El proyecto nació en 2016 con la idea de tres socios de generar tecnología, pero con tonada local. Hoy, gracias a una fuerte apuesta por la formación de talentos, la empresa exporta productos y servicios al exterior. Cuentan que cuando terminaron sus estudios universitarios sabían que en el norte argentino aún no existía un ecosistema emprendedor que reconociera al mundo digital como una verdadera industria. De todas formas, apostaron por una tierra fértil donde hoy impulsan profesionales de alta calidad.
Francisco y Martín Valdez son salteños, y Santiago Jerez es tucumano. Los tres son ingenieros y hoy lideran Silentium, una empresa de soluciones tecnológicas conformada por un equipo de más de 60 profesionales jóvenes. La compañía tiene su base operativa en el centro salteño, pero sus desarrolladores viven en Jujuy, Tucumán y en la propia Salta.
La pandemia consolidó un modelo de trabajo híbrido que es un valor que sus empleados destacan. La visión del equipo es global, con una cartera de clientes que reside en Estados Unidos y a quienes ofrecen servicios de vanguardia tecnológica.
Los responsables de Silentium revelan que una de las claves de su crecimiento ha sido la formación de recursos humanos. A través de los años, desarrollaron sistemas de capacitación dentro de la compañía que ayudaron a crear un “semillero” de profesionales de alto impacto. Francisco Valdez, el director de la empresa, revela cuál es la visión que asumen para la formación de futuros talentos, las dificultades y los aprendizajes que les permitieron generar lo que él define como “una constructora de ideas”.
-¿Por qué invierten tanto trabajo en la formación de recursos?
-Para nosotros es clave el semillero. Es como un equipo de fútbol en el que invertís en tus divisiones inferiores. Es fundamental que la gente que se incorpora a la empresa esté a la altura y para ello tenemos que acompañarlos en su formación tecnológica. Hay muchos chicos que vienen de la universidad, hacen su práctica y terminan entrando al circuito profesional de la empresa. Hay otros que vienen sin formación universitaria, pero son quienes reciben un entrenamiento básico; arrancan en un puesto de entrenamiento que es remunerado. Por eso, nuestra filosofía es que no damos cursos de capacitación; nosotros hacemos que inicien su carrera profesional. Además nos fijamos en sus habilidades blandas y en si tienen proactividad, si les gusta lo que hacen, si van a darle el tiempo que un proyecto necesita. Allí nos apoyamos mucho en la sinergia que se genera entre los chicos que van creciendo juntos
- ¿Cómo encuentran ese semillero?
- El movimiento se empezó a dar al principio con las prácticas profesionales de la Universidad Católica de Salta. Armamos un convenio porque ya había un par de chicos que habían entrado como aprendices. Luego empezó el boca en boca y más chicos se acercaron. Nos fue muy bien y comenzamos a pulir el proceso de reclutamiento. A partir de ese momento, se incorporó el área de Recursos Humanos. Después comenzaron a aparecer otros chicos que no estaban en la Católica, que estaban, por ejemplo, en la Universidad Nacional en la que no tenían sistemas de prácticas profesionales; también los incorporamos. Y finalmente comenzaron a venir otros chicos que no estaban estudiando, pero que habían hecho cursos cortos en academias de programación. Nosotros vemos que tienen potencial, entonces se incorporan siguiendo la misma metodología que tiene alguien que estudió una carrera universitaria.
- ¿Qué nivel de formación les piden a los chicos que comienzan a trabajar con ustedes?
- Con que haya terminado el secundario está bien. Estamos evangelizando que la carrera universitaria tiene que ser algo opcional porque creemos que uno no puede supeditar su futuro profesional a un título. Si bien los tres somos ingenieros y creemos que tiene valor la universidad, también entendemos que el mercado se tiene que adaptar a las condiciones socioeconómicas con las que viven los chicos. Alguno quizás no puede tomarse el tiempo de cinco o seis años para estudiar una carrera y recién salir al mercado. Hoy el mercado de la tecnología va muy rápido, por eso tenés chicos de 25 años que tienen el perfil de senior, trabajando para afuera con un estatus profesional muy alto. Aquí el que entra tarde siempre corre por detrás.
- ¿Cómo cuidan ese semillero? ¿Es decir, cómo hacen para que esos talentos sigan trabajando con ustedes en un mercado con tanta rotación?
- Hoy contamos con un modelo híbrido que sirve para el que quiera trabajar en la casa o en la oficina. Se arman reuniones de equipo, se trabaja por objetivos lo que quiere decir que a los horarios los maneja cada uno; la comunicación es muy horizontal: hay un organigrama, pero aquí puede pasar que alguien que recién comienza pueda hablar con un experto sin intermediarios. La idea es siempre generar esos ambientes cooperativos porque tenemos una filosofía de trabajo en la que entendemos que el recurso humano es el más importante. No es un lema, sino es una ejecución de la empresa. Siempre vamos a trabajar para cuidarlos, en la formación, en los proyectos, en la tecnología. Lo que buscamos es dar a nuestros equipos un marco para que crezcan. Aquí crecemos todos, no hay competencia sino colaboración. Y en cuanto a los proyectos tratamos de buscar que tecnológicamente nos sumen, que le agreguen valor al porfolio y que siempre sumen algo de conocimiento adquirido a la empresa.
- Luego de la pandemia ya no es impensado que una empresa trabaje de forma remota desarrollando negocios globales, pero ustedes comenzaron antes, ¿la vieron venir?
- Cuando nos fuimos de Salta para estudiar no había nada aquí y en Tucumán también había poco ecosistema, pero vimos que había una tierra fértil y que en algún momento se iba a generar un ambiente emprendedor para la tecnología. Al comenzar con Silentium sabíamos que iba a ser difícil encontrar personal calificado pero siempre tuvimos la visión clara de que en algún momento íbamos a tener que comenzar con la formación, apuntarle al semillero. Hoy, sabiendo que hay tantos potenciales recursos, podemos decir que la vimos venir, pero cuando empezamos nos costó conseguir dos empleados. Hoy somos 62 y hay 50 en lista de espera. Entonces se ve que es exponencial la cantidad de gente que se va acercando a este mundo. Nosotros queremos ser parte protagonista de eso porque creemos que lo que hacemos es diferencial.