Juan Pablo I. Padilla
Psicólogo - MP: 4140
En nuestro país la salud mental en el ámbito deportivo es tanto subestimada cuando no descuidada. Seguimos con la caduca idea que los que van al psicólogo están “locos”. Es preciso cuestionar este viejo paradigma y aceptar que en el alto rendimiento es indispensable e impostergable abordar la salud mental de los deportistas. A los hechos me remito: no en vano Marcelo Gallardo incorporó, desde su llegada, a la doctora Sandra Rossi a su cuerpo técnico. Rompiendo con el antiguo paradigma antes mencionado y más aún, con el prejuicio machista que el fútbol es un ámbito exclusivo de los hombres. Aquí me permito una distinción: no es lo mismo un trabajo grupal de las capacidades del deportista que un trabajo individual que realiza el profesional psicólogo con un deportista para abordar una depresión o el duelo por la pérdida de un ser querido. Aquí recomiendo un trabajo diferente pero en conjunto de ambos profesionales, que sirve tanto más para la vida que para el deporte. Ejemplos de la ausencia de este trabajo abundan en el fútbol argentino y no precisan nombres para advertirlos.
Los psicólogos no damos consejos ni tips de conducta. No corresponde a nuestro trabajo. Esa tarea se la dejamos a los muchachos del coaching. La psicología deportiva contribuye a desarrollar las capacidades cognitivas y a trabajar las emociones que afectan al deportista e intervienen en la práctica misma de cada especialidad. Es esencial para el alto rendimiento un trabajo sobre la fortaleza mental y la confianza de los deportistas, que en algunos casos son avasalladas por la presión que ejercen los medios, los patrocinadores, los fanáticos y hasta los propios familiares.
Ahora bien, ¿qué pasa en Atlético? Pasa que la derrota se ha convertido en una pesadilla eterna y pareciera estar echada la suerte antes de cada partido. Pero atención: no está vencido quien todavía da pelea. Resultados diferentes requieren cambios en las actitudes y las acciones. Es preciso que cada persona ligada al club apoye desde el lugar que le corresponda y brinde la confianza necesaria para afrontar esta situación.
Para finalizar, la respuesta al interrogante del título es afirmativa. No sólo Atlético, lo necesitan todos los clubes de Primera división. Ahora bien: ¿un psicólogo vendría a ser “el salvador”? De ninguna manera. Sólo será alguien que pueda aportar desde su ciencia algo que posibilite llevar al máximo las capacidades de los deportistas y trabajar sobre los conflictos que los aquejan.