La comunidad de Alto El Puesto, ubicada al este de La Invernada, está devastada por las crecientes que bajan desde los cerros cada vez que llueve. Desde hace más de una semana las 50 familias que viven en la zona permanecen aisladas y recién ayer maquinarias viales pudieron ingresar a fin de tratar de reparar las carreteras de acceso.
Un camino nace en la ruta 38, a la altura de La Invernada, y el otro en la 308, en Graneros. Ambos están totalmente intransitables. Extensos tramos presentan profundos pozos. Otros están plagados de enormes piedras y restos de mamposterías de los badenes destruidos por las correntadas. Parecen campos de guerra.
En esas condiciones, los docentes de la escuela 295 no pueden acceder al local educativo para comenzar a dictar clases. “Los chicos están tristes ya que no saben cuándo volverán al aula a reencontrarse con sus compañeritos. Ayer se vistieron para concurrir, pero los maestros no pudieron llegar”, comentó la vecina Celeste Vera. El enorme socavón que se abrió en el 2017 y tragó el viejo edificio primario de ese establecimiento, se ensanchó y ahora amenaza también con destruir el nuevo. Y están en riesgo otras varias viviendas. La de Juan Ibáñez es una de ellas. Quedó a apenas 30 metros de la garganta del descomunal agujero de 200 metros de extensión, 100 de ancho y 15 de profundidad. La escuela también está ahora a igual distancia. En principio había sido levantada a 300 metros de esa depresión que hizo el agua, pero el socavón se agrandó. “Queremos que venga hasta aquí el gobernador Osvaldo Jaldo a ver esta desgracia que padecemos. Y para que escuche las soluciones que proponemos. Estamos abandonados y en cualquier momento perderemos todo: nuestras casas y cultivos”, dijo, angustiado, Ibáñez.
Las cosechas de tabaco no pueden ser sacadas y nadie puede enfermarse en estos días. “Soy un paciente con anticoagulación y vivo con el miedo de sufrir alguna descompensación. Si tengo que salir a buscar asistencia médica no lo podré hacer”, expuso Celeste. “Este problema que padecemos cada vez que llueve es a causa de la falta de desagües. Los que pasaban por las fincas desaparecieron y el agua que viene desde el cerro inunda la ruta 38 y toma por el camino que viene hasta esta comunidad. Es un río torrentoso”, añadió la joven.
Desde 2017
Doña Luisa Guerrero, de 75 años, vivió toda la vida en Alto El Puesto y aseguró que la tranquilidad en ese lugar se alteró a partir de 2017, cuando llegó la primera gran creciente que por poco la ahoga. “En mi casa el agua alcanzó los dos metros. Perdí todo. No me quedó nada. Me salvé de milagro porque alcancé a llegar a un terreno alto. Cuando pasó toda el agua descubrimos el socavón que, desde entonces, comenzó a tragar todo este lugar”, contó. Todo quedó reducido a escombros.
“Se trató del segundo intento de hacer algo para dar una solución al problema de este socavón. Pero lo proyectaron mal. Es sabido que si no se soluciona el problema de los desagües, se desvía las correntadas hacia el río Marapa y se las saca de los caminos, ningún trabajo va a sobrevivir por mucho tiempo. La fuerza de las aguas es devastadora”, planteó Carlos Aguirre.
Los vecinos últimamente reunieron dinero para comprar plásticos que desplegaron en el piso y los costados del pozo a fin de que el agua se disipe más rápidamente y no lo siga ensanchando. Tras la última creciente, poco o nada quedó del material. Carlos Castro, comisionado comunal de La Invernada, dijo que recién ayer las máquinas de Vialidad de la provincia pudieron ingresar al camino que conduce a Alto El Puesto. “Se está acumulando ripio con piedras enormes para tratar de tapar los socavones que se abrieron. El sector más destruido es el que comienza en La Horqueta y se extiende hasta la escuela 295. El otro que viene desde Graneros también está en mal estado, pero no tanto como este”, precisó
La gente se aprovisiona de mercaderías, que encargan a quienes disponen de vehículos pesados y pueden llegar a la ciudad a hacer compras.
Una obra que no sirvió: la creciente arrasó con todo
Los vecinos pensaron que con la obra de contención de la grieta, encarada por la provincia en noviembre último, el problema iba a aplacarse. Para el proyecto se dispuso más de $35 millones, con una partida oficial, y contemplaba la construcción de murallas y piso de hormigón con gaviones. Sin embargo, una mediana creciente en diciembre terminó arrasando los trabajos. Todo quedó reducido a escombros ante la vista de los lugareños, que vieron horrorizados cómo el agua se llevaba sus ya pocas pertenencias. Desde entonces, cada vez que llueve el miedo los paraliza.