Nadie ha dejado de decirla, y varias veces, en los últimos meses en todo el mundo. Se la repitió en mesas de café, reuniones familiares, preguntas académicas y cuanto foro relacionado con la salud hubo. Se emancipó del campo médico y pasó a ser dominio público, incluso en discusiones sobre cuál marca era mejor. La vacuna fue la palabra reina de 2021, según la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), una institución promovida por la agencia EFE y la Real Academia Española (RAE), que se basó en criterios lingüísticos y periodísticos para elegirla.
Pero para encontrar su origen etimológico hay que remontarse tres siglos. Y el inicio de todo se instala en el ámbito rural y con un animal que poco se relaciona con la ciencia. El concepto de vacuna nace en el siglo XVIII -recuerda la FundéuRAE-, cuando el médico inglés Edward Jenner descubrió que los infectados por la viruela bovina quedaban protegidos de la viruela humana. Y esa relación con las vacas ha acompañado a la palabra desde el momento en que entró por primera vez en el diccionario académico, en 1803. Su única acepción entonces era “cierto grano o viruela que sale a las vacas en las tetas cuando las ordeñan sin lavarse las manos los que han tocado el gabarro de los caballos”. En español, se utilizó durante un tiempo vaccina (creada a partir del latín vaccinus, es decir, “de la vaca”), pero luego se castellanizó.
Para encontrar su significado actual hay que esperar hasta la edición de 1914 del Diccionario, en el que, además de su ya habitual acepción relativa a las vacas, se incluía otra: “cualquier virus o principio orgánico que, convenientemente preparado e inoculado en persona o animal, los preserva de una enfermedad determinada”. Y así se mantuvo, con ligeros cambios, hasta llegar a la acepción que hoy recoge el Diccionario de la lengua española: “preparado de antígenos que, aplicado a un organismo, provoca en él una respuesta de defensa”. Se trata de la sexta acepción, ya que, haciendo honor a su historia, las cinco anteriores están reservadas para las vacas, insiste la FundéuRAE.
El orden de prelación no implica relevancia, sino que se acumula respetando su incorporación como concepto, hasta que alguno desaparece por falta de uso o transformación de la idea. Así que relacionar la vaca con la vacuna (una suerte de continente-contenido) suene algo extraño, sobre todo cuando, con la pandemia de coronavirus, el vocablo se dispersó tanto como la misma enfermedad.
Esta voz y sus derivados, como vacunación o vacunado, han estado presentes en todo el mundo hispanohablante el año pasado, ya fuera de forma aislada o como parte de construcciones más extensas: vacuna de refuerzo, punto de vacunación masiva, pauta de vacunación…
La primera
Hace poco más de un año el planeta esperaba ansioso las campañas de inoculación contra el Covid-19, que auguraba el fin de la pandemia. El 8 de diciembre de 2020, la británica Margaret Keenan, de 90 años, recibía la primera vacuna validada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las imágenes que mostraban a los primeros vacunados de cada país inundaron las televisiones y los periódicos de todo el mundo.
Pocas veces habíamos deseado tanto que seis letras se transformaran en algo tangible, aunque el camino hasta conseguirlo no ha sido fácil, dice la entidad: su desarrollo, reparto y administración a millones de personas fue -y sigue siendo- un enorme reto. Pero ya se han administrado más de 8.300 millones de dosis en todo el mundo, según los datos de la OMS: más de una por persona, ya que el planeta es habitado por unos 7.800 millones de personas, pero la cifra deja a las claras las asimetrías globales, porque mientras se habla de una cuarta dosis en algunos países, en África aún no se puede garantizar universalmente la primera.
El sentimiento que nos evocaba esta palabra ha cambiado a lo largo de este año, remarca la FundéuRAE. Primero fue un símbolo de esperanza; luego se convirtió en una normalidad nueva en la que las inyecciones y las largas colas frente a los vacunódromos eran lo habitual. Ahora, tras varios meses en esta situación, se recomiendan dosis adicionales y surgen nuevas variantes. La voz vacuna es hoy un recordatorio de que el SARS-CoV-2 persiste, de que no debemos confiarnos.
El otro gran motivo por el que vacuna es la palabra del año para la FundéuRAE es, obviamente, su presencia diaria y dominante tanto en los medios de comunicación como en la mayoría de los ámbitos durante 2021. La pandemia lleva dos años monopolizando la información, por lo que han surgido gran cantidad de dudas, confusiones y nuevos términos. Por ello, la Fundación ha dedicado al coronavirus y a sus consecuencias más de 100 recomendaciones.
La FundéuRAE ha recordado que vacuna no es lo mismo que antídoto, suero, inmunización o biológico; que el neologismo vacunódromo (con sus variantes regionales centroamericanas) es correcto, y que inocular e inyectar no significan lo mismo: la primera es un término genérico para referirse a administrar una vacuna, mientras que la restante se refiere a una forma concreta de hacerlo. También ha explicado cómo se escriben los nombres de las vacunas, que la concordancia adecuada es puntos de vacunación masiva (no masivos), que tripanofobia es un concepto adecuado para hacer referencia al miedo irracional a las inyecciones, y que inmunidad de rebaño refiere a la teoría de que, si la mayor parte de una población se inmuniza frente a un virus, este grupo proporcionará protección indirecta a los no vacunados, entre muchas otras cuestiones.
Vacuna se impuso ante otras palabras finalistas, como negacionista, variante y desabastecimiento, relacionado con la pandemia. Las demás candidatas aludían al medioambiente (ecoansiedad y carbononeutralidad), la tecnología (metaverso y criptomoneda) y otras cuestiones de actualidad (megavatio y talibán).
Aún queda camino por andar y, posiblemente, también recomendaciones lingüísticas que hacer sobre las vacunas. Lo real es que lo relacionado con la pandemia es omnipresente como tendencia: después de confinamiento (la palabra de 2020) y de la elegida el año pasado 2021, la palabra del año de 2022 quizás no sea muy diferente.