El tratado de la audiencia fue casi anecdótico. La fiscalía solicitó la prisión preventiva para un condenado que se había fugado de una comisaría y que fue recientemente capturado. La defensa no planteó oposición ante un caso tan evidente. El magistrado de turno dio lugar al pedido y la situación podría simplemente haber quedado así. Pero el juez Federico Moeykens hizo hincapié en el contexto de cómo se había fugado Roberto Meneses y advirtió que la falta de estructura puso en riesgo a todos en la comisaría de Yerba Buena.
Según explicó el auxiliar fiscal Rogelio Rodríguez del Busto, el 14 de enero los efectivos de ese destacamento intervinieron para separar una pelea entre los detenidos. Según se informó, un gran número de reos estaba golpeando a Meneses porque estaban hartos de que les robara dentro de la celda.
Los policías entraron al calabozo y sacaron a Meneses. Como la violencia continuaba reinando entre otros prisioneros, el presunto ladrón de la celda fue esposado a un caño de gas en la cocina de la comisaría. Los uniformados pidieron refuerzos y sofocaron el amotinamiento en los arrestos, pero al regresar a la cocina descubrieron que Meneses había roto el conducto y escapado. Tras 11 días prófugo, el reo fue capturado en una casa de El Mollar.
“La finalidad de una pena es que el condenado pueda volver a insertarse en la sociedad. Pero es muy difícil que se pueda reinsertar con la falta de estructura y de recursos que tienen las comisarías. No son lugares apropiados para que un preso cumpla condena, sino sólo para detenciones momentáneas”, dijo Moeykens. El juez remarcó: “es preocupante que haya habido que esposarlo a un caño de gas, en una cocina, porque no había donde más llevarlo. Eso puso en riesgo su vida y la de todos. Es necesario que en Argentina se tomen medidas urgentes sobre la crisis carcelaria”. En ese sentido, exhortó al ministerio de Seguridad a que Meneses termine de cumplir su condena en el penal de Villa Urquiza.