Estás castigado sin play. Castigado y olvidate del celular. Castigado y ni se te ocurra salir a jugar. Castigado y no vas a fútbol. Castigado. Castigado. ¡Castigado! Hay días en los que -abarrotados de trabajo, cansancio, obligaciones, tareas domésticas y compromisos- los adultos perdemos los nervios y somos incapaces de poner límites a nuestros hijos o de conversar con ellos desde la calma. En cambio, generamos un sinfín de gritos y amenazas. Ahora que vuelven las clases, y con ellas todo el estrés que el combo supone, nos convendría quizás intentar solucionar los conflictos desde la empatía y animarlos a que disfruten sus horas de colegio.
El doctor Álvaro Bilbao -neuropsicólogo- nos recuerda que cuándo éramos niños, un charco era un océano y una roca una montaña. "Todo se magnifica en la infancia. Lo mismo pasa cuando uno es pequeño y su mamá o su papá le gritan cuando se enfada", grafica. Por ello, en este regreso a las aulas, anima a dar mucho amor.
"La contención emocional, la creatividad y el tiempo libre también hacen a un currículum de calidad". Mariana Dato, pedagoga.
"La seguridad que siente un niño en la vida adulta tiene mucho que ver con las muestras de amor y cariño que ha experimentado en su niñez. Debemos abrazarlos, arroparlos cada noche, dedicarles tiempo, escucharlos cuando quieren contarnos algo y darles besos a traición. No hay nada que sea más beneficioso para el desarrollo cerebral que crecer con unos padres que sean capaces de cuidar, atender e incluso poner límites", expresa en un escrito suyo.
De hecho, en el blog de este especialista pueden leerse numerosos apuntes sobre los beneficios de la disciplina positiva, la cual se supone que ayuda al niño a desarrollar un mayor autocontrol, confianza y autoestima. "Los principios de esta vertiente se centran en ayudarles desde la firmeza y el respeto, para que se desarrollen como personas respetuosas con las demás, responsables de sí mismos y con recursos conseguir sus metas".
- ¿Cómo podemos auxiliar a nuestro hijo a que se adapte más rápido?
- Los niños perciben más del lenguaje no verbal que del verbal, sobre todo cuanto más pequeños son. Entonces, el principal trabajo cuando están experimentando un mal momento es confiar; confiar en que serán capaces de superar la situación.
Mariana Dato -pedagoga, casada, mamá de cinco niños, obsesiva y adicta al orden, al dulce de leche y a las series españolas de Netflix- considera que la alegría y el entusiasmo son las dos emociones más importantes que los padres deben transmitirles a sus hijos para los primeros días de clase. También menciona el deseo de descubrir situaciones y personas nuevas, luego de tres meses de vacaciones y especialmente en el caso de los chicos que empiezan en un colegio distinto o que cambian de nivel.
"No juzguemos sus sentimientos ya que lo que para nosotros no significa nada, para ellos puede ser un mundo". Eugenia Ponce, profesora en Ciencias de la Educación.
"Hay que animarlos a que cuenten qué buscan en cada hora y en cada minuto que transitan en su institución", reflexiona la especialista, quien también guarda un mensaje para las docentes: que generen un espacio de diálogo en el que el repaso de los contenidos pase a un segundo plano y la escucha sea lo primordial. "Debemos saber qué esperan ellos del colegio. Recordemos que la contención emocional, la creatividad y el tiempo libre también hacen a un currículum de calidad", detalla.
De manera coincidente, Eugenia Ponce -profesora en Ciencias de la Educación- rescata el valor de la escucha, pues señala que debemos construir una comunicación con nuestros hijos. E ineludiblemente, eso implica escucharlos. "Escucharlos con el cuerpo, con la mirada y con los oídos", detalla. Y enseguida añade que no juzguemos sus sentimientos ya que lo que para nosotros no significa nada, para ellos puede ser un mundo.
Finalmente, Ponce insta a favorecer una charla positiva y alentadora, donde las frases 'vos podes; seguí así' y 'no tengas miedo de equivocarte, de los errores siempre tenemos algo que aprender' sean las enseñanzas clave.