Cientos de ucranianos dejan sus casas y con unas cuantas valijas salen de sus casas en busca de un lugar donde estar a salvo de la guerra desatada por Rusia. Entre ese contingente hay niñas y niñas que además de dejar su tierra tuvieron que despedirse de sus padres que se quedaron en Ucrania para defender a su país.
En medio de tanto dolor, los pequeños que llegan a Polonia tienen un recibimiento especial. Les entregan osos de peluche a cada uno como una manera de calmar su desarraigo.
El éxodo de ucranianos hacia otros países es diario. Según El País, la cifra de refugiados alcanzó el millón y hay largas filas en los puestos fronterizos. La terminal de Lviv, en el oeste del país, es la segunda más ajetreada después de Kiev. Es un nodo internacional hacia Polonia y también hacia Alemania, Eslovaquia y Hungría.
Días atrás, una joven polaca le contó a LA GACETA que en su país hay una importante cantidad de organizaciones que ofrecen ayuda a la gente que llega desde Ucrania, en colectivo, autos y hasta caminando. También realizan colectas de comida y abrigo porque el frío es crudo en la zona.