Deconstruir la “belleza”

Deconstruir la “belleza”

“Una vez una amiga que creció en el exterior me dijo: ‘no sabía que era gorda hasta que me mudé a Argentina’ ”, escribió una usuaria en Twitter en respuesta a Catalina Singer, una socióloga que vive en Barcelona y vino hace poco a visitar a su familia en Córdoba. Ella había publicado el siguiente mensaje: “Me sentí muy fea durante toda mi estadía en Argentina, volví y se me pasó. Siento que los estándares estéticos allá son la dictadura”, expresó en la misma red social que, como sabemos, genera una ola de comentarios, experiencias y opiniones. Según publicó Infobae, Singer visitó el país en varias oportunidades pero nunca se sintió “tan descolocada” como esta última vez al ver los altos estándares de belleza que manejan las mujeres argentinas.

“Llegué a España la semana pasada y todavía estoy asombrada con lo autoexigentes que son las mujeres para mostrarse bellas”, admitió a Infobae. ¿Qué observó en ellas? Pelo planchado, uñas esculpidas, pestañas postizas, caras con bótox, cuerpos “tuneados” y dientes blanqueados. Catalina no podía creer cómo se “producen” las mujeres argentinas para salir a la calle. “Veo que la gente gasta mucho dinero en su aspecto físico. Las chicas andan producidas a toda hora del día. Está muy instalado en la sociedad que tenés que estar impecable todo el tiempo, no solamente cuando tenés una fiesta o vas a una reunión”, reflexionó. A su entender, en Barcelona “son más relajadas” con los patrones de belleza; la ropa no se caracteriza por ser “de día” o “de noche” y salir “a cara lavada” es una opción constante. También contó cómo sintió su ego herido cuando sus amigos le hicieron notar que tenía canas.

Le llamó la atención el constante bombardeo de imágenes de alto contenido estético, donde la elección de la ropa, el color del pelo, la forma de los labios o el tamaño de los pechos influyen en la conformación del imaginario colectivo generando mucha exigencia para lograr un estándar de belleza “peligroso”: la joven, que vivió en Argentina, aseguró haber padecido trastornos alimenticios desde los 14 a los 21 años.

Hace más de seis años, una joven de Estados Unidos que estaba estudiando en nuestro país publicó en un sitio estudiantil de aquel país su experiencia de discriminación al intentar ir a bailar a un boliche. “Cuando llegué a Buenos Aires, todo lo que me rodeaba me parecía absolutamente asombroso. Solía encontrar todo hermoso, pero luego me di cuenta de que todos los que me rodeaban también eran hermosos. La gente de esta ciudad es increíblemente atractiva, y la mayoría de las mujeres argentinas son hermosas. Altos, rubios, delgados: casi todos encajan en lo que la gente aquí llama el ideal de belleza. Sin embargo, pronto descubrí el lado oscuro de todo eso. Una noche, mis amigos y yo íbamos a un boliche. Nos pusimos en fila para entrar y el personal de seguridad nos detuvo. Después de minutos de discusión, a algunos de nosotros se nos pidió que nos hiciéramos a un lado, sin entender realmente lo que estaba pasando. Escuchamos a dos de ellos hablando: “demasiado gordo”; “no vestido lo suficientemente bien” o “no bonito”, fueron algunos de los pocos comentarios que captamos de esa conversación. No podía creerlo. Nunca había pasado algo así. ¿Cómo, en un ambiente tan relajado, los estándares de belleza pueden desempeñar un papel tan crucial?”, se cuestionó la joven.

“No mucho después de ese incidente, supe otros dos datos alarmantes: una de cada diez mujeres argentinas sufre de un trastorno alimentario (la tasa más alta del mundo) y una de cada 30 se ha hecho una cirugía plástica. Se espera que las mujeres se vean de cierta manera debido a la presión de los medios, pero también del entorno social que se promueve a través de la cultura del machismo”, agregó en su posteo en The Tab, un sitio para estudiantes universitarios.

Publicidades de gimnasios, productos para adelgazar, modelos y conductoras voluptuosas en los medios, son parte de nuestra cultura que, para los ojos de un extranjero, resaltan a lo grande. Las demandas para las mujeres son altas y las listas incluyen: cama solar, limpieza de cutis, dietas, gimnasio, tintura, uñas y depilación, entre otras exigencias estéticas.

Este tema, por supuesto, no abarca solamente al universo femenino, como muchos podrían pensar. Es también una “exigencia” impuesta a los hombres desde la cultura. Así como las mujeres comenzaron a militar los cuerpos reales y a pedir que en las publicidades – y en los talles de los comercios- existan variedades de cuerpos, los hombres tuvieron, desde 2015 hasta acá, presencia con la misma consigna.

En el mundo, el paradigma estético dominante, es decir, lo que la belleza significa, está cambiando. En Argentina y desde las redes sociales existen ejemplos de militancia a favor de la diversidad corporal dignos de seguir. Cuentas como @bellamentearg deconstruyen estos conceptos para lograr una sociedad más abierta y desprejuiciada, en donde valoremos más a al otro por su personalidad y valores, por ejemplo, que por su apariencia. Allí se reproduce un mensaje que nos interpela cotidianamente – a los medios como productores de noticias- y a todos nosotros como miembros de una sociedad: “¿Por qué todavía nos sentimos con derecho a opinar sobre la elección de una persona sobre su imagen?”

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