Qué hay detrás del rechazo a las personas con obesidad

Qué hay detrás del rechazo a las personas con obesidad

mientras que también aumenta el número de tucumanos con exceso de peso Desde problemas en las consultas médicas hasta para conseguir trabajo.

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Aunque quisiera, Viviana Arce no puede borrar de su mente un recuerdo. Fue una madrugada que despertó con un intenso e insoportable dolor de muelas. Su marido la llevó al hospital. Cuando le tocó entrar al consultorio, la odontóloga se bajó los lentes y la miro como si estuviera frente a un monstruo. Le dijo: “vos me vas a romper todo el equipo odontológico; quédate parada, ahí nomás te reviso”. Al salir, no pudo contener las lágrimas. “Lloraba a mares”, confiesa la mujer de 47 años, que en ese momento pesaba 217 kilos. Luego, con un tratamiento logró bajar 66 kilos. Sin embargo, nunca dejó de sentirse discriminada, especialmente en los ámbitos de salud.

El relato de Viviana no se trata de un caso aislado. Es algo que sufren las personas con exceso de peso todos los días. “Si tenemos un dolor en la rodilla casi nunca nos dan un calmante; nos mandan a bajar de peso. Ni siquiera los controles ginecológicos podemos hacernos normalmente las mujeres porque a veces nos niegan acostarnos en las camillas por temor a romperlas. Cualquier médico te manda a hacer dieta, tenga o no tenga algo que ver con el diagnóstico”, apunta.

Muchas personas con obesidad tienen dificultades en la consulta médica, que debería ser segura, confidencial y constructiva, pero que termina siendo un espacio de vergüenza y rechazo. El doctor Francisco D'Onofrio, especialista en Nutrición y referente del Programa Provincial de Obesidad, señala que esto está directamente relacionado con lo que se llama “gordofobia”, la cual podría definirse como un sentimiento de repulsión hacia quienes sufren exceso de peso y se apartan de los patrones estéticos establecidos. Por esta misma razón se discrimina y menosprecia, consciente o inconscientemente, a las personas con obesidad.

El Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) ha elaborado recientemente un informe al respecto. En el trabajo “La discriminación en tiempos de coronavirus” habla sobre cómo se ha incrementado la “gordofobia” a partir de la supuesta preocupación generalizada por la salud.

“La situación de pandemia que actualmente atravesamos ha reforzado la mirada sanitarista que tenemos sobre nuestra vida, nuestros hábitos, vínculos y modos de vivir en sociedad. Sin embargo, esto no implica asumir o reproducir discursos que promuevan el disciplinamiento corporal, reforzando el mandato de la delgadez y la mirada prejuiciosa sobre la diversidad de los cuerpos”, señala. En este contexto, el Inadi advierte la reproducción de discursos discriminatorios naturalizados que estigmatizan y ridiculizan a los cuerpos gordos, con el pretexto de bregar por la buena salud. “Promover la salud de la población no habilita al uso de la violencia simbólica como método”, dice.

En el contexto de pandemia, se ha reforzado el rechazo al sedentarismo; se lo asocia a la gordura y fealdad, considerando que para conservar la belleza los cuerpos deben estar activos, seguir siendo delgados y fibrosos. “El discurso gordofóbico opera de manera prejuiciosa y estereotipada asimilando el aspecto físico de las personas con rasgos de su personalidad, conducta o estilo de vida”, remarca el Inadi.

Negación de derechos

Esa mirada prejuiciosa, que está en la base de la “gordofobia”, asimila los cuerpos gordos con características como la inactividad, añade el doctor D'Onofrio. “El sesgo de peso son las actitudes negativas y creencias sobre las personas por su peso, considerando a las personas con obesidad individuos con poca voluntad, vagos, sin motivación para mejorar su salud”, describe.

“Quienes tienen obesidad experimentan estigma y discriminación. Esto agrava su alimentación, hace que eviten la actividad física y retrasen la consulta médica por cualquier enfermedad, tengan baja autoestima y sentimientos de inutilidad, soledad, depresión y ansiedad, con el agravante de llegar a pensamientos y actos suicidas. Por lo tanto, es fundamental que el estigma sea contemplado por todos los miembros de la sociedad, y en particular por los profesionales de la salud, para garantizar el derecho a la salud de las personas con exceso de peso”, analiza.

Según Donofrio, el de la obesidad no es un tema menor en nuestra sociedad. A nivel nacional, según la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, elaborada por el Ministerio de Salud y publicada en el 2019, si sumamos a las personas con sobrepeso y obesidad, el total involucra a más del 60% de la población. Estas cifras, se cree, aumentaron durante los dos últimos años, en contexto de pandemia. En Tucumán, ya estaría alcanzando al 70% de los mayores de 18 años.

En problemas

“La gordofobia está en todos lados: cuando vas al cine, cuando te querés comprar ropa y cuando te subís a un colectivo, si es que podés”, señala Viviana Arce. Es la coordinadora del grupo “Mi Nuevo Estilo de Vida”, que funciona Centro Provincial de Trastornos Alimentarios (Cepta) y que reúne cada semana a unas 200 personas con obesidad. “Exigimos respeto, que no nos discriminen. Queremos sentirnos útiles. Ya hemos pedido audiencia con las autoridades de salud para que nos den una respuesta. Tenemos proyectos para hacer una huerta comunitaria y para distintas actividades”, anticipó.

Viviana cuenta que la pandemia los afectó muchísimo. No solo porque no pudieron ir a todos los controles como debían, sino también porque se deprimieron, algunos subieron de peso y otros directamente fallecieron cuando se contagiaron.

“El sistema hospitalario nos cerró las puertas en numerosas oportunidades. Sufrimos mucho. Somos discriminados por quienes se supone que nos deben cuidar. De conseguir trabajo, ni hablar. No hay casi chances para nosotros”, resalta. “La sociedad nos hecha la culpa por ser gordos; en realidad padecemos una enfermedad que no tiene cura, pero que sí se puede tratar”, agrega.

Viviana recién se animó a buscar ayuda en 2016. Ella empezó a subir de peso después de haber perdido un embarazo, en 2008. Estuvo encerrada en su casa, sin salir ni a la vereda, durante ocho años. Una tarde se paró frente a un espejo después de mucho tiempo y no se reconoció. Pensó que iba a morirse en cualquier momento. Aunque logró bajar muchos kilos, sabe que tiene por delante un largo camino. Lo que sí tiene en claro: ya no quiere sentirse más una víctima. Ni salir llorando al salir de una consulta médica.

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