Raymond Chandler y el realismo

Raymond Chandler y el realismo

En una carta de 1936 al escritor de novelas policiales George Harmon Coxe, anota Chandler al pasar: “Pienso que Hollywood es veneno para cualquier escritor, una tumba para el talento… Pero quizás he vivido demasiado cerca”. Por Fabián Soberón para LA GACETA.

Raymond Chandler y el realismo
06 Febrero 2022

La Jolla es apenas una especie de huida de la realidad

Raymond Chandler

En 1946 logra alejarse del río furioso de Hollywood y compra una casa en la costa de La Jolla, una ciudad coqueta del sur de California, y se instala junto a su esposa Cissy. En una carta a Charles Morton escribe: “El Jaguar es una maravilla, pero está completamente por encima de mi precio. Hay un modelo del año pasado, descapotable, o monoplaza, o como se llame, aquí en La Jolla, todo negro con asientos de cuero rojo y radiadores cromados. Pero aun si me sintiera justificado para gastar la mitad de ese dinero, me sentiría falsificado y hollywoodense conduciéndolo. Además, y esto puede no ser tan importante allá, mi alma se comprime al pensar en el mecánico norteamericano promedio poniendo sus manos incompetentes sobre una máquina realmente buena”.

Leemos el deseo de Chandler de acceder a la vida lujosa y también la imposibilidad del acceso. El auto Jaguar es una sinécdoque del altar de los ricos. En este sentido, Chandler no reniega del consumo capitalista, solo desea formar parte de él aunque su presupuesto no se lo permita. Por otra parte, sus novelas policiales muestran, a pesar de sí mismo, las miserias del modo de vida al que él quería llegar, un estilo que tenía sus picos consumistas y sus oscuridades. No deja de ser curioso que el escritor haya aspirado a disfrutar de eso mismo que criticaba en su faceta más desleal y oscura.

Caras del capitalismo

El arte de Jackson Pollock representa la cara visible del mercado norteamericano, de la riqueza de los negocios y de los productos de Hollywood.

El mercado del arte es una parte del mercado total, es una cifra de la sociedad norteamericana. En cambio, las novelas de Raymond Chandler muestran el lado oculto y perverso de la sociedad opulenta. El cine de Hollywood es también el costado visible del capitalismo. Chandler fue guionista de la película “Pacto de sangre”, dirigida por Billy Wilder. En esa relación se concentra el fatigoso y turbio vínculo de los escritores con el negocio del cine. A pesar de haber ganado fama y dinero, Chandler vivió en Hollywood una experiencia poblada por la crueldad y la miseria. El pintor Jackson Pollock y Raymond Chandler conforman el anverso y el reverso de la misma moneda: el alto precio del alcohol, de la riqueza y de la desmesura.

¿El realismo?

En “El simple arte de matar” escribe Chandler: “No creo que la cualidad de la novela policial que atrae a los lectores tenga mucho que ver con la historia que tiene que contarnos en un determinado libro. Pienso que lo que atrae a los lectores es cierta tensión emocional que lo saca a uno de sí mismo sin agotarlo demasiado”. Esta curiosa afirmación se conecta claramente con otra idea que ha citado John Banville, quien dice que para Chandler no importa tanto la historia como el estilo, esa voz que queda en el lector después de haber cerrado el libro. No deja de ser curioso que un narrador duro y negro de los hechos se interese menos por la historia como sucesión lineal que por la música y el tono de la historia, por el efecto de esa historia en las emociones del lector. No hay que desdeñar esta idea. Me parece que debemos atender a esta defensa extraña en manos de un autor que es un paradigma de la peripecia y de la tensión argumental.

Para Chandler la acción es un pretexto para trabajar la fuerza de un relato, la ironía en los diálogos, la creación de personajes realistas, la verosimilitud de los personajes; en suma, Chandler propone esta idea para defender cierto tipo de realismo, el realismo moderno, la novela del hombre contemporáneo, el hombre que habla la lengua ordinaria. Chandler es un defensor del realismo. En este sentido, es un continuador de Hemingway y un antecedente de Raymond Carver.

Paradoja del realismo

W. H. Auden esgrime en “La vicaría de la culpa”, un ensayo sobre el género: “Para mí… la lectura de novelas policiales es una adicción como el tabaco o el alcohol… las novelas policiales no tienen nada que ver con las obras de arte”.

La opinión del exquisito poeta Auden no escapa al lugar común: como tantos otros, Auden sostiene que las novelas policiales sólo son un producto elemental de la cultural comercial. En contra de Auden, Chandler considera a los cuentos y novelas policiales escritos menos con vocación empresarial que con el ímpetu del melodrama: “Hay un fuerte elemento de fantasía en la novela policial; lo hay en cualquier clase de escrito que se mueva dentro de una formula aceptada. El material del autor de policiales es el melodrama, que es una exageración de la violencia y el miedo más allá de lo que se experimenta normalmente en la vida”.

Por otra parte, la lengua de los ladrones, hampones y asesinos de Chandler es una lengua en parte inventada, recreada y mestiza si nos atenemos a lo que confiesa el autor en una carta: “Soy un snob intelectual que tiene un cariño por el lenguaje coloquial norteamericano, en gran medida porque me educaron en el latín y el griego. Tuve que aprender el norteamericano como una lengua extranjera”. Si pensamos que el slang que hablan los personajes del lumpenaje chandleriano responde al aprendizaje estético entonces su escritura es sencillamente una ficcionalización deliberada, una creación, un artefacto que emula los procedimientos del realismo. Así, se enciende la paradoja: el ícono del realismo sucio norteamericano es menos un autor mimético que un snob esteticista que coqueteaba con la jerga del mundillo oscuro solo para distraerse de su ajetreada vida alcohólica y de la soledad imposible.

En contra del cliché, Chandler inventó un realismo a la carta que fue útil para la academia cinematográfica y para el púbico. La paradoja del realismo chandleriano es una prueba más de que las etiquetas estéticas son menos una prueba de justicia literaria que un pretexto para los productos que circulan en el mercado.

© LA GACETA

Fabián Soberón – Escritor.

PERFIL

Raymond Chandler nació en Chicago, en 1888, y murió en La Jolla, California, en 1959. Creció y fue educado en Inglaterra tras el divorcio de sus padres, aunque también estudió en Francia y Alemania. En 1907 se hizo súbdito británico y, tras participar en la Primera Guerra Mundial, regresó a Estados Unidos. En California, trabajó de empleado de banco, periodista, ejecutivo de una firma petrolera y guionista de Hollywood. Chandler no comenzó a publicar hasta relativamente tarde. Con 51 años crea a Philip Marlowe, al que ya nunca abandonaría, convirtiéndole en uno de los novelistas más famosos de Estados Unidos y de los más adaptados en Hollywood. Algunos de sus libros más conocidos son El sueño eterno, La dama del lago y El largo adiós.

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