Tantas vueltas tiene la vida que uno nunca sabe a ciencia cierta adónde irá a parar. Franco Chocobar es un buen ejemplo. Nacido en Tafí del Valle hace 22 años, pasó de sufrir rechazo y discriminación a ser convocado al seleccionado argentino de fútbol de personas con parálisis cerebral. Gracias a la rehabilitación que encararon sus padres desde que tenía ocho meses, “Franquito” logró recuperarse en buena forma de la parálisis del hemisferio izquierdo con la que había nacido. “No quedaron grandes secuelas”, rescata el tafinisto, cuyo primer contacto con la redonda fue a los cuatro años. “Mucha gente me miraba como si pensaran que no sería capaz de hacerlo. En los entrenamientos me alistaba, pero nunca jugaba. Hasta que me di por vencido, por así decirlo. Comencé a andar en caballo y me apasionó. Con el tiempo conocí a otras personas con el mismo problema que yo, y todo cambió”, relata.
-¿Cómo volviste al fútbol?
- Casualmente, la Selección argentina de parálisis va a entrenarse en Tafí del Valle. Mi mamá, Estela Bordón, me preguntó si quería ir a probar. Acepté. Tenía 12 años. Toda mi vida amaré los caballos, porque fueron mi cable a tierra luego de ser excluido, pero desde que comencé a jugar en el seleccionado, cuando el profe Osvaldo Fernández se fijó en mí, la vida me cambió por completo. Mi primera concentración fue en Mendoza. Fuimos 30 jugadores, quedamos 15. Los entrenadores dijeron que tenía mucha capacidad para jugar. Desde allí volví a sentir cariño por la pelota y a creer que podría ser un gran jugador.
-¿Jugar en una selección ayudó que la sociedad te vea con otros ojos?
- Sí. Desde entonces comencé a jugar en el club La Banda de Tafí del Valle. Así me conocieron otros equipos. Lo hice hasta los 17 años. Luego me fui a vivir a la Capital, porque mis padres compraron una casa. Acá quise jugar en un club y llegó la posibilidad de presentarme en Tucumán Central. El profe Abel Ponce me vio y me preguntó si quería jugar. Sin dudarlo acepté.
-¿El “profe” se dio cuenta de tu discapacidad?
- Sí, en seguida, porque es visible. Pero recalco que gracias al tratamiento que pude tener a muy temprana edad, puedo apoyar los dos pies. Si no, tendría que hacerlo en puntas de pie. Para jugar le pego con ambas piernas. No me es una dificultad, por suerte.
-¿Llegaste a jugar en Reserva o Primera de Central?
- Al tercer año llegó Sebastián Duarte a la Reserva. Le cuento mi situación y me dice que iba a seguir jugando. Me pude desenvolver bien. Luego su padre, Rubén Duarte, que era entrenador de la Primera, me tuvo en cuenta y me citó como suplente en un partido de Primera. Para mí fue un gran orgullo, porque eso demostraba que estaba en un buen nivel.
- ¿Qué se siente jugar en la Selección?
- Único. Inigualable. Un privilegio que pocos tenemos. Además tuve la dicha de ganarle 2 a 1 a Brasil en su casa, en una final de un Panamericano. En ese torneo pude hacerle un gol (a Colombia) y fui elegido como el mejor jugador de la final. Desde entonces todos me comenzaron a reconocer y a aceptar en la mayoría de los equipos en los que iba a jugar.
-¿Qué objetivos te quedan por cumplir?
- Quiero llegar lo mejor posible al Mundial. Además me gustaría probarme en algún club grande, como San Martín o Atlético, porque siempre quise superarme. Siempre quiero algo más y me siento capaz de lograrlo. Soy de los que piensan que el que quiere, puede. El que sueña lo puede lograr.
- ¿A quién le agradecés?
- Primero es a mis padres, que actuaron a tiempo y me trataron. También a todas las personas que confiaron en mí, que usaron su tiempo en mí para ayudarme a crecer, a pesar de todas las cosas que he pasado. (Producción periodística: Adrián Coronel.