados de marzo de 2020, en comparación con los seis meses anteriores, mientras que la prevalencia de marihuana aumentó en aproximadamente un 50%”, puntualiza.

Cuatro efectos de la pandemia en el tránsito

Los expertos también remarcan que el consumo de ansiolíticos, antidepresivos o hipnóticos se ha multiplicado con graves efectos sobre la conducción. Un reciente estudio coordinado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) -incluyó a Tucumán- reveló que en pandemia se incrementó en forma alarmante el consumo de alcohol y de medicamentos. Cabe recordar que en 2019, un estudio de la misma repartición que incluyó al hospital Padilla, arrojó que el 37,5% de los conductores lesionados habían consumido alcohol antes de un accidente.

3- Usuarios vulnerables

“En las calles hay más peatones, ciclistas y motociclistas, sin haber desarrollado los cambios necesarios en la infraestructura vial y su normativa. Respecto a ello, pocas empresas con vehículos mayores (ómnibus, colectivos y camiones), capacitan a sus conductores e implementan sistemas tecnológicos para superar ángulos ciegos en la conducción de sus unidades, como actualmente se desarrolla en Europa”, apunta Bertotti.

Hay un punto en el que coinciden muchos urbanistas: el automóvil es, junto con la bicicleta y la moto, el gran vencedor en la situación generada por la pandemia. Y el sistema de transporte público, el gran perdedor.

La arquitecta Inés González Alvo integrante del Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales de la FAU-UNT, sostiene que durante estos tiempos de emergencia sanitaria se plantearon distintos niveles de restricción de movilidad a los habitantes, lo que puso en relieve y potenció problemas urbanos preexistentes, particularmente en los sectores más vulnerables.

Luego, con la apertura de las actividades, lo que se notó -según la experta- es que se agravaron los problemas que ya existían. “Al tránsito bastante desordenado y mucha congestión se le agregaron otros ingredientes. Por ejemplo, la proliferación de los deliverys en motos”, señaló.

4- Transporte público

En el caso de Tucumán, por la pandemia y los sucesivos paros de colectivos, cayó mucho el uso del transporte público y aumentó el uso del transporte privado, lo cual termina generando más congestión, remarcó González Alvo.

En un estudio que hicieron en pleno aislamiento, entre la comunidad de la Facultad de Arquitectura encontraron que casi el 46% de la población encuestada utilizó un auto para movilizarse. Otro 45% recurrió a la caminata a pie, el 2% usó moto o bicicleta y nadie se desplazó en colectivo.

A nivel nacional algunos estudios indican que el transporte público de pasajeros nunca pudo recuperarse del todo después de la cuarentena.

“Habría que hacer nuevos estudios que permitan hacer un diagnóstico sobre cuál fue el efecto de la pandemia sobre la movilidad”, propone la especialista. Un trabajo que hizo en 2017 había mostrado que el 74% de los viajes en el Gran San Miguel de Tucumán (GSMT) se realiza en vehículos motorizados: la mitad en colectivos y la otra mitad se divide entre autos particulares, motos y taxis. Sólo un pequeño porcentaje de los traslados se produce a pie o en bicicleta.

Ya entonces, con esos números se explicaba el por qué del caos que había en el área céntrica. “Para mejorar la movilidad urbana necesitamos sí o sí optimizar el transporte público de pasajeros. La movilización individual (en autos y motos, principalmente) tiene un impacto negativo en el ambiente y en la seguridad vial”, señala González Alvo, y agrega que las principales perjudicadas por los efectos de la pandemia en la movilidad fueron las mujeres.

“Una de las posibles soluciones también sería favorecer lo que llamamos ‘Ciudades de 15 minutos’. Es un movimiento que está cobrando fuerza después de la pandemia. La idea es reorganizar el estilo de vida de los habitantes de una ciudad para que no necesiten trasladarse más de 15 minutos para resolver cualquier cosa: desde ir a trabajar, hacer compras, salir a tomar algo o ir al médico y hasta visitar a la familia y a amigos”, sostiene.

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