Una personalidad marcada por la política. Su primer acercamiento con el mundo de la política no fue grato. Los gritos de sus padres y vecinos indignados porque el reconocido docente Federico Gandara fue golpeado al insistir en emitir su voto, fue la presentación del joven Raul Alfonsín dentro del espectro político, observando la cara más detestable de dicho mundo: el fraude. Asimismo, siempre recordaba que lo obligaban a permanecer en su casa, cuando los matones iban a su pueblo para obtener un resultado determinado.
A partir de ello, la infancia de Raúl estuvo marcada por los disturbios. Su familia era de tendencia radical y fue fruto de la unión entre Serafín Raúl Alfonsín Ochoa y Ana María Foulkes. Él fue el mayor de seis hermanos, cuatro varones y dos mujeres, naciendo un 12 de marzo de 1927 en Chascomús.
Su primaria la realizó en la Normal Regional, pero por sus extensas temporadas en la que se enfermaba de los bronquios, acumuló demasiados ausentes, haciendo que repita tercer grado. Apasionado por la lectura, tenía un afán por conocer diferentes historias en cada trozo de papel que captaba su atención. Jugaba al fútbol por pasatiempo en la parroquia de su pueblo, y por la insistencia de un amigo de la familia se hizo hincha de Independiente.
Cuando la secundaria tocó la puerta, sus padres creían que el Liceo Militar General San Martín era la mejor opción. De allí, se egresó en 1944. “En realidad, me anotaron ahí (sus padres) porque eran excelentes los profesores y la educación”, confesó.
A sus 18 años, se afilió al radicalismo e ingresó en la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires, recibiéndose de abogado en 1950. Asimismo, conoció a María Lorenza Barrenche, “Lorencita”, con la que se casó en 1949 y tuvieron seis hijos: Raúl Felipe, Ana María, Ricardo Luis, María Marcela, María Inés y Javier Ignacio.
En 1954, fue concejal en Chascomús, aunque en dichas elecciones existía una mayoría peronista. Cuando fue el alzamiento de 1955, estuvo preso un tiempo, aunque no tuvo participación. Era militante del Movimiento de Intransigencia y Renovación, una línea que rescata los valores yrigonenistas.
En 1958 fue diputado provincial y en periodo entre 1963-1966 ocupó una banca como diputado nacional. Según la estrategia de Ricardo Balbín, buscaban que Alfonsín sea candidato a gobernador en 1967, pero el golpe de estado de Onganía dejó sin efecto sus deseos. Esto causó que Alfonsín tenga un gran acercamiento hacia la socialdemocracia, realizando actos relámpagos, para no ser interrumpidos por los policías.
En 1973, volvió a ser diputado nacional y fue uno de los fundadores de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, el primer organismo encargado de denunciar las violaciones a los DDHH. Del mismo modo, fue uno de los pocos políticos que se opuso a la acción militar en búsqueda de la recuperación de Malvinas y en 1983, acompañado de Victor Martinez, ganó las elecciones presidenciales, marcando el retorno de la democracia.
Su gobierno estuvo marcado por una profunda crisis económica que no pudo manejar, sumado a una gran deuda externa contraída por los militares, dando como resultado una Hiperinflación. Su mandato presidencial acabó aquel 8 de julio de 1989, cuando Carlos Menem asumió la presidencia.
Si bien años siguientes siguió ligado al mundo de la política, su protagonismo iba reduciéndose poco a poco. Murió el 1 de abril de 2009 a sus 82 años, siendo víctima de un cáncer de pulmón. En ese momento, había trascendido como el “Padre de la democracia”.