La calma se instaló en Tucumán cuando Mario Oscar “El Malevo” Ferreyra fue ubicado en el penal de Villa Urquiza para que cumpliera con la pena de prisión perpetua que se le había impuesto por el triple crimen de Laguna de Robles. Pero a partir de ese momento comenzaron a surgir otras polémicas por lo que significaba tener preso al hombre que despertaba un enorme interés en una sociedad a la que no le importaba que detrás de la placa se escondiera un homicida. Y al conocerse la trama secreta del triple crimen de Laguna de Robles, muchos comenzaron a abrir los ojos.
1- El viaje:
El “Malevo” se enteró de que la banda que perseguía, después de cometer un asalto en esta provincia, se refugiaba en la localidad salteña de Rosario de la Frontera, donde Hugo “Yegua Verde” Vera tenía una novia. Había conseguido la información de que estaban preparándose para dar un golpe en Güemes, por lo que decidieron viajar el 8 de octubre a ese lugar para confirmar la versión. Lo hicieron sin ningún tipo de autorización judicial y nunca se supo si el titular de la fuerza estaba al tanto del viaje. La delegación estuvo liderada por él, que era el jefe de la Brigada de Investigaciones, el comisario Juan Sotelo, los oficiales Juan Hermosa, Carlos Correa y Emilio Herrera, el suboficial Enrique Vairetti y los agentes José Brito, René Luna, Luis Dino Miranda y José Tula.
2- La captura:
Según la hipótesis, Albornoz, Tula y Hermosa, por orden del “Malevo”, salieron a realizar un recorrido para tratar de dar con los sospechosos, mientras el resto se quedó jugando a las cartas con sus colegas brigadistas de Güemes. Mientras estaban estacionados cerca de la plaza, observaron el pasar del Fiat 125 blanco que utilizaban los supuestos asaltantes. Luego de una breve persecución y una posterior pelea, que incluyó un disparo, lograron reducir a “Yegua Verde”, a José “Coco” Menéndez y a Ricardo “Pelao” Andrada. A los minutos, llegaron sus compañeros y entre ambos grupos trasladaron a los detenidos a la sede policial en la que quedó registrado su ingreso, pero no quién había desarrollado el procedimiento. Los policías tucumanos no podían aparecer porque no contaban con ninguna autorización judicial para realizar esa tarea en tierras salteñas.
3- El traslado:
El 9 de octubre, el “Malevo” decidió regresar a la provincia con los tres detenidos. Para ello, ordenó que lo harían en una caravana. En tres vehículos oficiales, partieron a las 6 de la mañana con destino la sede de la Brigada. En cada uno de los autos viajaban tres efectivos y uno de los delincuentes. El décimo se encargó de conducir el Fiat que les habían quitado a los acusados. El viaje, que también se desarrolló de manera ilegal porque nunca se informó lo que estaban por hacer, tuvo un imprevisto. A uno de los móviles se le pinchó una rueda y, al no tener auxilio, lo tuvieron que dejar con su conductor. Se acomodaron en los tres vehículos que quedaban y continuaron viaje.
4- La espera:
Con la hipótesis judicial y las versiones que recogió LA GACETA, el “Malevo” decidió trasladarse a Laguna de Robles para empezar a poner en marcha las maniobras para que fuera creíble la teoría del enfrentamiento. Por ese motivo, ocultó a los detenidos en el monte y envió a los vehículos oficiales a que fingieran estar haciendo controles vehiculares en distintos sectores de ese ignoto camino vecinal para que algún automovilista confirmara la versión de los retenes. El ya jubilado magistrado Pedro Roldán Vázquez comentó en una entrevista que hasta se dieron “el lujo de ir a comprar comida para alimentarse ellos y los detenidos, ilegalmente”.
5- La ejecución:
Antes de que anocheciera, el “Malevo”, según la hipótesis oficial, decidió acabar con la vida de los arrestados. Los ubicó en un lugar y les disparó con su FAL, matándolos en el acto. Luego, ordenó que acomodaran el Fiat 125 y le efectuó otra ráfaga de tiros para instalar aún más la versión del enfrentamiento. Luego, con una frialdad increíble, ordenó dejar los cuerpos de Vera y Menéndez cerca del Fiat y ocultar en el interior del monte a Andrada, cuyo cuerpo sería hallado varios días después.
6- El problema:
Mientras custodiaba a los detenidos, el agente Miranda escuchó que habían decidido matarlo para terminar de cerrar la versión de que se había tratado un tiroteo. Pero el efectivo huyó cuando uno de los hombres intentó matarlo. Inició una desesperada carrera por el monte para salvar su vida. Luego se mantuvo oculto hasta que decidió romper el silencio.
7- Las pruebas:
Pasada la medianoche, Ferreyra se comunicó con el personal de Criminalística para que realizaran las pericias correspondientes. Los informes de los peritos fueron lapidarios: desmintieron totalmente la versión del enfrentamiento. “Los sujetos podemos decir cualquier cosa, pero si no coinciden con las pruebas que se consiguen de los objetos, todo es una farsa”, indicó Oscar Terraza, jefe del equipo de profesionales que realizó la pericia. “Ellos hablaron de un tiroteo, pero en la zona donde se registró, no se encontraron vainas ni proyectiles para demostrar que la otra parte también había disparado”, destacó el especialista.
El actual docente de la Escuela de Policía confirmó además que los resultados de esas pruebas también fueron presentados ante el fiscal Ramiro Vargas Nieto, que debió investigar el caso, pero jamás tomó ninguna medida en su contra. El agente René Albornoz, otro de los condenados por el triple crimen, relató que el funcionario le dijo a Ferreyra que él y todos los que participaron del procedimiento debían ir a la fiscalía a firmar el sobreseimiento o que fueran a buscar los escritos para que los firmaran en la Brigada. Si lo hubieran hecho, nunca podrían haber sido juzgados por el caso. “Los funcionarios cordobeses que llegaron con la intervención no sólo lo protegieron, sino que lo hicieron subir al caballo de la soberbia”, aseguró Terraza.
8- Preanuncio
Sotelo, en una entrevista con LA GACETA, contó que antes de que asumiera Ramón “Palito” Ortega como gobernador de la provincia, sabían que la carrera del “Malevo” en la fuerza tenía fecha de vencimiento. Y otra vez aparecía una tonada cordobesa en la historia. “El juez (Rubén) Tirso Pereyra, que tenía muy buena relación con la gente de la Brigada, nos convocó a todos los jefes a su despacho. Y ahí le dijo: ‘Mario, te van a sacar de la fuerza’. Él sabía de antemano que no se lo quería en la fuerza”, explicó.
9- Un comunicado:
“Ferreyra estaba muy molesto porque sabía que no tenía chances de llegar a ser jefe de Policía, como se lo habían prometido el interventor (Julio) “Chiche” Aráoz y (Ronal) Bradis Troncoso. Veía que sus compañeros le habían hecho una cama y por eso decidió tomar una medida extrema”, señaló Sotelo, uno de los hombres que fue condenado por el triple crimen de Laguna de Robles. Ferreyra citó a su despacho a los periodistas Fernando Verni, de LA GACETA y a Ángel Beltrán, de “El Siglo”.
A ambos les entregó un comunicado de prensa donde denunciaba a sus compañeros por enriquecimiento ilícito. “Los periodistas le dijeron que era un documento muy fuerte y que si no tenía pruebas para demostrar lo que decía, afrontaría graves problemas. Se inició una discusión y llegaron a un acuerdo. Le dijeron que volverían a juntarse en 48 horas para ver si cambiaba de opinión. Se volvieron a reunir y él les dijo que no había cambiado de opinión”, añadió Sotelo. “Esa carta la escribió él, pero atrás había otras personas que lo ‘empuaron’ para sacar provecho”, finalizó el ex comisario.
10- Traición:
“Miranda no era ningún loquito. Él quiso sacar provecho de la situación y por perjudicarlo al ‘Malevo’, nos hundió a todos”, declaró recientemente Albornoz. “No podía creer lo que había hecho. Lo llevaba y lo traía al trabajo y hasta jugaba con mis hijos”, agregó Sotelo. Los condenados dieron a conocer su versión sobre el testimonio del arrepentido. Creen que el agente decidió inventar esa teoría para que lo ayudaran a despegarse del crimen de Enrique Nieto, un caso de gatillo fácil y por el que terminó siendo condenado a 12 años de prisión (no fue un homicidio que quedó impune como se informó erróneamente en una entrega anterior).
“Él relató que vivía con miedo y que desde Laguna de Robles vivía oculto y no es así. El día que declaró, lo fue a buscar el oficial Juan Salinas (que sería asesinado semanas después supuestamente por miembros del Comando Atila) y el secretario de la fiscala (Silvana) Sánchez Tardán de su casa, que estaba muy cerca de la mía”, relató Sotelo.
11- Recorrido
Terraza contó además que la fiscala Sánchez Tardán, después de escuchar el testimonio de Miranda, decidió hacer una especie de reconstrucción del hecho. “Hicimos el recorrido que él declaró haber hecho en su fuga en Laguna de Robles y encontramos el reloj que se había sacado, la cartuchera de su arma y la pistola con la que dijo que habían intentado matarlo. También se entrevistó con una familia del lugar que confirmó que él le había pedido ayuda”, explicó.
El especialista indicó que la comitiva cruzó la frontera para visitar dos localidades salteñas. “En Rosario de la Frontera se confirmó que Miranda se había presentado en esa comisaría para solicitar que lo detuvieran. Como los policías no aceptaron, le permitieron hablar por teléfono para que lo fueran a buscar”, indicó. “En Güemes tuvimos mucha suerte. Encontramos a los empleados que habían estado de turno en una estación de servicio muy cercana a donde se produjo la detención de los presuntos asaltantes. Ellos no sólo nos dijeron que efectivamente policías tucumanos habían detenido a tres hombres, sino que un proyectil de un disparo había impactado en el establecimiento. Lo buscamos, los extrajimos y probamos que había sido salido del arma de uno de los sospechosos”, añadió Terraza.
12- Persecución
Perseguir en esos tiempos a Ferreyra era peligroso. Una parte de lo peor de la Policía de la provincia estaba de su lado e hizo hasta lo imposible para que se frenara la investigación en su contra. Pese a que lo desmintió, fue vox populi que el frente donde vivía la fiscala Sánchez Tardán fue ametrallado por desconocidos. Su secretario, Eduardo Parajón, hermano del fallecido político Gumersindo Parajón, sufrió un ataque con bombas incendiarias en la casa de su madre, donde residía.
Los hombres de Criminalística que habían realizado las pericias en Laguna de Robles, durante meses sufrieron el acoso de los hombres de la Brigada. “En donde nos encontraban, sin importar que estuviéramos con nuestras familias, nos decían a los gritos traidores y después nos insultaban”, dijo una de las víctimas. “Después de haber realizado el informe, tuve que mandar a mi esposa y mis cuatro hijos a Buenos Aires porque me habían dejado una nota que decía: ‘ojo por ojo, tus hijos por El Malevo’”. Pero más allá de todas las versiones, las amenazas y presiones, el caso se esclareció y Ferreyra terminó en la cárcel, donde el triple homicida comenzaría con otra vida.