Triatlón: empujando los límites de la resistencia humana

Triatlón: empujando los límites de la resistencia humana

Los tucumanos Juan José Sirimaldi y Javier Fernández Figueroa se preparan para competir el mes que viene en el Ultra Ironman 602k, la carrera de atletismo más extrema del mundo.

AL TROTE. Los fines de semana, Sirimaldi y Fernández Figueroa suelen correr un promedio de 40 kilómetros. AL TROTE. Los fines de semana, Sirimaldi y Fernández Figueroa suelen correr un promedio de 40 kilómetros. LA GACETA / FOTOS DE DIEGO ARÁOZ

Quien decida participar de un triatlón Ironman debe saber que a los padecimientos físicos se les sumará la carga extra de tener que contestar mil veces la misma pregunta: ¿por qué? ¿Con qué necesidad someterse a pruebas tan desafiantes para el cuerpo y la mente, que para colmo exigen varios meses de ardua preparación, con entrenamientos intensivos y privaciones varias? “Se vuelve adictivo. Solo podés entenderlo una vez que lo hayas probado”, responde Juan José Sirimaldi (44 años) para quien esto de poner a prueba sus límites ya es una costumbre: con 24 Ironman en su haber, el verdadero desafío para él es el Ultra Ironman 602k, que triplica las distancias de un Ironman y que por ende es considerada la carrera más extrema del mundo del atletismo. Habiendo ganado la edición 2017, Sirimaldi se prepara para su cuarta participación en la prueba, que tendrá lugar en Villa General Belgrano, Córdoba, del 11 al 13 de marzo.

Para Javier Fernández Figueroa (42) en cambio, será su debut en este nivel. Habiendo disputado ya Ironman previamente (requisito indispensable para ser aceptado en un Ultra), sabe que lo que deberá enfrentar ahora será infinitamente más duro. “Me motiva saber que más que esto no hay. Que este es el último escalón que puedo hacer en este deporte. Y lo quiero intentar”, explica. El año pasado, se había propuesto disputar su segundo Ironman, pero se contagió de covid dos meses antes, por lo que su entrenador le sugirió hacer solo el medio Ironman. Lo completó en buena forma y convenció a su entrenador de afilarlo para enfrentar a “la bestia”: el Ultra 602k, un desafío que pone a prueba los límites de la resistencia humana, tanto física como psicológica, a lo largo de tres días que parecen no terminar nunca. Y eso es solo el epílogo de un proceso que demanda meses de planificación y disciplina. “Nada se hace al tuntún, todo está estructurado al 1500%. El domingo ya tenés planificada toda la semana y sabés que la tenés que cumplir como sea. Si tu rutina dice que hoy tenés que nadar cinco kilómetros o pedalear 200, lo hacés. Si no tenés esa disciplina, no funciona. En esto hay un dicho: entrenamiento perdido no se recupera. Lo que no hiciste hoy ya no lo podés hacer mañana”, grafica Sirimaldi, que cada sábado se levanta a las 4.30, desayuna un café con galletitas y sale a pedalear por la avenida Perón durante horas.

Javier admite que los horarios de él son más normales. “De 6.30 en adelante, pero cada uno se acomoda a sus tiempos. Se vuelve una forma de vida. Antes los sábados quería pensaba en salir de caravana y hoy mi cuerpo me pide entrenarme. Cuando no lo hago, me siento raro”, constata. De hecho, ambos confiesan que ninguno era aficionado a los deportes hasta hace algunos años. “Yo era gordo. Cuando empecé a bajar de peso, alguien me dijo que debía correr un Ironman. Ni sabía qué era eso y dos años después lo estaba corriendo. Si yo pude, cualquiera puede. Nosotros no somos superhombres. Sentimos cansancio y dolor. Se trata de estar convencido de querer hacerlo”, completa “Jota” Sirimaldi.

El factor psicológico es muy importante en una prueba tan extensa. “El cuerpo intenta que vos pares, como sea. Si no te frena con el agotamiento y el dolor, te golpea la cabeza. Empezás a pensar cosas feas. Por eso, yo lo que hago es tratar de hacer cálculos matemáticos, para distraerme. También pienso en mis hijos, porque esta es una actividad que te demanda mucho tiempo que podrías estar dedicándole a tus afectos”, detalla Juan José. Para Javier, eso será una novedad. “Cuando te entrenás, también preparás la cabeza. Igual, nada te prepara para algo como esto. ‘Jota’ ya lo conoce, pero yo lo descubriré ese día”, anticipa Javier.

Precisamente, esa diferencia de experiencia también se refleja en los objetivos de cada uno. “Todo lo que hice antes no fue ni la mitad de lo que enfrentaré ahora. No tengo mayores pretensiones que llegar a la meta. No me importa en qué posición”, asegura Fernández Figueroa. Para Sirimaldi, que ya sabe lo que es ganarla, el objetivo es el primer puesto: “confieso que soy muy competitivo. Para mí es lo mismo salir segundo a una milésima del ganador que terminar 39° a seis horas. Dios dirá si gano o no, pero yo voy a dar lo máximo para eso”.

Una prueba más larga y difícil que cualquier otra

La de 2022 será la quinta edición de la 602k, desafío que nació en 2014 como una alternativa a los altísimos costos que implicaba participar en las carreras Ultraman (515 km) que se realizaban en Estados Unidos y Europa. Fue idea del cordobés Ever Moriena, ex combatiente de Malvinas, quien resolvió crear una prueba aún más dura que las Ultraman, pero a la vez más accesible económicamente para los sudamericanos. Así y todo, está lejos de ser una ganga (la inscripción ronda los 45 mil pesos, y a eso hay que sumarle gastos de traslado, hospedaje y equipamiento), pero también de las inalcanzables cifras que se paga en otros países.

El primer día de la competencia consta de 10 kilómetros de natación en el Lago Los Molinos y luego 200 de ciclismo con 3.000 metros de desnivel acumulado. La segunda jornada suma 300 kilómetros en bicicleta, con 5.000 metros de desnivel acumulado, y el último día se completa con 92 kilómetros de pedestrismo por las calles de Villa General Belgrano. Por su dificultad, la cantidad de inscritos suele ser menor a 40, y solo un promedio de 10 llega a completarla.

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