Cuando este año todavía se desperezaba y algunos países ya barajaban una cuarta dosis de las vacunas contra el coronavirus, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) tuvo que salir a posicionarse: "dosis repetidas en un intervalo corto de tiempo no representa una estrategia sostenible a largo plazo", expusieron desde el organismo. Una postura que comparte la concepcionense Beatriz Gil, médica neumonóloga, coordinadora del Comité de Docencia e Investigación de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AARM) y una de las referentes del programa de rehabilitación poscovid de Tucumán.
"En este momento, el objetivo debería consistir en incrementar el número de personas vacunadas con tercera dosis, ya sea de refuerzo en las poblaciones donde suponemos que la respuesta inmunológica es débil o adicional en la población en general", especifica. Argentina, de momento, solo ha abierto la cuarta dosis a personas con muy alto riesgo y a los mayores de 50 años que recibieron un esquema primario con fármacos de virus inactivado, como Sinopharm. Desde el Ministerio de Salud de la Nación estiman que aproximadamente el 30 % de la población se ha dado su tercer pinchazo.
"Tenemos que dar respuestas a todas las manifestaciones, miedos y angustias poscovid que actualmente demandan una altísima asistencia médica". Beatriz Gil, neumonóloga.
"Todavía no sabemos exactamente cuánto dura la protección de las vacunas contra la COVID-19, pero los datos indican que la mayoría de los pacientes tiene una fuerte protección contra la enfermedad grave y la muerte durante seis meses. Acortar los tiempos entre una dosis y la otra no parece ser una política eficaz", señala la inmunóloga. En palabras suyas, ese intervalo oscila entre los cuatro y cinco meses. La Organización Mundial de la Salud (OMS), añade, espera obtener más evidencias sobre la seguridad y efectividad de una cuarta dosis ("aún no las hay").
Permítanos hacerle la pregunta del millón: ¿nos encaminamos hacia el fin de pandemia? "Creo que ninguna autoridad sanitaria ni ningún médico en particular podrían aseverar que vamos en ese sentido. Es una expresión de mucha esperanza, simplemente. Lo que sí podemos decir es que nos encontramos en un momento totalmente diferente con respecto al comportamiento epidemiológico. Las vacunas marcaron un punto de inflexión. Hablar del fin de las variantes o del fin de la pandemia es hacer futurismo", responde.
- ¿Cuándo se volverá una enfermedad más?
- Ninguna enfermedad potencialmente mortal es una enfermedad más. Ómicron ha demostrado contar con un poder de contagio altísimo, aunque con una menor gravedad de las manifestaciones clínicas. Sin embargo, aún provoca agravamientos y muertes. Para que esto se vuelva endemia, debemos esperar aún. Incluso, antes tenemos que dar respuestas a todas las manifestaciones, miedos y angustias poscovid que actualmente demandan una altísima asistencia médica.
- ¿Entonces el mundo deberá aprender a vivir con el coronavirus?
- Me parece que una prioridad es hacer más equitativa la vacunación en los diferentes países del mundo. Hay comunidades que todavía tienen un nivel bajísimo de población vacunada con primeras o segundas dosis; esto ocasiona que el virus se mantenga en circulación. Y mientras el virus circule, las mutaciones ocurrirán. Mientras haya inequidad sanitaria, habrá riesgos.
- ¿Cree que en el invierno tendremos en esta parte del hemisferio una nueva ola?
- Las bajas temperaturas ambientales significan siempre un riesgo para las enfermedades infecciosas. Pero con una mirada esperanzadora, quizás podamos decir que, así como ómicron marcó una gran circulación de casos leves, las próximas variantes (si es que las hay) produzcan también menos manifestaciones, aunque una alta contagiosidad.
- ¿Qué debemos plantearnos para salvar vidas de aquí en más?
- Lo primero que remarcaría es que la pandemia no ha terminado, repito. Tenemos una fecha de inicio. Pero en estas crisis sanitarias, severas y crueles, no tenemos fecha de fin. Ante esa realidad, para no lamentar más contagios ni muertes, remarcaría tres valores puntuales y esenciales: responsabilidad, prudencia y solidaridad. Y los tres se aplican tanto a nivel individual como para aquellos que poseen poder para gobernar y para informar. Necesitamos responsabilidad para continuar cuidándonos y cuidando. Prudencia en el momento de reunirnos. Y solidaridad para con los profesionales de la salud, que están agotados. En definitiva, es cuestión de tomar conciencia.
Israel fue uno de los primeros países del mundo en aprobar la cuarta dosis de la vacuna, que tiene como objetivo lograr la inmunidad colectiva. Allí se administra a los trabajadores de la salud y a los mayores de 60 años, cuatro meses después de la última dosis. Datos preliminares recogidos por ese gobierno muestran una caída en los anticuerpos después de tres meses de la tercera dosis. Le imitaron Chile y Dinamarca. Pero son pocas las naciones que han lanzado campañas de una cuarta dosis, postura con la que coincide la doctora Gil. "Agradezcamos que contamos con la gran posibilidad de tener vacunas. La vida sigue y debemos disfrutarla con salud. Pero esperemos a que la OMS obtenga más evidencias", cierra la especialista tucumana.