A fines de marzo, Elon Musk había lanzado fuertes críticas a Twitter cuestionando que la plataforma no estaba brindando las condiciones para una verdadera libertad en expresión de sus usuarios. Bastó sólo un par de publicaciones para instalar nuevamente el dilema sobre las restricciones que están aplicando las redes sociales y el centro del debate se posicionaría sobre el dueño de Tesla, como habitualmente ocurre cuando se obsesiona sobre un tema en particular.
Sin embargo, era casi impensada la movida financiera que hizo hoy el hombre más rico del mundo. Acaba de comprar el 9,2% de la red social de microbloggin y como consecuencia las acciones de la compañía saltaron un 25% antes de la apertura del mercado. Ahora Musk se convierte en el máximo accionista de Twitter, por delante del grupo Vanguard (8,79%) o de Morgan Stanley (8,76).
Las críticas de Musk apuntaron a las restricciones que en los últimos años Twitter ha desplegado sobre distintos temas y usuarios. De hecho, el último gran apagón lo hizo cuando cerró la cuenta del ex presidente norteamericano, Donald Trump en enero de 2021 ante el "riesgo de incitación a la violencia".
Los últimos tuits de Musk no daban a entender que el magnate compraría dicha empresa. Un usuario le había preguntado si estaba pensando en crear una nueva red social y Musk le respondió que "lo estaba pensando seriamente". Ahora, con el diario del lunes se comprende el sondeo que hizo el fundador de SpaceX a sus 80 millones de seguidores. Musk estaba levantando sugerencias pero al mismo tiempo estaba cuestionando -y quitándole valor- a la compañía y luego compraría acciones. Algo que Musk sabe hacer desde hace tiempo, utilizar sus publicaciones para operaciones financieras millonarias.
Pero más allá de las cuantiosas sumas de dinero que se ponen en juego, la pregunta es qué pasará con Twitter con la llegada de uno de los reyes del Sillicon Valley. Si algo le faltaba a Musk era competir con el gigante de Meta -ex Facebook- y también con las nuevas plataformas que surgieron en los últimos años, como TikTok. ¿Podrá hacer que vuelva al ring de las redes sociales? ¿Podrá seducir al público joven nuevamente?
Las inquietudes de Musk parecen ser varias aunque por ahora estará limitado a una participación pasiva en las decisiones de Twitter. Sin embargo, la obsesión por la libertad de expresión en dicha plataforma es una de las prioridades del empresario. Pero dicho interés surge en un momento complicado para las redes sociales en materia de regulaciones. El propio Mark Zuckerberg se pronunció el año pasado a favor de que el Congreso de Estados Unidos avance en materia de regulaciones sobre las plataformas y en paralelo, la Comunidad Europea ya tiene todo listo para consensuar la nueva Ley de Servicios Digitales que apuntará a regular lo que se pueda publicar o no en las plataformas.
En otra oportunidad, Musk había preguntado si Twitter no debía ser una red de código abierto, es decir, si debía transparentar sus algoritmos y criterios de publicación. Una característica inédita entre las principales redes sociales. ¿Se animará a hacer algo semejante ahora que es dueño del pajarito?
El carácter revolucionario con el que se jacta una de las personalidades más innovadoras de los últimos tiempos atrae y obliga a prestar atención a los próximos pasos que hará en su nuevo emprendimiento. Pero su carácter imprevisible, desprolijo y personalista también obliga a ser cautos sobre sus movimientos. Musk puede revolucionar las redes en los próximos meses o vender sus acciones en los próximos días. Puede cambiar las lógicas de laa plataformas y sacudir la competencia o bien convertir en una mera anécdota estos 3.000 millones de dólares que acaba de invertir.