A 20 días de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenara la invasión a Ucrania ya se cuentan más de 7.000 soldados rusos muertos como consecuencia de la guerra.
El número, difundido por la inteligencia de Estados Unidos, supera al de los soldados estadounidenses caídos durante 20 años en las guerras de Irak y de Afganistán, combinadas.
Así lo señala un informe publicado originalmente en The New York Times, citado por La Nación.
"Es un número asombroso acumulado en solo tres semanas de combate", dicen funcionarios estadounidenses. Y estiman que esta impactante cifra traerá consecuencias para la efectividad de combate de las unidades rusas.
De acuerdo a funcionarios del Pentágono, una tasa de bajas de un 10%, entre muertos y heridos, para una sola unidad la incapacita para llevar a cabo tareas vinculadas con el combate.
Rusia involucró en la guerra con Ucrania alrededor de 150.000 soldados. Sus bajas, si se incluyen los entre 14.000 y 21.000 heridos estimados, están cerca de ese nivel. A esto debe sumarse que el ejército ruso perdió al menos tres generales en la lucha, según funcionarios del Gobierno de Ucrania, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de Rusia.
Los funcionarios del Pentágono puntualizan que un número alto y creciente de muertos en la guerra puede destruir la voluntad de seguir luchando.
El resultado, dicen, apareció en informes de inteligencia que altos funcionarios de la administración del presidente, Joe Biden, leen todos los días: un informe reciente se centró en la baja moral entre las tropas rusas y describió a soldados simplemente estacionando sus vehículos y caminando hacia el bosque.
Los funcionarios estadounidenses, que hablaron bajo condición de anonimato para discutir asuntos operativos, advierten que sus números de muertes de tropas rusas son inexactos, compilados a través del análisis de los medios de comunicación, cifras ucranianas (que tienden a ser altas, con el último reporte estimando 13.500 muertos) , cifras rusas (que tienden a ser bajas, con el último anuncio oficial cifrado en menos de 500), imágenes satelitales y una cuidadosa lectura de imágenes de video de tanques y tropas rusas que son atacadas.
Los funcionarios militares y de inteligencia de Estados Unidos saben, por ejemplo, cuántas tropas hay normalmente en un tanque, y pueden extrapolar a partir de eso el número de bajas cuando un vehículo blindado es alcanzado por, digamos, un misil antitanque Javelin.
La alta tasa de bajas explica en gran medida por qué la tan elogiada fuerza de Rusia ha permanecido estancada en gran medida fuera de Kiev, la capital de Ucrania.
“Pérdidas como esta afectan la moral y la cohesión de la unidad, especialmente porque estos soldados no entienden por qué están peleando”, dijo Evelyn Farkas, la principal funcionaria del Pentágono para Rusia y Ucrania durante la administración de Barack Obama. “Tu conciencia situacional general disminuye. Alguien tiene que conducir, alguien tiene que disparar”.
Pero, agregó, “esas son solo las fuerzas terrestres”. Con las fuerzas terrestres rusas en desorden, Putin ha mirado cada vez más hacia los cielos para atacar ciudades, edificios residenciales, hospitales e incluso escuelas de Ucrania. Ese bombardeo aéreo, dicen las autoridades, ha ayudado a camuflar el pobre desempeño del ejército ruso en el terreno. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, dijo esta semana que aproximadamente 1.300 soldados ucranianos habían muerto en la guerra.
Abundan las señales de los desafíos de Rusia. A fines de la semana pasada, fuentes de noticias rusas informaron que Putin había puesto a dos de sus principales funcionarios de inteligencia bajo arresto domiciliario. Los funcionarios, que dirigen el Quinto Servicio del principal servicio de inteligencia de Rusia, el FSB, fueron interrogados por brindar poca inteligencia antes de la invasión, según Andrei Soldatov, un experto en servicios de seguridad rusos.
“Estaban a cargo de proporcionar inteligencia política y cultivar redes de apoyo en Ucrania”, dijo Soldatov en una entrevista. “Le dijeron a Putin lo que quería escuchar” sobre cómo progresaría la invasión.
La noticia de la muerte de los generales se filtró, primero de los ucranianos, y luego fue confirmada por funcionarios de la OTAN, con una muerte reconocida por Putin en un discurso. Han sido identificados como Andrei Kolesnikov, comandante del distrito militar del este de Rusia; Vitaly Gerasimov, primer comandante adjunto del 41º Ejército de Armas Combinadas; y Andrei Sukhovetsky, comandante adjunto del 41º Ejército de Armas Combinadas.
Los funcionarios occidentales dicen que unos 20 generales rusos estaban en Ucrania como parte del esfuerzo de guerra y que pueden haberse acercado al frente para levantar la moral.
“Tres generales ya, es un número impactante”, dijo de Ucrania, ex embajador de Estados Unidos en Rusia, en una entrevista.
El miércoles, funcionarios ucranianos informaron que un cuarto general, el general de división Oleg Mityaev, comandante de la 150 división de fusileros motorizados, había muerto en combate.
Dos oficiales militares estadounidenses dijeron que muchos generales rusos están hablando por teléfonos y radios no seguros. En al menos un caso, dijeron, los ucranianos interceptaron la llamada de un general, la geolocalizaron y atacaron su ubicación, matándolo a él y a su personal.
Si las muertes de militares rusos continúan aumentando, el tipo de organizaciones cívicas que llamaron la atención sobre las muertes y lesiones de las tropas durante la invasión soviética de Afganistán podrían volver a cobrar prominencia.
Pero es poco probable que el número de víctimas rusas, dicen algunos especialistas militares y legisladores, cambie la estrategia de Putin.