Ayer vi al Leeds. Casi siempre lo hacemos con un grupo de colegas que seguimos históricamente la campaña de Marcelo Bielsa. Por un lado están los números. Lapidarios. La goleada ayer 0-4 en Elland Road de local contra el Tottenham Hotspurs de un gran Cuti Romero marca que Leeds no solo sumó un punto de los últimos 18 posibles y ocho de 39 en las últimas 13 fechas, sino que Leeds suma además 60 goles en contra, 20 de los cuales recibió solo en febrero. Segundo equipo en la historia de la Premier League en conceder más de tres goles en cinco partidos seguidos del torneo. Números últimos que explican la cercanía de un posible descenso. Y, peor aún, de un juego en crisis profunda y que, más allá de la confianza que expresó Bielsa tras la caída, hace difícil ver una salida.
Por eso The Athletic lanzó ayer mismo el rumor de que Bielsa podría ser despedido. Y otros medios citaron inclusive a los posibles reemplazantes: por un lado el estadounidense Jesse March, DT de la casa Red Bull, despedido del RB Leipzig luego de apenas cuatro meses. Y, por otro, el español Carlos Corberán, técnico desde los 26 años, actual del Huddersfield (en la Tercera categoría del fútbol inglés), pero muy conocido en Leeds, pues dirigió a sus equipos juveniles y con mucho éxito, ascendido inclusive apenas Bielsa arribó al club. Si nunca es fácil el despido de un DT en pleno campeonato mucho más lo es para Leeds. Porque Bielsa sigue siendo Gardel para buena parte de los hinchas.
Ayer, como muchas otras tardes, la derrota parecía marcada a poco de iniciado el partido. 0-3 en apenas 27 minutos. El primero a los 17 minutos con toda la defensa de Leeds volviendo en una misma línea y centro rasante de una punta a la otra para que anotara Matt Doherty, lateral derecho, con Junior Firpo, lateral izquierdo de Leeds, llegando tarde.
Otra vez Junior Firpo, fichaje importante a comienzos de la temporada) cargó con fuerte responsabilidad en el segundo gol. ¿No eran los fichajes estudiosamente planificados de Víctor Orta una de las claves del suceso de Leeds? El tercero fue clara responsabilidad del zaguero español Diego Llorente, que descuidó al gran Harry Kane. Partido definido. Hinchas que, por primera vez en la era Bielsa, silbaron al equipo cuando terminó el primer tiempo. Se repitió al final del partido.
Es cierto, Leeds no liga. Ayer volvió a estrellar dos tiros en los postes. Y no recibió un penal que pareció claro. Es cierto también que tres piezas claves del equipo jugaron poquísimo esta temporada, afectados por lesiones: el volante titular de la selección inglesa Kalvin Phillips, el goleador Patrick Bamford y el capitán Liam Cooper. Hubo partidos con una decena de jugadores lesionados. Jamás en la historia de la Premier un equipo hizo debutar en un mismo campeonato a ocho juveniles, como le sucedió al Leeds de Bielsa. Y otro dato no menor: 39 de los 60 goles que sufrió Leeds fueron marcados por los “Big Six”, es decir los seis grandes de la Premier. El increíble noveno puesto de la temporada pasada fue engañoso. Los rivales de Leeds son los que pelean el descenso. Y jugar con audacia contra los grandes, dicen muchos, puede servir para enfrentar luego a los más débiles. Pero tantas goleadas en fila terminan desmoronando la moral.
No hay un libreto único para ganar, se sabe. Ayer, apenas después de la derrota de Leeds, Watford, penúltimo de la Premier, le sacó un empate sin goles en Old Trafford a Manchester United. Y cuatro días antes, Burnley, antepenúltimo, le había ganado 1-0 a Tottenham. Resultados heroicos para equipos chicos. Se protegieron atrás y apostaron al contragolpe. Bielsa privilegió siempre el estilo, el funcionamiento. Ayer, como él mismo le respondió algo enojado a un periodista, inició con una formación más defensiva. No cambió nada.
“Los jugadores se cansaron de él y le están haciendo la cama”. Es una de las frases más escuchadas en las redes por los fanáticos de Bielsa. El DT dijo tras el partido que, si mide el esfuerzo de sus jugadores, esa posibilidad no es cierta. Pero, si vemos los errores a veces de principantes de alguno de sus jugadores, sí es cierto que esa desconcentración puede ser una señal de agotamiento no físico pero sí mental. Ese juego estricto, por momentos sin pausa, de persecuciones individuales y búsqueda inmediata del arco rival apenas se recupera la pelota, exige y cansa.
Y, cuando se van sumando derrotas pesadas, la inseguridad crece. Esas transiciones que antes salían de memoria y hacían de Leeds un rival insoportable para cualquiera hoy salen mal. Se repiten los errores con el equipo corriendo hacia adelante y los contragolpes son letales. Por momentos, cada vez que el rival recupera y cruza mitad de cancha, hay sensación de que Leeds sufrirá un nuevo gol. Difícil jugar así. Los jugadores parecen sentirlo. ¿Será posible la remontada en esta recta final? Bielsa dijo que confía. Pero Leeds, aseguraban anoche distintas fuentes, ya decidió el recambio.