La materialidad de la memoria
La materialidad de la memoria

Dentro de las ciudades, la presencia de monumentos conmemorativos, su número y materiales de fabricación no resultan azarosos. Al contrario, estos poseen un objetivo preciso: ayudarnos a difundir y perpetuar, a través de lo tangible, nuestra memoria colectiva.

Por tal motivo, cotejar las fechas en que aparecieron en Tucumán las primeras placas o sitios públicos referidos a Malvinas nos sirve para comprender cómo el discurso en torno a las islas evolucionó con el paso de los años.

En una revisión fugaz, Tucumán ofrece al menos 20 construcciones temáticas en espacios públicos (sin contemplar el nombre de escuelas, calles, clubes deportivos o barrios). ¿Representa un avance? Por supuesto, pero el problema pasa por “las formas”.

Antes que hallar imponentes áreas que celebren el heroísmo de los ex combatientes, muchos de los sitios transmiten una sensación de dispersión o desconexión; cómo si hubieran sido erigidos sin pensar demasiado en los detalles. Por no hablar del estado de dejadez con el cual lidian tras acabar el 2 de abril.

“Al hacer un análisis de trasfondo, parte de este asunto se debe a que los monumentos o lugares de memoria no están jerarquizados ni fueron levantados acorde a una escala urbana. Para comparar, por ejemplo, el Monumento al Bicentenario posee las dimensiones adecuadas según su ubicación, el resto de edificaciones lindantes y la cantidad de gente que transita por la zona”, comenta la arquitecta Gabriela Logiúdice.

Tales diferencias son esenciales para lograr que la historia de la Guerra de Malvinas y de quienes pelearon en ella logren interpelarnos de una manera más íntima y orgánica.

Desde las mismas entidades de ex combatientes sostienen que la presencia de estas placas u homenajes urbanos representan el resultado de largas décadas de movilizaciones, reclamos al Estado y gestiones.

“Desde que finalizó la contienda, pasaron muchísimos años hasta que en la provincia comenzaron a aparecer áreas que valoraran la gesta o resaltaran a los héroes caídos. Cuando se inauguró la primera plaza en nuestro honor sentimos que finalmente habíamos avanzado en la visibilización y que la sociedad iba a escucharnos”, explica Enzo Toledo, presidente del Centro de Ex Soldados Combatientes de Malvinas Tucumán.

A colación, él trae un recuerdo de las primeras movilizaciones que hicieron en Tucumán. “Alrededor de 1987 salió una ordenanza municipal en la cual se detallaba que tendríamos un monumento de grandes proporciones en el parque 9 de Julio. Era una oportunidad única porque -en aquel entonces- por la zona pasaban profesionales y visitantes de otros países que asistían a convenciones internacionales o se alojaban en el hotel limítrofe”, relata.

Después, el tiempo dilató las cosas y la propuesta quedó trunca. Sin embargo, Toledo aún insiste en que los monumentos son una herramienta fundamental para lograr conectar con las generaciones presentes y futuras. Incluso, aunque los protagonistas directos del hecho ya no estén.

“Los monumentos, efemérides y homenajes hacen que ejercitemos la memoria con mayor frecuencia -sostiene-. Contar con sitios puntuales para organizar las vigilias y los actos ceremoniales amplía las posibilidades de que el mensaje que predicamos sobre la soberanía, el reconocimiento y la memoria llegue al doble de personas. Ese es nuestro objetivo. Queremos que el tema Malvinas se instale de una vez por todas en la sociedad. No solo para hechos puntuales o el ámbito educativo, sino que interpele a cada tucumano en su vida personal, rutina y corazón”.

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