San Isidro Rugby Club, amor para toda la vida

San Isidro Rugby Club, amor para toda la vida

Fundado en 2002 por un grupo de amigos que siguen ayudando al club, el “SIRC” quiere más.

ESTRENANDO CASA PROPIA. En 2004, el grupo posó feliz en la primera foto de San Isidro Rugby Club en su propia cancha. En ese momento, participaban como M18 en el torneo organizado por la URT. ESTRENANDO CASA PROPIA. En 2004, el grupo posó feliz en la primera foto de San Isidro Rugby Club en su propia cancha. En ese momento, participaban como M18 en el torneo organizado por la URT.
05 Marzo 2022

Nelson Cisterna, Martín Molina, Celso Manzano, Mario Pacheco, Pablo Pereyra y Guillermo Ballano; oriundos de San Isidro de Lules jugaban en Lince y Cardenales. En su tierra, solían reunirse para pasar el tiempo disfrutando del deporte que más los apasiona. “Armemos nuestro propio club, acá en Lules; así no tenemos que viajar para entrenarnos”. En una las tantas juntadas a despuntar el vicio, la idea surgió casi por decantación.

Primero parecía algo imposible. Sin embargo, los chicos que en ese tiempo tenían 17 años, con la ayuda de sus padres, comenzaron a darle forma a un proyecto que no era nada loco. Así, el 17 de agosto de 2002 fundaron el San Isidro Rugby Club.

Pasaron casi 20 años; sin embargo Cisterna y Molina no quieren dejar el campo de juego. “Seguir jugando me hace sentir que sigo vivo; tengo las mismas ganas que cuando era chico”, comenta Nelson, con la mirada cómplice de Martín.

Un partido de Los Pumas fue el disparador para que el rugby pudiera llegar a Lules. “En 1999, un duelo contra Irlanda, me motivó. Fue impactante ver cómo los jugadores se mataban defendiendo la camiseta”, recuerda Martín, quien hoy es médico veterinario. Nelson, que trabaja como guardia en una empresa de transporte de caudales, decide ir un poco más allá en el tema. “Ese mundial nos terminó atrapando a todos”, asegura. “Si bien no entendíamos mucho de rugby, comenzamos a intentar jugarlo en un baldío de la zona. Pero más que nada rompíamos remeras porque no sabíamos tacklear”, agrega, entre risas, Celso, dueño de una fábrica de medias y de un local de ropa.

Los primeros dos años no fueron muy sencillos. El club no tenía cancha y debían jugar siempre como visitante. Eso sí, luego recibieron una mano de Social Mercedes, que les cedió su cancha de fútbol. “Les poníamos unas cañas a los arcos de fútbol para poder hacer las haches”, rememora Manzano. Pero claro, no podían seguir así. Y en 2004, gracias al empresario Jorge Figueroa Minetti, recibieron en comodato su actual cancha.

Su debut oficial data de 2003. La M18 del SIRC viajó hasta Yerba Buena para enfrentar a su par del Jockey Club. Fue algo que siempre esperaban, pero también un baño de realidad. “Nos metieron como 100 puntos a cero”, recuerdan. “No sabíamos cómo pararlos; fuimos un desastre”, recuerdan. Pero, a partir de ahí comenzaron a mejorar. “Seguíamos perdiendo, pero ya por muy poco”, cuenta Celso, hasta que llegó el primer triunfo. “Fue un año después de nuestro debut, aunque no recuerdo quién fue el rival. Eso sí, la URT nos felicitó”, agrega.

Como fundadores, hoy los sentimientos saltan a escena. “El club es todo para mí. Es mi segunda casa, en donde tengo a todos mis amigos”, afirma Cisterna; “pasé mucho más tiempo en el club que en mi propio hogar. Le dediqué mucho tiempo de mi vida porque me gusta y así lo siento”, asegura Manzano.

Pero los ciclos se cumplen. Hoy son pocos los que aún siguen jugando; sin embargo nadie se va porque el club es para toda la vida. Estos seis amigos podrán contarles con orgullo a sus nietos que dieron vida a un club que siempre apuesta a más; y que ahora quiere volver a los primeros planos del rugby provincial.

El nombre que no fue

Antes de que el grupo de amigos se decidiera por el nombre San Isidro Rugby Club, habían pensado como alternativa Canamico RC, en honor a un cacique calchaquí de la comunidad Lule-Tonocoté, allá por al año 1550 aproximadamente.

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