Guillermo Siles: “al fueguito de la poesía lo mantienen vivo seres que arrojan otra mirada sobre el mundo”
El martes se presentará en el Centro Cultural Virla “Poetas de Tucumán (1960-1990)”. La antología incluye 34 voces de nuestra literatura y Guillermo Siles -a cargo de la compilación junto a Soledad Martínez Zuccardi- anticipa qué encontrarán los lectores a medida que recorran las páginas.
“El antólogo trabaja para la memoria de la cultura a la que pertenece”, sostiene Guillermo Siles. Y a esa construcción de memoria, en este caso literaria, se abocó junto a Soledad Martínez Zuccardi para compilar la obra de 34 voces de la poesía de Tucumán. El resultado es un libro nutrido de la tradición de las grandes antologías de nuestra poesía, cuyo recorte contempla a escritores y escritoras que nacieron entre 1960 y 1990 (con algunas necesarias excepciones).
Editado por la colección Humanitas de la Facultad de Filosofía y Letras (UNT), los compiladores presentarán “Poetas de Tucumán” el martes en el Centro Cultural Virla. Del proceso de selección -con jugosas apreciaciones sobre la irreversible arbitrariedad que le cabe a cualquier antólogo- habló Siles en la previa de ese encuentro. Pero también fue una inmejorable oportunidad para charlar sobre poesía y sobre poetas, en especial sobre lo que está sucediendo con el género en Tucumán.
- ¿Cómo surgió la idea de abordar esta antología de poetas de Tucumán?
- Fue idea de Santiago Bliss a partir de las lecturas del Café Literario del Virla. A la conducción del ciclo me la ofreció la decana Mercedes Leal en 2014 porque el secretario de extensión, Marcelo Mirkin, pensó en alguien de Filo para ese rol. La antología, en principio, estuvo ligada al propósito de registrar las lecturas del café. En 2015 homenajeamos a Juan E. González; propuse allí la publicación de su obra y luego se concretó. La Facultad se ocupó siempre de los autores tucumanos. Por mi parte, en 2010 prologué “Obra Poética”, de Hugo Foguet. Después colegas y estudiantes imitaron estos gestos en relación a la poesía, y es positivo, en parte, en tanto propicia la atención al campo literario local y contribuye a la historia de la cultura regional visibilizando las obras.
- ¿Y cómo se concretó el proyecto en este libro?
- El proyecto se concretó junto a Soledad Martínez Zuccardi desde la cátedra de Literatura Argentina II, actualmente a mi cargo. Convocamos a poetas que ya habíamos leído y a voces nuevas recomendadas por sus contemporáneos, ya que la poesía, al ser comunional, nos reúne con ellos en presentaciones y lecturas. La respuesta fue positiva en general, aunque algunas personas decidieron no participar por razones que comprendemos y respetamos.
- ¿Por qué eligieron el recorte de los años 1960-1990 al momento de hacer la selección?
- Porque advertimos que no existía una antología tucumana que abarcara este período, siendo Tucumán una provincia de notable producción poética. Y porque algunos de los poetas incluidos comenzaron a construir su obra tardíamente dadas las condiciones de la época en que les tocó vivir su juventud (la dictadura). Los grupos a los que pertenecieron tuvieron relativa visibilidad y las posibilidades de publicación por entonces eran escasas. Elegimos esas fechas porque además una antología supone una selección, un recorte con las preferencias, los gustos, las arbitrariedades del antólogo/a, entre otros factores.
- Siempre queda un margen para el debate...
- A quien compila siempre se le critica por el material que selecciona y sus consecuentes exclusiones. Creo que no debemos preocuparnos porque vivimos bajo el imperio de las antologías: las hay temáticas, genéricas, de género y diversidades sexuales, las que fijan una temporalidad como la nuestra, etcétera. Nuestros estudiantes y gestores culturales independientes cuentan con recursos para elaborar antologías en tiempo récord, imposible de superar por las instituciones. Ya existe una breve antología de poetas tucumanos menores de 30 y otros ambiciosos proyectos en tal sentido. Por esto, nuestro recorte intenta evitar superposiciones y polémicas innecesarias. Nos interesa sobre todo la calidad, la pluralidad de voces y estéticas, además del respeto por el trabajo ajeno.
- ¿Qué lugar ocupa esta antología en el mapa de los estudios literarios de Tucumán? ¿Puede considerarse heredera de un estudio como el que encaró Gustavo Bravo Figueroa en los años 60?
- Ocupa un lugar necesario y útil, de continuidad con la serie literaria en la medida en que se complementa con colecciones anteriores y da cuenta de la ingente producción poética local. Con respecto a lo segundo, me parece que en cierta medida sí. La de Bravo Figueroa fue una muestra criteriosa gracias al conocimiento exhaustivo del campo literario por parte de un autor proveniente del ámbito de la Universidad. Nuestro libro es una antología posible, ligada a una tradición que ha cumplido un siglo de existencia. Soledad lo expone en el pormenorizado estudio que contiene el libro. De hecho en 2021 se cumplieron 100 años de la primera antología poética a cargo de Alfredo Cónsole: “Florilegio de poesías tucumanas” (1921). Nuestro trabajo rinde tributo a esta valiosa tradición inaugurada entonces.
- ¿Hay elementos comunes en el perfil de los autores y autoras que seleccionaron? ¿Detectaron hilos conductores en las temáticas sobre las que escriben?
- En principio hay elementos comunes en la obra de algunos poetas más allá de que pertenezcan a distintas generaciones: la contemplación de la naturaleza y la inscripción del paisaje en la escritura, los viajes, la evocación de la infancia, las reflexiones sobre la palabra poética. Sin embargo, nuestro objetivo fue atender a la diversidad de voces y registros en donde despuntan el amor, la diversidad sexual, la vida urbana con sus complejidades y su extraña belleza; así como el habla de una lengua que se enaltece o se singulariza y que, a veces, se vuelve extraña y familiar a la vez en los poemas. Esto se debe a que nuestros poetas se han nutrido de diferentes tradiciones: la poesía francesa de la modernidad, pero también de los poetas argentinos y latinoamericanos; los de nuestra región; la música popular y el folklore, las letras de rock y el cine. Toda esta mezcla e hibridación lingüística y cultural produce resultados de una riqueza sorprendente.
- Citás en el prólogo a Mario Campaña cuando afirma que la poesía es tan popular como el fútbol. ¿Cuánto pensás que hay de verdad en esto, mirando el panorama de la cantidad y calidad de poetas tucumanos?
- La analogía con el fútbol tal vez sea un tanto exagerada y sexista, pero me pareció simpática y concluyente respecto de Tucumán en relación con las restantes provincias del NOA. Cuando Santiago Sylvester compiló “Poesía joven del noroeste argentino”, comprobó que incluía más tucumanos que saltaños y ningún riojano. Quizás por eso anota en la contratapa de nuestro libro que esta provincia es pródiga en poetas. En “La lira marica”, de Jorge Luis Peralta y Enzo Cárcano, los tucumanos, entre figurones y disidentes, somos ocho creo. Abarca un siglo de poesía homoerótica y precisamente comienza con el poema que el Conde Robert de Montesquiou le dedica a su amante Gabriel Iturri, luego de que el recordado tucumano muere en París. La metáfora de Campaña tiene algo de mito y a la vez expresa una verdad y por esta razón resulta una imagen tan seductora.
- ¿Cuáles son las herramientas que le permiten a la poesía mantener su vigencia cuando muchos la condenaban a un ocaso en el siglo XXI?
- En primer lugar, al fueguito de la poesía lo mantiene vivo una comunidad de seres que arrojan otra mirada sobre el mundo, que profesan una religión sin dioses, que hasta enrarecen la lengua materna. Muchos de ellos son conscientes de su propia ajenidad y se asumen poetas con todo el peso que implica tal condición. No es fácil la atención al detalle de lo mínimo -a veces es molesto para los otros-. No es fácil tampoco estar dispuestos a contemplar y a expresar la complejidad; la belleza del mundo y su herida. Ellos son capaces de escribir sobre infinidad de temas, de reflexionar sobre su propio objeto: la poesía. Hay poemas sobre ríos, árboles, flores, verduras, oficios, pero también sobre un montoncito de basura, una cucaracha o un sapo. Además del lenguaje (herramienta básica), existen tradiciones y la posibilidad de continuarlas o negarlas. Por otro lado, el mundo de hoy dispone de tecnología -no para todos por supuesto- y recursos de los que nos apropiamos con facilidad. Los libros, las traducciones, las comunicaciones entre editores y escritores se realizan con gran celeridad. Blogs, sitios web, revistas digitales, redes sociales nos ponen en contacto con autores y obras del mundo. Nuestros estudiantes tienen posibilidad de conectarse con poetas que leemos e interpretamos en clase. Así como todo es rápido y parece fácil, hay repentismo, ansiedad por publicar, aspiraciones de “éxito”, pero es solo el que ofrece la poesía con su relativa marginalidad. Existen perfiles magnificados por algunos editores independientes y mucha hojarasca en Facebook e IG. Pensar que Kafka se murió sin saber que era un genio y su obra se canonizó luego de la Segunda Guerra Mundial.
- ¿Cómo juega la tecnología entonces?
- Las herramientas tecnológicas tienen gran valor para la circulación de poesía, que ahora ocupa un lugar singular dentro del mercado editorial, y aunque el fenómeno no sea masivo, se hizo muy visible. Tal vez esto se deba a que el proceso de escritura de un poema no requiera de la misma disponibilidad que el de una novela. Más allá de los géneros, un escritor sabe que corregir y depurar un estilo necesita tiempo. Baudelaire descreía de la inspiración romántica, pensaba que la escritura de un poema equivalía a una jornada de trabajo.
- En toda selección quedan resquicios para la arbitrariedad. ¿De qué criterios debe valerse un compilador para no fallar en la tarea?
- La arbitrariedad es inevitable, depende de los gustos y preferencias del antólogo, de su concepción de la belleza, que como sabemos, es relativa y epocal. Quienes escriben poesía saben que al escribir van a fracasar de antemano porque nunca alcanzarán a enunciar lo que aspiran a decir. Por suerte el lenguaje dice más toda vez que habla el poema y el poeta es una suerte de antena, un dispositivo de enunciación colectiva. El antólogo también sabe esto, es temerario y aún así trabaja para los otros, para la memoria de la cultura a la que pertenece, por más que sea criticado. Sylvester tiene una frase humorística al respecto: “si querés ganarte enemigos, hacé una antología”. No hay que temerle a las críticas ni a los enemigos. Tampoco a fallar o fracasar. Es parte de la vida. Si a alguien no le gusta esta selección, pues que elaborare otra que amplíe y corrija la nuestra.
- ¿Qué encontrará el lector a medida que recorra las páginas de esta antología?
- Es difícil darte una respuesta certera porque cada lector encontrará cosas diferentes. Si tiene curiosidad, logrará saber qué se está escribiendo en Tucumán, quiénes son los poetas y qué libros publicaron. Encontrará asimismo la belleza de estéticas muy diferentes, paisajes reconocibles y entrañables; voces que miden el pulso y acompañan el ritmo de una ciudad que crece con su esplendor y sus miserias. También viajará al centro de experiencias vividas y recordadas por otros, y por más que sean ajenas se vuelven propias en cada lectura y en cada poema que nos reúnen siempre junto al fueguito de la poesía.