Juan A. González
Experto en Medio Ambiente
Los daños públicos y privados que provocan las precipitaciones voluminosas en los últimos años son evidentes en muchos lugares de la provincia. 50 a 100 milímetros de lluvia en unas horas se han vuelto frecuentes y es evidente que la obra pública, pensada para otra realidad climática, no puede soportar el volumen de que se genera. La nueva situación nos está advirtiendo sobre la necesidad de tomar medidas técnicas serias. No se puede ya pensar en soluciones del pasado para la nueva condición climática que estamos viviendo. Toda la obra pública y privada, que se desarrollen en el pedemonte tucumano sin duda deberá realizarse bajo rigurosos criterios técnicos y ambientales. Los problemas no se solucionarán con canales, como el construido en la zona del Boulevard 9 de Julio en Yerba Buena o, los canales que se construyen en los límites de los emprendimientos inmobiliarios privados, que lo único que hacen es “exportar” el agua de un lugar a otro, lo que termina ayudando a unos y perjudicando a otros. La última tormenta demostró cómo el Canal Sur no puede soportar ya las aguas que se le entrega de emprendimientos públicos y privados. No podemos seguir pensando que las soluciones están solo en los canales o en la presentación de los estudios de impacto ambiental. Las soluciones son varias, pero sin duda se deberán realizar bajo el concepto de gestión ambiental que se refiere a “…la administración de las actividades humanas que influyen sobre el ambiente…”. Dentro de las acciones se deberá trabajar para reducir los volúmenes de escorrentía y caudales punta procedentes de zonas urbanizadas y/o productivas mediante elementos de retención y minimizando áreas impermeables. Soluciones hay muchas, como las cubiertas vegetadas, superficies permeables, franjas filtrantes, pozos y zanjas de infiltración, drenes filtrantes o franceses, cunetas verdes, depósitos de infiltración, depósitos de detención, estanques de retención, humedales, entre varios otros. Todo lo mencionado requiere sin duda la legislación adecuada, la necesaria intervención de las universidades con soluciones acordes, el control severo de los organismos provinciales involucrados y sobre todo pensar bajo la premisa que estamos frente a fenómenos nuevos que sin duda requieren ideas y acciones nuevas. Debe abandonarse el paradigma para, por lo menos, minimizar daños y evitar situaciones extremas.