El 10% de la población mundial padece alguna enfermedad renal crónica. El problema es que la mayoría no lo advierte hasta que el mal avanzó lo suficiente para demandar un tratamiento de diálisis o, directamente, el trasplante. Hay entonces una poderosa necesidad de crear consciencia sobre lo necesarios que son los controles y la prevención. Ese el lema del Día Mundial del Riñón en la edición 2022: “Salud renal para todos”.
La Sociedad Internacional de Nefrología y la Federación Internacional de Fundaciones Renales establecieron al 10 de marzo como Día Mundial del Riñón. Cada año, desde 2006, en esta fecha se desarrollan estrategias educativas y sanitarias, cuyo reiterado objetivo es alertar a la población sobre la importancia de la detección precoz de cualquier padecimiento en los riñones.
“Es fundamental explicar de manera sencilla y accesible el funcionamiento de los riñones, su importancia, su adecuado cuidado, diagnosticar las enfermedades renales e informar a dónde acudir. Los riñones no dan síntomas y cuando estos aparecen la enfermedad renal ya está muy avanzada. Es por ello que, con un simple examen de sangre y orina puede conocerse el estado de salud renal. Un diagnóstico llevado a cabo de manera precoz permite instaurar tratamientos específicos, así como medidas que retrasen la perdida de la función renal”, explica Guillermo Rosa Diez, presidente de la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN).
La pandemia planteó desafíos en todos los campos de la salud. En el caso de quienes padecen alguna enfermedad renal crónica, la condición de pacientes de riesgo y la extensión de las cuarentenas representaron preocupaciones extras. Debieron elaborarse protocolos para que no se interrumpieran los tratamientos de diálisis y también se trabajó para mantener el ritmo de trasplantes en todo el país. No en vano el lema del Día Mundial del Riñón fue el año pasado: “Viviendo bien con la enfermedad renal”.
La SAN destaca el valor de seguir las “reglas de oro” instauradas para el cuidado de la salud de los riñones. Realizar actividades físicas; controlar el azúcar en sangre y la presión arterial; cuidar la alimentación y la hidratación; y efectuar los chequeos regulares de sangre y orina figuran a la cabeza de las recomendaciones. Son reglas que también se aplican a quienes padecen algún grado de enfermedad renal, con la salvedad de que el volumen de la hidratación, la calidad de la alimentación y los controles periódicos deben ser monitoreados por especialistas.
“Salud renal para todos”, en su carácter de llamado a tomar consciencia, comprende a todos los miembros de la “comunidad renal”: personal médico y científico, pacientes, administradores y expertos en políticas de salud, funcionarios gubernamentales, organizaciones de nefrología y fundaciones. Y, por sobre todo, alienta al público a adoptar un estilo de vida saludable.
Otro dato significativo es que las enfermedades renales crónicas castigan a los sectores más vulnerables de la sociedad: son los que menor acceso tienen a una dieta sana y, a la vez, a los que más les cuesta costear tratamientos por lo general onerosos. Razones de peso para profundizar políticas que hagan hincapié en la educación y en la prevención, sinónimos de mejor calidad de vida.