Empresas originarias de distintos lugares del mundo se enfrentaban este viernes a un dilema sobre qué hacer con sus inversiones en Rusia, luego de que Moscú les presentó tres opciones: permanecer en el país, salir por completo o entregar sus participaciones a gestores locales hasta que definan su regreso.
El viceprimer ministro de la Federación Rusa, Andrei Belousov, explicó la posición del gobierno, un día después de que el banco francés Societe Generale provocara escalofríos en el mundo corporativo al decir que las autoridades rusas podrían apoderarse de sus activos en el país presidido por Vladimir Putin.
"La empresa sigue trabajando plenamente en Rusia", enumeró como primera alternativa Belousov en un comunicado, citado por Reuters. Y añadió, como segunda opción: “los accionistas extranjeros transfieren su participación para que sea administrada por socios rusos y puedan volver al mercado más tarde”. Finalmente, mencionó la tercera vía: “la empresa finaliza definitivamente las operaciones en Rusia, cierra la producción y despide a los empleados”.
Según analistas, ninguna de las tres rutas carece de riesgos. Aquellos que se queden en Rusia podrían enfrentar una reacción violenta en los mercados occidentales, donde el público se ha unido a la causa de Ucrania; aquellos que transfieren acciones podrían estar "entregando las llaves" con pocas garantías; mientras que aquellos que renuncian pueden enfrentar una gran pérdida en el mejor de los casos, o podrían tener que vender por un suma nominal, inferior a la real.
"Es un proceso complicado", dijo Darren Woods, director ejecutivo del gigante energético estadounidense Exxon Mobil, que está saliendo de inversiones en petróleo y gas que implican sociedades con la rusa Rosneft y otras por valor de 4.000 millones de dólares.
Agregó que "requeriría una gestión cuidadosa y una estrecha coordinación con nuestros socios del consorcio".
La invasión de Rusia, que Moscú llama una "operación especial" para terminar con el nazismo, llevó a Estados Unidos y Europa a imponer sanciones rápidas y radicales, que afectaron el sistema financiero ruso, desde los sistemas de pagos globales hasta una gama de productos de alta tecnología.
Así, hacer negocios en Rusia se ha vuelto repentinamente muy complejo y cada vez más precario, mientras que los residentes de ese país ya están comenzando a sentir un profundo dolor económico.
Cerrando tiendas, suspendiendo producciones
Al igual que Exxon, BP y Shell han dicho que renunciarán a continuar en las tierras de Putin, mientras que otros se han abstenido de retirarse de Rusia por ahora. TotalEnergies anticipó que se quedaría, pero que no invertiría más. Otros, como la japonesa Toyota, suspendieron la producción de sus fábricas, mientras que IKEA cerró sus tiendas, pero aclaró que pagaría a sus trabajadores durante tres meses.
"Las empresas occidentales probablemente no hayan perdido tanto dinero tan rápido debido a la geopolítica desde que el sha fue derrocado en Irán", dijo el economista jefe de Renaissance Capital, Charlie Robertson, refiriéndose a la revolución islámica hace más de cuatro décadas que condujo a un éxodo de negocios occidentales.
Sin embargo, algunas empresas planean seguir adelante. El fabricante italiano de neumáticos Pirelli advirtió que había establecido un "comité de crisis" para monitorear los desarrollos, pero que no esperaba detener la producción en ninguna de sus dos plantas rusas.
Su rival, Nokian Tyres de Finlandia, afirmó la semana pasada que estaba trasladando la producción de algunas líneas de productos fuera de Rusia.
Pero no hay soluciones fáciles, incluso para aquellos que buscan una salida cuando hay contrapartes comerciales limitadas.
La aseguradora y administradora de activos británica Royal London dijo que planeaba vender sus activos rusos, que según dijo solo representaban alrededor del 0,1% de su cartera. "No podemos negociar estas cosas de todos modos, pero tan pronto como podamos, obviamente tenemos la intención de desinvertir", remarcó el presidente ejecutivo Barry O'Dwyer.
Para las empresas que están empacando, el primer viceprimer ministro ruso dijo que un plan de quiebra acelerado "apoyará el empleo y el bienestar social de los ciudadanos para que los empresarios de buena fe puedan garantizar el funcionamiento efectivo de los negocios".
Mientras tanto, muchas empresas todavía están tratando de calcular el costo de su exposición a Rusia, una cifra que para muchos sigue cambiando con cada nueva ronda de sanciones anunciada por Estados Unidos, la Unión Europea y Gran Bretaña.