Conforme la pandemia de coronavirus continúa causando estragos en todo el mundo, una evaluación general del manejo de la pandemia por parte de la administración Trump muestra la responsabilidad de Donald Trump como jefe de estado. Las políticas de Trump resultaron en cientos de miles de muertes evitables, delitos contra la salud pública de los que es responsable.
Salvo por su determinación de acelerar el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus, las decisiones de la administración Trump sobre la pandemia han sido defectuosas, con consecuencias nefastas no solo para EEUU, sino también para el resto del mundo. Los países que controlaron mejor la propagación del virus como Taiwán, Singapur y Corea del Sur, lo hicieron a base de pruebas continuas, aislamiento de los infectados, cuarentena de los contactos y uso masivo de mascarillas. La administración Trump descuidó estas medidas básicas.
Un informe emitido por el Subcomité Selecto del Congreso que investiga la respuesta de la nación al Covid encontró que la administración Trump anuló repetidamente la guía de salud pública de los principales expertos en enfermedades infecciosas de la nación, silenciando a los funcionarios para promover la agenda política del entonces presidente Donald Trump.
Al referirse al doctor Anthony Fauci como un “desastre” y descartar como “idiotas” a los miembros de su propia comisión para hacer frente a la pandemia, la administración Trump impidió que Fauci testificara ante el comité de asignaciones de la Cámara de Representantes liderado por los demócratas. Fauci podría haber brindado un testimonio valioso sobre cómo mejorar las políticas de pandemia.
Desde el inicio de la pandemia, Trump hizo predicciones engañosas sobre el curso de la pandemia. “Va a desaparecer. Un día, es como un milagro, desaparecerá”, dijo con desdoro el 27 de febrero de 2020. A pesar de las afirmaciones de Trump, solo en los EEUU el número de personas infectadas hasta el 9 de enero de 2022, es de 61.131.817 con 859.271 muertes. Esto es inaceptable en cualquier país y con más razón, en el país más poderoso del mundo.
Donald Trump también difundió información errónea y promovió curas falsas que complicaron los esfuerzos para frenar la Covid-19. Promovió el uso de la hidroxicloroquina para prevenirlo o tratarlo, en flagrante desafío a la información de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de que esta sustancia “provoca un mayor riesgo de muerte” en comparación con los pacientes que no recibieron el medicamento. En una conferencia de prensa con su grupo de trabajo sobre coronavirus celebrada el 19 de marzo de 2020, Trump afirmó falsamente que la FDA había aprobado el uso de ese medicamento para tratar la Covid-19.
A lo largo de su mandato, Trump desestimó el peligro que representa la celebración de eventos públicos. Continuó realizando reuniones incluso en los terrenos de la Casa Blanca, creando enormes posibilidades de contagio generalizado. El hecho de haber sobrevivido a la infección no le dio mayor conciencia de sus peligros; contrariamente, lo volvió aún más imprudente. Los funcionarios de Trump presionaron a los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) para que cambiaran sus informes semanales de morbilidad y mortalidad ampliamente respetados, para alinearlos con los mensajes optimistas de la Casa Blanca sobre el curso de la pandemia.
Trump también prohibió a los funcionarios de los CDC realizar apariciones en los medios después de que la experta de los CDC, la doctora Nancy Messonnier, directora del Centro Nacional de Inmunización y Enfermedades Respiratorias de los CDC de 2016 a 2021, advirtió a principios de 2020 que la propagación de la enfermedad era inevitable. A pesar de las repetidas solicitudes de esa agencia, los CDC no realizaron sesiones informativas entre principios de marzo y finales de mayo de 2020.
Trump se quejó públicamente de que las estadísticas sobre la pandemia se veían mal, porque las muchas pruebas que se estaban realizando, revelaban un número aún mayor de casos. La doctora Deborah Birx, quien se desempeñó como Coordinadora de Respuesta al Coronavirus de la Casa Blanca bajo el presidente Donald Trump de 2020 a 2021, acusó al doctor Scott Atlas, asesor de la Casa Blanca sobre la pandemia, de impedir el acceso a las pruebas de Covid-19. Birx también creía que el número de muertos por Covid-19 podría haberse reducido en un 40% si la Casa Blanca hubiera tomado mejores decisiones.
En noviembre de 2020, dos economistas de Harvard, David Cutler, profesor Otto Eckstein de Economía Aplicada y el ex secretario del Tesoro de EEUU Lawrence Summers, estimaron en 16 billones de dólares el costo de la pandemia en la economía de EEUU, incluso si terminara en el otoño de 2021. Según su análisis, la pandemia “es la mayor amenaza para la posteridad y el bienestar que Estados Unidos ha enfrentado desde la Gran Depresión”. Incluso una fracción de esa cantidad, utilizada con prudencia, podría haber provocado menos muertes y morbilidad que las causadas por la pandemia hasta ahora en los EEUU.
En cambio, las fallas críticas de la administración Trump para enfrentar la pandemia de coronavirus han sido responsables de cientos de miles de muertes que podrían haberse evitado con medidas oportunas y apropiadas. Existen limitaciones obvias para demandar a un ex presidente de EEUU por su negligencia en el manejo de la pandemia.
Sin embargo, Trump ha cometido delitos graves contra la salud pública de todos los estadounidenses, por los que debería rendir cuentas.